EL ULTIMO DIA DEL AÑO

Por Luis Saavedra 
elidaluis@gmail.com

Me escribe un antiguo amigo, en los clásicos saludos que se envían en vísperas de las llamadas Fiestas, con las que las personas que quieren y pueden hacerlo, festejan la Navidad, despiden el Año Viejo, reciben el Año Nuevo.
QUEMAD VIEJOS LEÑOS, LEED VIEJOS LIBROS, BEBED VIEJOS VINOS, TENED VIEJOS AMIGOS.
"Momentos de Memoriacolumna de opinión emitida en "Hipótesis" el sábado 16 de diciembre de 2013.
Está citando a ALFONSO X, llamado EL SABIO, nacido en Toledo el 23 de noviembre de 1221, muerto en Sevilla en 4 de abril de 1284, que reinó en Castilla desde 1252 hasta su muerte.

Dicen sus biógrafos, dando de cuenta del apelativo El Sabio, que llevó a cabo una activa y beneficiosa política económica, reformando la moneda y la hacienda, concediendo numerosas ferias y reconociendo al Honrado Consejo de la Mesta.

También es reconocido por la obra literaria, científica, histórica y jurídica realizada por su escritorio real. Alfonso X patrocinó, supervisó y a menudo participó con su propia escritura y en colaboración con un conjunto de intelectuales latinos, hebreos e islámicos conocido como Escuela de Traductores de Toledo, en la composición de una ingente obra literaria que inicia en buena medida la prosa en castellano.

Como se ve, no había entonces racismo antisemita ni antislámico, como no había racismo anticristiano, en los califatos árabes que existían entonces en el sur de España, más allá que, unos y otros, disputaran territorios con las armas en la mano.

En 1935, durante la breve existencia de la República Española, se le reconoce como astrónomo, nombrando en su honor al cráter lunar «Alphonsus».

Volviendo a mi amigo, el que me envió tan bella frase, formamos parte de un grupo de viejos amigos, que hace diez años escribimos un libro, de manera colectiva, relatando una historia, que tenía ya veinte años de existencia, una historia de valor, resistencia y buen humor, una historia que no ha terminado, sino que está tramitando su epílogo en los Tribunales Federales de Santa Fe y Rosario, buscando enviar a la cárcel, a tres represores de la dictadura cívico militar.

Por cierto que, en tantos años, hemos compartido libros y vinos, viejos y no tanto, hemos quemado leños para compartir asado y seguimos siendo, sin duda, viejos amigos.

Pero no hace falta tener tantos años como nosotros, para compartir una antigua y sólida amistad. Por ejemplo, uno de nuestros hijos, se integró durante su infancia en La Tablada, a un grupo de amigos del barrio, que cuarenta años después se siguen queriendo y se siguen juntando,

Cuando nuestro hijo viene a Rosario, allí aparecen ellos, algunos con sus propios hijos, niños o adolescentes, queman leños que dan lumbre a bogas o costillares, beben vino, alguno ha escrito un libro y cuando a uno de ellos se le ocurrió enamorarse de una mendocina, todos los otros atravesaron el país para estar en la boda de su amigo.

Quizás nuestros nietos estén construyendo una de esas amistades duraderas que compartirán con viejos vinos dentro de un par de décadas.

Bueno, pensará quizás algún oyente, a título de que viene este hombre a contarnos cosas de su vida y la de otros. Porque estamos próximos al último día del año y aunque el último día del año no es el último día del tiempo, es un día que nos permite a los periodistas sacarnos el corset del relato en tercera persona y entregarnos libremente a recuerdos, reflexiones, balances o previsiones.

El último día del año es oportuno, por ejemplo, para citar el bello y, a la vez, terrible poema Pasaje del Año, del brasileño Carlos Drummond de Andrade, quien nació en Itabirá en 1902 y falleció en Río de Janeiro en 1985. Fue poeta y narrador.

El último día del año
no es el último día del tiempo.
Otros días vendrán
y nuevos muslos y vientres te comunicarán el calor de la vida.
Besarás bocas, rasgarás papeles,
harás viajes y tantas celebraciones
de aniversario, graduación, promoción, gloria,
dulce muerte con sinfonía y coral,
que el tiempo quedará repleto y no oirás el clamor,
los irreparables aullidos
del lobo, en la soledad.
El último día del tiempo
no es el último día de todo.
Queda siempre una franja de vida
donde se sientan dos hombres.
Un hombre y su contrario,
una mujer y su pie,
un cuerpo y su memoria,
un ojo y su brillo,
una voz y su eco,
y quien sabe si hasta Dios…
Recibe con simplicidad este presente del acaso.
Mereciste vivir un año más.
Desearías vivir siempre y agotar la borra de los siglos.
Tu padre murió, tu abuelo también.
En ti mismo mucha cosa ya expiró, otras acechan la muerte,
pero estás vivo. Una vez más estás vivo.
Y con la copa en la mano
esperas amanecer.
El recurso de embriagarse.
El recurso de la danza y del grito,
el recurso de la pelota de colores,
el recurso de Kant y de la poesía,
todos ellos… y ninguno resuelve nada.
Surge la mañana de un nuevo año.
Las cosas están limpias, ordenadas.
El cuerpo gastado se renueva en espuma.
Todos los sentidos alerta funcionan.
La boca está comiendo vida.
La boca está atascada de vida.
La vida escurre de la boca,
mancha las manos, la vereda.
La vida es gorda, oleosa, mortal, subrepticia.
Drummond de Andrade ha sintetizado en este poema, con pluma maestra, aspectos contradictorios de la existencia humana: nos dice que otros días vendrán y  nuevas bocas y nuevos vientres te comunicarán el calor de la vida y. al mismo tiempo,  no oirás el clamor, los irreparables aullidos del lobo en la soledad.
Recibe con simplicidad este presente del acaso, nos dice. Mereciste vivir un año más. Desearías vivir siempre y agotar la borra de los siglos. Tu padre murió, tu abuelo también.  En ti mismo mucha cosa ya expiró, otras acechan la muerte, pero estás vivo. Una vez más estás vivo. Y con la copa en la mano esperas amanecer.
Estos viejos compañeros y amigos que hace más de 25 años hacen Hipótesis, junto con los compañeros y amigos jóvenes que a veces pasan y a veces se quedan, junto con los compañeros y amigos oyentes, también han merecido vivir un año más, un año más de Hipótesis y esperarán, con la copa en la mano el amanecer de un nuevo año.
Un año más de Hipótesis que esperamos merecer, junto con ustedes, queridos amigos y oyentes.
Porque el último día del año no es el último día del tiempo, ni el último día del tiempo es el último día de todo, queda siempre una franja de vida.
“Porque hay otros mundos, pero están en éste” decimos, citando esta vez al poeta francés Paul Eluard, militante de la Resistencia durante la ocupación alemana.
Trabajemos otros año más para construir esos otros mundos, que están en éste.