Por Ester Stekelberg
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Allá por octubre de 2011, cuando los Indignados nacidos en España el 15 de mayo de ese año, habían crecido y se habían multiplicado como dios manda, por todo el mundo, una información incendiaba las redes: en los Estados Unidos del imperio, los Indignados habían ocupado Wall Street. Un directo al corazón mismo del capitalismo y las finanzas, que con su larga garra destructora, asola a los pueblos del mundo y hace estragos en todo el planeta. "Contratapa" columna de opinión emitida en "Hipótesis" el sábado 1 de febrero de 2014.
Las noticia llegadas del Nuyol (como diría el puertorriqueño Roy Brown) eran las más esperadas por esos tiempos. Decenas de miles de personas gritaban su descontento y su indignación. ¡Somos el 99%! Nadie sabía cómo iría a terminar este nuevo episodio de la indignación planetaria.
En la noche del 21 al 22 de octubre, mientras una multitud de Indignados se aprestaba a marchar unas 30 cuadras desde Zuccoty Park, hasta Columbus Circle, donde instalarían otro campamento, tras ser violentamente reprimidos por la policía neoyorquina, un insólito grupo, músicos ellos, se une a la manifestación. Muchos no saben de quienes se trata. Otros tienen los ojos vidriosos por la emoción y no pueden creer lo que están viviendo. Es Pete Seeger, que con sus 92 vitales años sobre el lomo, se une a la protesta, haciendo lo que viene haciendo desde siempre, cantar contra la injusticia, contra los poderosos del mundo, contra la hipocresía. Con Arlo Guthrie (hijo del enorme músico y militante antifascista Woody), Tom Chapin y David Amram y acompañado por su nieto Tao Rodríguez Seeger, el grupo venía de una actuación en el Symphony Space y en decisión unánime, se unen a los manifestantes y recorren las calles, cantando un clásico, “Esta pequeña luz”. Los Indignados se lo agradecieron. Y la llamaron La Marcha de Pete Seeger.
Pete Seeger y la coherencia que lo acompañó hasta el momento de su muerte, hace poquito, en este implacable mes de enero que se llevó a tantos imprescindibles. Fue el 27. Y el mundo que lucha por otro mundo posible, lo llora. Lo lloran Bob Dylan y Joan Baez, lo lloran Gilberto Gil y Nina Hagen, lo lloran Michael Moore, León Gieco y Silvio Rodríguez.
Seeger nació en 1919 en Nueva York. Quiso ser periodista y en Harvard fue director del periódico más radical del campus. Pero era la música su pasión primera y, a su entender, el mejor canal para transmitir su mensaje. Fue perseguido por su militancia en el partido Comunista por el propio senador Joseph McCarthy, usted sabe, el propietario del macartismo, y su terrorífica caza de brujas y condenado a 10 años de cárcel, aunque no llegó a cumplir la condena. Defensor de una paz justa entre palestinos e israelíes, supo comprender y apoyar la campaña BDS, boicot, desinversiones y sanciones contra el gobierno de Israel, por la justicia y la resistencia a la opresión.
Se podría hablar horas de Pete Seeger y de su compromiso y coherencia, se pueden escuchar durante horas sus profundas letras antirracistas, por la paz, contra el autoritarismo, a veces hilarantes, otras veces irónicas, algunas tomadas de la biblia, “del Eclesiastés”, explicaba, como “Turn, turn, turn”, cuyos derechos fueron donados por el autor al Comité israelí contra las demoliciones de casas, organización de derechos humanos que trata de evitar que destruyan las casas que los palestinos construyen en Israel. Sin embargo, antes de escuchar el bello y clásico “Si me quieren escribir”, tema que elegimos para cerrar esta contra de hoy, compartimos la carta que le enviara Silvio Rodríguez cuando el artista cumplía 90 años y el cubano no fuera autorizado a entrar en el imperio para participar del homenaje que músicos de todo el mundo organizaron para celebrarlo.
“La Habana, 3 de mayo de 2009.
Admirado y querido Maestro Pete Seeger:
En estos momentos se está celebrando el concierto de homenaje que decenas de cantores justamente te ofrecen. Pasan por mi mente algunas de las veces que tuve el privilegio de disfrutar de tu talento seductor de multitudes. Así te recuerdo en La Habana, cantando solidario junto al Grupo de Experimentación Sonora; así te recuerdo en aquella gira dedicada a Víctor Jara, por varias ciudades de Italia; y así también revivo aquella helada noche de febrero de 1980 en que respondiendo a tu llamado viajamos desde Nueva York hasta Poughkeepsie y te escuchamos “Snow, Snow”, obra maestra de quien se hizo preguntas ante un paisaje invernal”
“Traté de volver a estar contigo hoy, pero, como bien sabes, no me dejaron llegar los que no quieren que los Estados Unidos y Cuba se junten, se canten, se hablen, se entiendan. Son los que piensan que el mundo se divide en poderosos y en débiles; los que sólo aprecian a los que son ricos y fuertes. Son los que no nos perdonan que aún siendo pequeños hayamos decidido vivir de pie. La realidad grita que cada vez deben ser menos estos brutos, pero de alguna forma esa minoría todavía impera y manda. Algunos de ellos vieron un peligro en que nos encontráramos y que un simple acto de fraternidad simbolizara a dos pueblos vecinos que pueden coincidir en canciones y afectos”
“Pero no solo yo, querido Pete: todo mi digno y sin dudas mejorable país te admira, te respeta y celebra tus honorables nueve décadas defensoras de la justicia social, la paz y la cultura”
“Aquí nadie te ve como un peligro sino como un extraordinario amigo que no nos dejan abrazar con la libertad que quisiéramos. Por eso, más que yo, toda esta Cuba que te quiere, bloqueada todavía por los abusadores, está a tu lado ahora cantando tu profética We Shall Overcome y nuestra martiana Guantanamera”
“Un beso para Toshi (su mujer, decimos, fallecida hace algunos meses) y un fuerte abrazo para ti de
Silvio Rodríguez Domínguez”.