TALIBANES, FASCISTAS… PARA EL IMPERIO TODO VALE

Miguel Angel Ferrari miguelferrari@gmail.com

El 16 de setiembre del año pasado, comentando la crisis de Siria, decíamos en Hipótesis que “una arista poco difundida sobre este conflicto tiene que ver con las posiciones de Zbigniew Brzezinski, quien fue consejero del presidente James Carter y primer director de la Trilateral Comission (la Comisión Trilateral —Estados Unidos, Europa y Japón— lanzada por el banquero David Rockefeller en los años setenta). Brzezinski está  considerado como uno de los más prestigiosos analistas de política exterior de los Estados Unidos.
"Con los Ojos del Sur", columna de opinión emitida en "Hipótesis" el sábado 8 de marzo de 2014.
 
“Brzezinski —que no es ningún izquierdista, obviamente— confronta políticamente con los lobbies neoconservadores republicanos y sionistas, y advierte sobre la miopía geoestratégica de ambos grupos de presión, al afirmar que «están tan obsesionados con Israel, el Golfo Pérsico, Irak e Irán que han perdido de vista el cuadro global: las verdaderas potencias en el mundo son Rusia y China, los únicos países con una verdadera capacidad de resistir a los Estados Unidos e Inglaterra y sobre los cuales tendrían que fijar su atención»”.

Si a estos conceptos le agregamos que —tras la elección de Barack Obama en 2008 para su primer mandato presidencial— The Economist ironizó sobre la inexperiencia en política exterior del flamante presidente con un titular impactante: "¡Un nuevo cerebro para Barack Obama! Tiene 78 años y todavía funciona perfectamente. Pertenece a Zbigniew Brzezinski, el picante ex consejero de seguridad para Jimmy Carter”, comprenderemos algunos movimientos de piezas en el tablero internacional.

“Zbigniew Brzezinski —señala el analista francés Arthur Lepic, en un artículo publicado en la Red Voltaire, en 2004— preconiza hoy cómo se debe debilitar y acorralar militarmente a Rusia, y está convencido de que la mejor manera es la desestabilización de sus regiones fronterizas, una estrategia política que mucho interés despertó en el equipo del fallido candidato presidencial estadounidense John Kerry, equipo que reclutó a su hijo Mark Brzezinski como consejero para política exterior”.

Recordemos que John Kerry es, en la actualidad, el secretario de Estado de los Estados Unidos; es decir el canciller.

Una de las consignas coreadas por los manifestantes en la plaza Maidan de Kiev, entre los que prevalecían los más radicalizados grupos neonazis, era “ayer Kiev, mañana Moscú”.

Si profundizamos en la lectura de los trabajos de Brzezinski, nos encontraremos con que esa consigna tiene estrecha relación con uno de los ejes del análisis del politólogo polaco-estadounidense.

Según la propuesta de Brzezinski, para “liberar” los ingentes recursos naturales del país más grande del mundo (en buen romance, para saquearlos), hay que dividirlo en tres estados: una república rusa europea, otra siberiana y una tercera del Lejano Oriente.

Se trata —ni más, ni menos— del desmembramiento de la Federación Rusa, para lograr el dominio de Eurasia y con él, tender un cerco a China, el más serio aspirante a primera potencia mundial en las próximas décadas.

De modo que el palabrerío de Washington y sus aliados europeos sobre el derecho internacional y su supuesta violación por parte de Rusia, por su apoyo a los separatistas de Crimea, se constituye en un ruido de fondo que a un buen entendedor no le impide distinguir los claros propósitos expansivos de los Estados Unidos hacia el oriente.

¿O, acaso piensan en Washington que Vladimir Putin no lo leyó a Brzezinski?

Pero, como el objetivo no es la supuesta defensa de la democracia y el Derecho Internacional; pisoteado por el gobierno estadounidense en la ex Yugoslavia, en Afganistán, en Irak, en Libia, en Siria y en tantos rincones del planeta, el imperio se da el lujo de adoptar como aliados a los talibanes eslavos, esa fauna nazifascista que encabezó las marchas de la plaza Maidan, donde no todos eran ciudadanos democráticos que se oponían a la corrupción del presidente constitucional Víktor Yanukovich.

Los neonazis ucranianos, con su rol protagónico en los hechos de violencia, se supieron ganar relevantes lugares en el nuevo gobierno de Ucrania, surgido de un verdadero golpe de Estado propiciado por la OTAN.

