FRAUDE EN HONDURAS

Por Miguel Angel Ferrari
miguelferrari@gmail.com

Miles de hondureños se movilizaron este domingo (1º de diciembre) en Tegucigalpa hacia la sede del Tribunal Supremo Electoral para exigir al organismo la revisión de las actas electorales.

Al tiempo que la candidata presidencial por el partido Libertad y Refundación (Libre), Xiomara Castro, se solidarizó con la familia de José Antonio Ardón, asesinado por desconocidos la noche del sábado en la capital. Ardón era un activo militante del partido Libre y miembro del Frente Nacional de Resistencia Popular.


A primeras horas de la mañana de ayer comenzó la gran movilización convocada por el partido Libre, para defender el voto ciudadano y exigir al Tribunal Supremo Electoral el recuento de las actas electorales de los comicios generales del pasado 24 de noviembre.

A sólo horas de que el Tribunal Supremo Electoral ratificara la victoria del candidato del Partido Nacional, Juan Orlando Hernández; miles de hondureños se dieron cita en las calles de Tegucigalpa para pedir el recuento de los votos.

Por su parte, el compañero de fórmula de Xiomara, Juan Barahona, señaló que la información proporcionada por el organismo electoral contiene “datos falsos, datos donde le están robando el triunfo a Libre, el triunfo a Xiomara Castro”.

Barahona aseguró que el Tribunal Supremo Electoral “está imponiendo al candidato del oficialismo y el pueblo hoy está manifestando su rechazo”.

La máxima representante del Partido Libre, Xiomara Castro, pidió ayer —oficialmente— al Tribunal Supremo Electoral de Honduras la revisión de cientos de actas que, según sus líderes, presentan inconsistencias que habrían influido en los resultados de los comicios de la semana pasada.

Xiomara Castro, señaló durante la manifestación de ayer, que están venciendo a los que se prestaron al "fraude" que favoreció al oficialista Juan Orlando Hernández, declarado el sábado presidente electo.

Miles de activistas de Libre participaron en la movilización de ayer, convocada por los líderes del partido, para protestar por lo que consideran un "robo" de las elecciones a Castro, quien estuvo acompañada de su esposo, el expresidente Manuel Zelaya, derrocado en 2009.

Durante la marcha, que finalizó frente a las instalaciones que está utilizando el Tribunal Supremo Electoral para procesar el material de las elecciones, se rindió un homenaje al militante José Antonio Ardón, asesinado el sábado —como señaláramos— por desconocidos cerca de su casa.

Con este asesinato, son más de 250 personas vinculadas al Frente Nacional de Resistencia Popular y el nuevo partido político Libre, ejecutadas por organismos de seguridad y bandas paramilitares de ultraderecha.

El féretro con los restos de Ardón, cubierto con una bandera de Libre, fue llevado a la mencionada manifestación.

"De hoy en adelante todos los compañeros que sean ejecutados y asesinados vilmente, como lo están haciendo ahora para intimidarnos, los vamos a velar en el Parque Central de Tegucigalpa", declaró Zelaya.

Castro lamentó la muerte de Ardón y expresó que Libre ha hecho "una lucha pacífica desde el primer día del golpe de Estado" contra su marido, el 28 de junio de 2009.

El Tribunal Supremo Electoral declaró el sábado "presidente electo" a Juan Orlando Hernández, del Partido Nacional, con el 36,80 por ciento de los votos, frente al 28,79 por ciento que sumó Xiomara Castro, cuando se había escrutado el 98,6 % de los votos para presidente.

Según —incluso— los fraudulentos resultados oficiales, el partido  Libre ha desplazado al conservador Partido Liberal de Honduras, que hasta ahora era la primera fuerza de oposición y durante un siglo alternó el poder con el Partido Nacional, en el poder.

Es de destacar que el partido Libre, entre otras reivindicaciones, plantea la convocatoria a una Asamblea Constituyente, para reformar la anquilosada Carta Magna hondureña que —aunque parezca mentira— tiene una cláusula que impide la realización de reformas constitucionales.

Un analista de la realidad hondureña caracterizó a la Constitución de este país como “una Constitución de piedra”.

Recordemos que la excusa esgrimida por los militares golpistas —en junio de 2009—, que siempre actuaron bajo las indicaciones del Pentágono, fue que el presidente Zelaya había incorporado a las elecciones presidenciales de ese año una consulta no vinculante sobre la voluntad ciudadana acerca de una posible reforma constitucional.

Para la derecha hondureña, tanto del partido Nacional como del Liberal, y fundamentalmente de las Fuerzas Armadas, la propuesta de una reforma constitucional equivale a una propuesta subversiva.

Es tal el sentimiento de culpa (podríamos decir), que invade al oficialista partido Nacional a causa del fraude perpetrado, que sus adherentes no han salido prácticamente a las calles a festejar este triunfo prefabricado.

Por otra parte, es vergonzoso que el gobierno de los Estados Unidos —que aún no ha amitido el triunfo del presidente venezolano, Nicolás Maduro, obtenido legítimamente en abril de este año— haya reconocido como nuevo presidente de Honduras al candidato del partido Nacional, aún antes de que finalizara el recuento del total de las mesas electorales y sin esperar las presentaciones por fraude realizadas por el partido Libre.

Honduras, sede de una de las bases militares estadounidenses más importantes en territorio latinoamericano, se ha caracterizado por contar con una conducción política absolutamente fiel al imperio. Allí, en la décadas de los setenta y los ochenta, la dictadura cívico-militar argentina destacó personal avezado en torturas y desapariciones para combatir las insurgencias de El Salvador y Guatemala, y desestabilizar a la Revolución Sandinista en Nicaragua.

Todavía es prematuro arriesgar un pronóstico sobre el curso que tomarán los acontecimientos en el país centroamericano, aunque es muy probable que ocurran dos cosas:

  • La ratificación del Supremo Tribunal Electoral, adicto al gobierno derechista, del resultado del domingo 24 de noviembre.
  • La creciente influencia en la ciudadanía hondureña del partido Libre, liderado por Xiomara Castro y el expresidente Manuel Zelaya.

A las clases dominantes hondureñas, luego del golpe de 2009, no les alcanzará el respaldo de sus tutores estadounidenses. Muy lejos de consolidarse —a pesar de sus crímenes— han abierto un proceso de lucha popular que más tarde o más temprano pondrá en serio peligro su tambaleante hegemonía.

Ese día retumbarán aún más potentes las palabras del general Francisco Morazán, el máximo héroe de Centroamérica, cuando decía…

“¡Hombres que habéis abusado de los derechos mas sagrados del pueblo por un sórdido y mezquino interés!

¡Con vosotros hablo, enemigos de la independencia y de la libertad. Ese mismo pueblo que habéis humillado, envilecido y traicionado tantas veces, que os hace hoy los árbitros de sus destinos y nos proscribe por vuestros consejos, ese pueblo será vuestro juez!