Por Ester Stekelberg
¡Salú
Hipótesis 2014! Feliz año, larga vida, mucha lucha por el hombre
nuevo y siempre junto a nuestras queridas orejas, atentas,
expectantes, preguntonas y contestonas, orejas compañeras.
Esta
primera contra de 2014, nos lleva sin escala a la reflexión a
través del teólogo brasileño Leonardo Boff. En su página
Leonardoboff.com, podemos leer un parrafito de su biografía: “Estuvo
presente en el comienzo de la reflexión que busca articular el
discurso indignado ante la miseria y la marginación con el discurso
de la fe cristiana, que generó la conocida Teología de la
Liberación. Siempre ha sido un ardiente defensor de la causa de los
Derechos Humanos, habiendo ayudado a formular una nueva perspectiva
de los Derechos Humanos a partir de América Latina, con los
‘Derechos a la Vida y a los medios para mantenerla con dignidad’”.
Este
texto delicioso que compartimos en la primera contra del año, se
titula: “¿Por qué en medio del dolor los negros cantan, ríen
y bailan?” y fue escrito en diciembre de 2013 o sea, el año
pasado.
Póngale
la oreja. Como le decía, es una filigrana para empezar este año en
que África está tan presente en nuestro cotidiano y no precisamente
en el mismo sentido en que la trae a la reflexión el teólogo
brasileño.
Escribe
Leonardo Boff:
“Miles
de personas en toda Sudáfrica mezclaron el llanto con la danza, la
fiesta con los lamentos por la muerte de Nelson Mandela. Es la forma
como realizan culturalmente el rito de paso de la vida de este lado a
la vida del otro lado, donde están los ancianos, los sabios y los
guardianes del pueblo, de sus ritos y de sus normas éticas. Allí
está ahora Mandela de forma invisible pero plenamente presente,
acompañando al pueblo que él tanto ayudó a liberar”.
“Momentos
como éstos nos hacen acordarnos de nuestra más alta ancestralidad
humana. Todos tenemos nuestras raíces en África, aunque la gran
mayoría no lo sepa o no le dé importancia. Pero es decisivo que
volvamos a apropiarnos de nuestros orígenes, que, de un modo u otro,
están inscritos en nuestro código genético y espiritual”.
“Voy
a referirme aquí, --inicia Boff--, a aspectos de un texto que
escribí hace tiempo con el título: ‘Todos somos africanos’,
actualizado teniendo en cuenta la situación mundial, que ha
cambiado”.
“De
entrada, es importante denunciar la tragedia africana: es el
continente más olvidado y vandalizado por las políticas mundiales.
Solamente cuentan sus tierras. Las compran grandes consorcios
mundiales y China para organizar inmensas plantaciones de granos con
el fin de asegurar la alimentación, no de África, sino de sus
países, o para negociarlos en el mercado especulativo. Las famosas
‘land grabbing’, juntas tienen la extensión de Francia entera”.
“Hoy
África es una especie de espejo retrovisor de cómo nosotros los
humanos pudimos en el pasado, y todavía hoy podemos, ser inhumanos y
terribles. La actual neo colonización es más perversa que la de
siglos pasados”.
“Sin
olvidar esta tragedia, concentrémonos en la herencia africana que se
esconde en nosotros. Hoy en día hay consenso entre los paleontólogos
y antropólogos acerca de que la aventura de la hominización se
inició en África hace unos siete millones de años. Y luego se
aceleró pasando por el homo
habilis, erectus, neanderthal...
hasta llegar al homo
sapiens
hace unos noventa mil años. Después de estar 4,4 millones de años
en suelo africano, se trasladó a Asia, hace sesenta mil años; a
Europa, hace cuarenta mil años; y a las Américas hace treinta mil
años. Es decir, gran parte de la vida humana ha sido vivida en
África, hoy olvidada y despreciada”.