Un breve paneo sobre la presencia de estos grupos terroristas en el gobierno de Kiev, nos permitirá comprobar una constante en la política de alianzas de la Casa Blanca: talibanes en Libia y en Siria, fundamentalistas y narcotraficantes en Kosovo, fascistas en Ucrania y en Venezuela… y siguen las firmas…

Poco tiempo antes de las protestas de la plaza Maidan, en Kiev, se conformó una especie de alianza ultraderechista denominada “Pravy Sektor” (la traducción al castellano sería “Sector de derechas”). Este frente agrupa a varios grupos neonazis, ultraderechistas y nacionalistas radicales tributarios de la tradición de Stepán Bandera (fallecido en 1959) y su organización armada insurgente que colaboró con las tropas nazis —engrosando la división “Galitzia” de las SS— cuando éstos invadieron la Unión Soviética en 1941.

Regresando al presente, digamos que el partido neonazi Svoboda, el mencionado frente Pravy Sektor y los partidarios de Stepán Bandera, fueron la fuerza de choque paramilitar decisiva para mantener a lo largo de tres meses el enfrentamiento con la policía en Kiev. Sin ellos no habría sido posible acabar derrocando el tambaleante gobierno de Viktor Yanukovich.

Mientras oficialmente Washington y Berlín apoyaban a líderes con corbata, como el actual primer ministro Arseni Yatseniuk o el ex boxeador Vitali Klischkó, otras fuerzas occidentales potenciaron como mano de obra al sector ultra. Dinero y canales de servicios secretos actuaron en Kiev de la misma forma en que lo hicieron en otras “revoluciones” contra adversarios. El resultado ha sido la aparición en la capital de Ucrania de un gobierno, que, sin poder ser reducido a una galería de radicales de derecha, contiene una muestra notable de ellos.

Veamos unos pocos botones de muestra de fascistas en el nuevo gobierno de Ucrania, surgido del golpe de Estado:

Andri Parubi, fundador del Partido Socialista-Nacionalista de Ucrania (de neto corte nazi), es el actual responsable del Consejo de Seguridad Nacional.
Aleksandr Sich, integrante del ultranacionalista y antisemita partido Sbovoda, es el viceprimer ministro de Ucrania.
Este mismo partido fascista cuenta con los ministerios de Ecología, Agricultura y Educación… la educación en manos de los nazis!!!

Para tener una idea de la ideología del grupo Sbovoda, recordemos que su máximo dirigente Oleg Tiagnibok, en su momento, calificó de héroe a Iván Demianiuk, uno de los matarifes ucranianos del campo de exterminio nazi de Sobibor, extraditado y juzgado en Alemania poco antes de morir.

Y, por si eso fuera poco, Tiagnibok calificó al derrocado gobierno de Ucrania como una “mafia ruso-judía”, al tiempo que hace cuatro años un documento programático de su partido llamaba a “abolir el parlamentarismo, prohibir todos los partidos políticos, nacionalizar la industria y los medios de comunicación, limpiar por completo la administración, el ejército y la educación, especialmente en el Este y liquidar físicamente a todos los intelectuales ruso-parlantes y ucrainófobos”.

Es bueno tener presente también que en 2013 el Congreso Mundial Judío pidió la ilegalización del partido Svoboda.

Con estos deplorables personajes han estado confraternizando en Kiev parlamentarios europeos y estadounidenses, brindándoles todo el apoyo necesario para derrocar al presidente Yanukovich.

Queda absolutamente claro que para el gobierno de los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN el fin justifica plenamente los medios.

Si hay que fragmentar a Rusia en tres repúblicas, tal como lo propone Brzezinski, no van a andar reparando si sus aliados son demócratas o fascistas. Esa es la ética de quienes hoy acusan a Rusia de violar el Derecho Internacional por apoyar el secesionismo de Crimea.

En medio de las amenazas a Moscú de sanciones económicas por parte de occidente, China actuó de nuevo como un formidable aliado de Rusia en la crisis ucraniana. Pekín enfrió magistralmente las ambiciones geopolíticas y las exigencias de los Estados Unidos al insinuar que puede exigir el pago a Washington de sus obligaciones de deuda en oro. La amenaza es lo suficientemente eficaz, teniendo en cuenta el hecho de que las reservas de oro de los Estados Unidos no cubren sus obligaciones.

Una verdadera perlita… ¿no?