DÍA DE LA PACHAMAMA

Por Luis Saavedra
elidaluis@gmail.com

Mucho se ha hablado sobre el 1º de agosto como Día de la Pacha Mama, es decir de la Madre Tierra. Como siempre es más fácil ocuparse de lo más superficial, se han centrado crónicas y comentarios en ritos y costumbres, como la de tomar caña con ruda.  
Pero la concepción de los pueblos originarios, particularmente de  los pueblos andinos, que incluyen el noroeste de nuestro país, no era ni es, un mero conjunto de rituales.



"A Contrapelo", columna de opinión emitida en "Hipótesis" el sábado 3 de agosto de 2013.


Es una manera de concebir la vida, la tierra como fuente de vida e incluso los derechos de la tierra a su propia vida, que es la vida misma de la humanidad. 

A veces el presente nos aclara el pasado, así como a su turno el pasado ilumina el presente. Una resolución del gobierno de la hermana república de Bolivia, que no por casualidad se llama Estado Plurinacional de Bolivia, arroja mucha luz sobre el tema que estamos tocando.

En octubre pasado, diversos medios informaron que el presidente de Bolivia, Evo Morales, promulgó una ley marco que crea la Defensoría de la Madre Tierra, la cual detalla cómo se debe vivir en armonía y equilibrio con la naturaleza, según el mandatario.

La nueva ley considera que la Madre Tierra es “sagrada” y un “sistema viviente dinámico”.

La Ley Marco de la Madre Tierra y Desarrollo Integral crea la Defensoría de la Madre Tierra, la cual tiene la obligación de proteger los derechos de la Tierra, aunque todas las autoridades del Estado deben hacerlo. La ley no aclara cuándo entrará en funciones la Defensoría.

La norma también incluye el concepto de "justicia climática" para reconocer el derecho a reclamar un desarrollo integral del pueblo boliviano y de las personas afectadas por el cambio climático.

Además crea un Fondo Plurinacional de la Madre Tierra y otro de Justicia Climática para conseguir y administrar recursos económicos estatales y extranjeros para impulsar acciones de mitigación del cambio climático.

También establece que las "tierras fiscales serán dotadas, distribuidas y redistribuidas de manera equitativa con prioridad a las mujeres, pueblos indígenas originarios campesinos, comunidades interculturales y afrobolivianas que no las posean".

Se propone la "eliminación de la concentración de la propiedad de la tierra o latifundio y otros componentes de la Madre Tierra en manos de propietarios agrarios.

También establece la regulación y el control de "extranjerización en la propiedad”, así como el acceso y aprovechamiento de los componentes de la Madre Tierra, y Considera que las actividades económicas como la minera y la petrolera se deben encargar en esta ley.

Quienes causen daños de forma accidental o premeditada a la Madre Tierra o sus "sistemas de vida" deben garantizar la rehabilitación de las áreas, al margen de someterse a otras responsabilidades legales.

La nueva ley declara que los delitos relacionados con la Madre Tierra son "imprescriptibles", que no se aplicará en ellos el beneficio de la suspensión condicional de la pena y los reincidentes tendrán sanciones más graves.

Ecuador, otro país con fuerte presencia de pueblos originarios en su población, ya había ido todavía más lejos, dándole rango constitucional a los derechos de la naturaleza.

La nueva Constitución, ratificada por plebiscito popular en setiembre de 2008, contiene los siguientes artículos:

Art. 71.- La naturaleza o Pacha Mama, donde se reproduce y realiza la vida, tiene derecho a que se respete integralmente su existencia y el mantenimiento y regeneración de sus ciclos vitales, estructura, funciones y procesos evolutivos.

Toda persona, comunidad, pueblo o nacionalidad podrá exigir a la autoridad pública el cumplimiento de los derechos de la naturaleza. Para aplicar e interpretar estos derechos se observaran los principios establecidos en la Constitución, en lo que proceda.

El Estado incentivará a las personas naturales y jurídicas, y a los colectivos, para que protejan la naturaleza, y promoverá el respeto a todos los elementos que forman un ecosistema.

Art. 72.- La naturaleza tiene derecho a la restauración. Esta restauración será independiente de la obligación que tienen el Estado y las personas naturales o jurídicas de Indemnizar a los individuos y colectivos que dependan de los sistemas naturales afectados.

En los casos de impacto ambiental grave o permanente, incluidos los ocasionados por la explotación de los recursos naturales no renovables, el Estado establecerá los mecanismos más eficaces para alcanzar la restauración, y adoptará las medidas adecuadas para eliminar o mitigar las consecuencias ambientales nocivas.

Art. 73.- EI Estado aplicará medidas de precaución y restricción para las actividades que puedan conducir a la extinción de especies, la destrucción de ecosistemas o la alteración permanente de los ciclos naturales.

Se prohíbe la introducción de organismos y material orgánico e inorgánico que puedan alterar de manera definitiva el patrimonio genético nacional.

Art. 74.- Las personas, comunidades, pueblos y nacionalidades tendrán derecho a beneficiarse del ambiente y de las riquezas naturales que les permitan el buen vivir.

Los servicios ambientales no serán susceptibles de apropiación; su producción, prestación, uso y aprovechamiento serán regulados por el Estado.

En Argentina estamos muy lejos de estos drásticos estatutos jurídicos logrados en los dos países hermanos.

Se han votado leyes positivas, como la 26.331, en 2007, sobre protección del bosque nativo, la 26.160 en 2006, prorrogada en 2009, para impedir los desalojos de pueblos originarios y pequeños campesinos; y en 2.011 la ley de limitación de la propiedad extranjera de la tierra, sobre cuyos resultados informó recientemente la Presidenta de la República.

Pero un federalismo mal entendido, apoyando en la Constitución neoliberal de 1994, que pone la propiedad de la tierra y el subsuelo en cabeza de las provincias, permite que muchos jueces y autoridades provinciales, avalen la violación de las leyes que protegen el bosque nativo y la propiedad campesina, por grandes empresas multinacionales o locales.

En síntesis, en torno a la cuestión de la tierra, en torno al respeto a no a los derechos de la Pacha Mama, se está jugando la vida misma de la humanidad. O comenzamos ya proteger en serio nuestra casa común, la tierra.

O en aras de una concepción capitalista del progreso a ultranza, impulsada fundamentalmente por el capital financiero internacional, avanzamos hacia nuestra propia destrucción.



Los que no nos involucremos, los tibios, los distraídos, estamos privando de su derecho a la vida a nuestros hijos y nuestros nietos, a las generaciones por venir y a millones de seres humanos que están, ya hoy, condenados al hambre y la desaparición.