“África
no es solamente el lugar geográfico de nuestros orígenes, --explica
el brasileño--. Es el arquetipo primitivo, el conjunto de marcas
impresas en el alma del ser humano. Fue en África donde el ser
humano elaboró sus primeras sensaciones, donde se articularon sus
crecientes conexiones neuronales (cerebralización), brillaron los
primeros pensamientos, irrumpió la creatividad y emergió la
complejidad social que permitió el surgimiento del lenguaje y de la
cultura. El espíritu de África está presente en todos nosotros”.
“Veo
tres ejes principales del espíritu de África que pueden ayudarnos a
superar la crisis sistémica global que nos asola.
El primero es la Madre Tierra, la Mamá África. Al extenderse por los vastos espacios africanos, nuestros antepasados entraron en profunda comunión con la Tierra, sintiendo la conexión que todas las cosas guardan entre sí: las aguas, las montañas, los animales, los bosques y selvas, y las energías cósmicas. Necesitamos volver a apropiarnos de este espíritu de la Tierra para salvar a Gaia, nuestra Madre y única Casa Común”.
El primero es la Madre Tierra, la Mamá África. Al extenderse por los vastos espacios africanos, nuestros antepasados entraron en profunda comunión con la Tierra, sintiendo la conexión que todas las cosas guardan entre sí: las aguas, las montañas, los animales, los bosques y selvas, y las energías cósmicas. Necesitamos volver a apropiarnos de este espíritu de la Tierra para salvar a Gaia, nuestra Madre y única Casa Común”.
“El
segundo eje es la matriz
relacional
(relational
matrix,
al decir de los antropólogos). Los africanos usan la palabra Ubuntu
que significa: ‘yo soy lo que soy porque pertenezco a la comunidad’
o ‘yo soy lo que soy a través de ti y tú eres tú a través de
mí’. Todos necesitamos unos de otros; somos interdependientes. Lo
que la física cuántica y la nueva cosmología enseñan acerca de la
interdependencia de todos con todos es una evidencia para el espíritu
africano”.
“A
esa comunidad pertenecen también los muertos como Mandela. Ellos no
‘van’ al cielo, pues el cielo no es un lugar geográfico, sino un
modo de ser de este mundo nuestro. Ellos se quedan en medio del
pueblo como consejeros y guardianes de las tradiciones sagradas”.
“El
tercer eje son los ritos
y las celebraciones.
Nos admira que se dedique un día entero a rezar por Mandela con
misas y oraciones. Los africanos sienten a Dios en la piel, los
occidentales en la cabeza. Por eso, bailan y mueven todo el cuerpo,
mientras que nosotros permanecemos fríos y rígidos como un palo de
escoba”.
“Las
experiencias importantes de la vida personal, social y estacional se
celebran con ritos, danzas, músicas y presentaciones de máscaras.
Éstas representan energías que pueden ser benéficas o maléficas.
Es en los rituales donde las fuerzas negativas y positivas se
equilibran y se festeja la primacía del sentido sobre el absurdo. Si
reincorporamos el espíritu de África, la crisis no tendrá que ser
una tragedia”.
“Sabemos
que a través de las fiestas y los ritos la sociedad rehace sus
relaciones y se refuerza la cohesión social. Además no todo es
trabajo y lucha. Está también la celebración de la vida, el
rescate de las memorias colectivas y el recuerdo de las victorias
sobre las amenazas vividas”.
‘Me
complace presentar el testimonio personal de uno de nuestros más
brillantes periodistas, Washington Novaes: ‘Hace algunos años, en
Sudáfrica, me impresionó ver que bastaba que se reuniesen tres o
cuatro negros para empezar a cantar y a bailar con una amplia
sonrisa. Un día, le comenté a un joven taxista: Su pueblo sufrió y
todavía sufre mucho. Pero basta que se reúnan unas pocas personas y
ustedes ya están bailando, cantando y riendo. ¿De dónde viene
tanta fuerza?’ Y él me contestó: ‘Con el sufrimiento,
aprendemos que nuestra alegría no puede depender de nada fuera de
nosotros. Tiene que ser sólo nuestra, estar dentro de nosotros’”.
“Nuestra
población afro descendiente nos da esa misma muestra de alegría,
que ningún capitalismo ni consumismo puede ofrecer”.
Leonardo
Boff