DOS BATALLAS POR LA SOBERANIA NACIONAL


Por Luis Saavedra 
elidaluis@gmail.com


Cuando falleció el general José de San Martín, el 17 de agosto de 1851, Argentina era una Confederación de Provincias que aún no habían logrado darse una Constitución, que la constituyera formalmente en Nación. 
"Momentos de Memoria" columna de opinión emitida en "Hipótesis" el sábado 16 de noviembre de 2013.

La Nación era el sueño en suspenso de los Libertadores, en la mayoría de las ex colonias españolas, atravesadas por guerras civiles.

Las provincias eran todo lo autónomas que su posición económica les permitía y para tener una entidad hacia el exterior, delegaban las cuestiones de guerra y paz con el resto del mundo en el gobernador de la Provincia de Buenos Aires,  que era entonces el  Brigadier General Juan Manuel de Rosas.

Su figura fue discutida en su vida y mucho más aún tras su muerte, todavía hoy en ciertos debates históricos hay ecos de rosismo y antirosismo. Pero lo que nadie ha podido cuestionarle a Rosas con fundamento, es su enérgica defensa de la Soberanía Nacional

Por si alguna duda hubiera, la prueba irrefutable es la voluntad del Libertador, de donar su espada, el sable corvo con el que condujo las batallas de la Independencia, a Juan Manuel de Rosas. Así lo estableció en el artículo tercero de su testamento, como informó su yerno, Mariano Balcarce, en carta a Rosas.

Era y es irrefutable: la palabra del que llamamos Padre de la Patria, contra cualquier debate injurioso, que viene de los tiempos en que sus enemigos interiores acompañaban a los barcos invasores, primero en 1838 con la invasión francesa y luego en 1845, con la que hicieron en forma conjunta Gran Bretaña y Francia, las mayores potencias de la época, que pretendían navegar por la fuerza nuestros ríos interiores, para llevar sus mercancías a las provincias litorales y el Paraguay, para profundizar su penetración imperial en América del Sur.

Y esto es lo que se recuerda el 20 de Noviembre, Día de la Soberanía Nacional, que a partir de 2011 es Feriado Nacional y en la Vuelta de Obligado, donde el río da una curva antes de llegar a San Nicolás, se levanta un monumento que recuerda que en ese día y lugar se libró el combate que marcó el primer enfrentamiento.

Pero San Martín no legó su sable por la Vuelta de Obligado, sino por toda la defensa de la Soberanía Nacional, que hizo intransigentemente el General Rosas.

En la historia no todo es blanco o negro, sino que existen variedad de claroscuros, que reflejan los claroscuros del tiempo en que ocurrieron los hechos, los conflictos de intereses que siempre existen.

Y este columnista siempre ha tratado, en la modesta medida de sus posibilidades, de contar la historia completa.

Porque en la Vuelta de Obligado, los invasores fueron valerosamente enfrentados, pero pasaron, rompiendo las cadenas con las que se había atravesado el río. La verdadera historia continúa y queremos contarla citando textualmente estudios recogidos en un sitio de internet, pertenecientes principal, pero no únicamente, a la pluma del historiador Pacho O’Donnell.

 “La Batalla de Quebracho (batalla de Punta Quebracho o batalla de la Angostura del Quebracho) contra la armada anglo-francesa, ocurrió el 4 de junio de 1846, unos ocho meses después de la batalla de la Vuelta de Obligado (20 de noviembre de 1845). El lugar se encuentra en las cercanías de la actual localidad de Puerto General San Martín, a 35 km al norte de la actual Rosario, en la provincia de Santa Fe.

“Las naves anglofrancesas volvían desde el norte hacia el Río de la Plata después de haber sido su campaña un total fracaso económico y militar, ocho meses después de haber forzado el paso hacia el norte en la Vuelta de Obligado (en el norte de la provincia de Buenos Aires). Los cañones argentinos habían sido emplazados por el general Lucio Norberto Mansilla (de 54 años) en lo alto de una barranca, totalmente fuera del alcance de la artillería enemiga. De modo que los buques y sus hombres no tuvieron más remedio que hacer lo posible para huir del lugar lo más pronto que se pudiese, no sin antes librar una importante batalla de más de tres horas.

“Dos mercantes se hundieron, otros cuatro fueron incendiados para que no cayeran en manos argentinas, y los vapores de guerra Harpy y Gorgon resultaron seriamente dañados. Cabe resaltar el hecho de que la escuadra que acompañaba a los mercantes estaba constituida por modernas naves blindadas, con torretas de artillería giratorias y cohetes Congreve.

“Fueron héroes de la Batalla del Quebracho, entre otros, el general Lucio Norberto Mansilla y el coronel Martín de Santa Coloma, quién conducía el Batallón Santa Coloma.  Cabe recordar que durante la batalla de la Vuelta de Obligado ―librada ocho meses antes contra los mismos invasores―, el general Mansilla había recibido un cañonazo y prácticamente se lo dio por muerto. Sin embargo, a las pocas horas se levantó de su tienda y siguió luchando. Ahora, al iniciar el fuego de artillería en la batalla de Quebracho, volvía a la carga al grito de  “¡Viva la soberana independencia argentina”.

 “El encuentro del Quebracho, aparte de su enorme importancia militar y política, fue el sello definitivo del desastre económico-comercial de una empresa de injusta prepotencia, llevada a cabo por quienes ―seguros de su enorme superioridad material, y atropellando sin consideraciones humanas ni jurídicas todos los derechos de la Confederación Argentina― se proponían un cuantioso dividendo.

“Como resultado de esta acción se terminó la intervención de las fuerzas navales anglofrancesas, y poco después, el 13 de julio de 1846, sir Samuel Thomas Hood, con plenos poderes de los gobiernos de Inglaterra y Francia, presentó humildemente ante Juan Manuel de Rosas «el retiro más honorable posible de la intervención naval conjunta».

“El gobierno argentino consiguió de esta manera:

  • poner fin al bloqueo naval que realizaron Francia e Inglaterra a los puertos argentinos
  • recuperar la flota argentina capturada
  • recuperar la isla Martín García
  • un saludo de 21 cañonazos a la bandera argentina por parte de las dos flotas invasoras
  • el reconocimiento a la soberanía de Argentina y a sus derechos exclusivos sobre la navegación de los ríos interiores (esto será revertido seis años después, cuando los unitarios se hagan del poder en Argentina y entreguen los ríos a Francia y Gran Bretaña)”.

Aquí terminan las citas y le pedimos al oyente atento que repare en el punto cuart de esta última enumeración. ¿Se imagina hoy, un combate, después del cual buques norteamericanos e ingleses, vencidos por nuestras tropas,le rindan a nuestra bandera un homenaje de 21 cañonazos, reservados a su presidente y su reina, respectivamente?.

Fantasía ¿verdad? Sin embargo, fue el equivalente de eso lo que se logró en Punta Quebracho, por la voluntad política de un Gobernador de Buenos Aires, a cargo de las Relaciones Exteriores y la Defensa de la Confederación  y por la tenacidad, heroísmo e inteligencia de combate  de nuestras tropas, que siguieron a los invasores durante 8 meses, dirigidos por un general argentino, Lucio Norberto Mansilla, que volvió casi del otro lado de la muerte para poder gritar  a sus artilleros: “¡Viva la soberana independencia argentina”.

Recordemos el 20 de Noviembre el Combate de Obligado, donde empezó esa gesta de la Soberanía. Pero no olvidemos que los 21 cañonazos de homenaje a nuestra bandera, se los obligamos a tirar desde aquí nomás, en la Batalla de Punta Quebracho.