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En la ciudad galesa de Newport,
el pasado viernes finalizó una de las cumbres más importantes de la Organización del
Tratado del Atlántico Norte (OTAN), desde su creación en 1949.
Tres fueron los ejes de la
mencionada cumbre.
"Con los Ojos del Sur", columna de opinión emitida en "Hipótesis" el domingo 7 de septiembre de 2014.
En primer lugar, se destaca la
aprobación de un Plan de Acción Rápida que contempla una fuerza denominada
“Punta de Lanza”, integrada por entre 3.000 y 5.000 efectivos. En rigor, esta
formación militar tiene por especial objetivo atacar a la Federación Rusa.
Estará destinada a los países limítrofes con Moscú, aunque no permanecerá situada
en ninguno de los países integrantes de la OTAN en esa región, en virtud de un acuerdo suscripto
en 1997 entre la OTAN
y Rusia, que establece la prohibición de estacionar tropas occidentales a lo
largo de la frontera rusa.
Obviamente, esta decisión tiene
que ver con la situación en Ucrania luego del golpe de Estado que destituyó al
presidente Viktor Yanukovich, con el abierto apoyo de occidente.
Todos los medios de manipulación
masiva de la información, nos están diciendo que estas medidas son preventivas,
ante posibles ataques rusos a sus países vecinos.
Pero es bueno recordar que Zbigniew Brzezinski, uno de
los politólogos más importantes de los Estados Unidos, en su trabajo “Una
estrategia para Eurasia”, señala —precisamente— que el poder que domine esta
región del globo ejercerá su dominio sobre la porción más productiva y con
mayor población del mundo.
Para evitar de Rusia sea uno
de esos poderes, Brzezinski propone dividir a Rusia en tres países, una Rusia europea,
una república siberiana y otro país en el extremo oriente ruso.
Conociendo la opinión de uno
de los más destacados asesores de política internacional de los demócratas, en
este caso del presidente Barack Obama, ahora se entiende mejor la ofensiva
sobre Ucrania y la reciente creación de este Plan
de Acción Rápida y el contingente “Punta de Lanza”.
Una segunda determinación de
esta cumbre de la OTAN
—que terminó este viernes en Gran Bretaña—, inédita desde la creación de esta
alianza militar, estuvo dirigida a incrementar el presupuesto de la
organización, equivalente a un dos por ciento del Producto Interno Bruto de cada
uno de los 28 países integrantes. De ese incremento, un 20 por ciento estará
destinado a equipamiento militar antes del año 2025.
El complejo militar-industrial
—como se podrán imaginar los oyentes— ya se está frotando las manos, mientras
hace sus cálculos.
El tercer tema estuvo centrado
en la creación de una gran coalición destinada a derrotar al denominado
Califato Islámico, creado por los disidentes de Al Qaeda en el norte de Irak y
de Siria. Esta coalición, integrada por los Estados
Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Canadá, Australia, Italia, Polonia,
Dinamarca y Turquía; contempla bombardear a Siria y a Irak, aunque descarta una
operación terrestre.
En declaraciones formuladas al
término de la cumbre, el presidente Obama reiteró —además— que, si bien su país
no enviará hombres a Siria, trabajará con una "coalición moderada"
opositora al presidente sirio, Bashar al-Assad.
No hace falta mucha intuición
para advertir que se trata de una jugada a dos puntas: por un lado, el
cumplimiento explícito del combate al denominado Califato Islámico; y por el
otro, darle continuidad por otro camino a la sistemática intromisión militar en
el territorio soberano de Siria.
A propósito de Siria y de los
terroristas —del ahora Califato—, recordemos que desde el comienzo de la
intervención militar occidental contra Damasco, el gobierno del Bashar al-Assad
viene denunciando el accionar de elementos terroristas de diversas
nacionalidades. Mientras que el imperio y sus aliados consideraban a estos
grupos fundamentalistas como “luchadores por la libertad” en Siria,
englobándolos con los escasos combatientes opositores sirios, del
autodenominado Ejército Libre Sirio.
En este punto, es muy importante
rastrear tanto el surgimiento de estos sectores terroristas, como la
instrumentación por parte de los Estados Unidos y sus socios occidentales de la
llamada “primavera árabe”. Primavera que, al estar por lo ocurrido en Libia,
Egipto y Siria, bien podríamos bautizarla de “crudo invierno”.
Thierry Meyssan, analista francés
de política internacional, reflexiona sobre este tema del siguiente modo:
“todos han notado la contradicción de los que hasta hace poco calificaban el
Emirato Islámico de «combatientes de la libertad»,
cuando esa organización operaba en Siria, y ahora se indignan ante sus
fechorías en Irak. Pero ese discurso —de por sí incoherente— resulta
perfectamente lógico en el plano estratégico: los mismos individuos debían ser
presentados como aliados ayer, y hoy como enemigos, aunque siempre estuvieron
—y siguen estando— a las órdenes de Washington”.
Meyssan revela, en una extensa
investigación, el lado oculto de la política estadounidense a través del
caso particular del senador John McCain, organizador —según sus
investigaciones— de la «primavera árabe» y, desde hace mucho tiempo,
interlocutor del califa Ibrahim (el actual jefe de los terroristas que ya
decapitaron a dos periodistas estadounidenses).
En esta columna haremos una
apretada síntesis de las conclusiones alcanzadas por el analista francés; y, luego,
en sucesivos programas ampliaremos esta información.
“Cuando me hallaba en Libia,
durante la agresión occidental —señala
Meyssan—, tuve la oportunidad de consultar un informe de la inteligencia
exterior. El informe decía que el 4 de febrero de 2011 la OTAN había organizado en
El Cairo una reunión para iniciar la «primavera árabe» en Libia y
Siria. Según el informe, John McCain había presidido la reunión. Aquel
documento contenía una lista detallada de los participantes libios, encabezados
por el segundo personaje más importante del gobierno libio de la época, Mahmud
Jibril, quien había cambiado abruptamente de bando al entrar en aquella reunión
para convertirse en el jefe de la oposición libia en el exilio. Recuerdo que,
entre los delegados franceses presentes, el informe citaba el nombre de
Bernard-Henry Levy, personaje que nunca ha ejercido oficialmente
ningún tipo de función en el gobierno francés. Muchas otras personalidades
participaron en aquel encuentro, entre ellas una nutrida delegación de sirios
residentes en el extranjero”.
Recordemos que el senador John
McCain es el líder de los republicanos estadounidenses, que perdió las
elecciones presidenciales en 2008 frente a Obama.
Luego de esta reunión, del 4 de
febrero de 2011, comenzaron las manifestaciones en Damasco y en la ciudad libia
de Benghazi, contra los gobiernos de Bashar al-Assad y Muammar el-Gaddafi.
“El 22 de febrero, John McCain estaba en
Líbano. Allí se reunió con miembros de la Corriente del Futuro —el partido
de Saad Hariri— a quienes encargó la supervisión de la introducción
de armas en Siria organizándolos alrededor del diputado
Okab Sakr. Después salió de Beirut para inspeccionar la frontera
siria y escoger las localidades, principalmente Ersal, que servirían como bases
de retaguardia a los mercenarios que posteriormente participarían en la guerra
que ya se estaba preparando.
“Las reuniones que presidió John McCain
marcaron claramente el inicio de un plan que Washington había trazado
hacía mucho tiempo, plan que preveía que el Reino Unido y Francia
atacaran simultáneamente Libia y Siria, conforme a la doctrina de «liderazgo
desde atrás» y el anexo del Tratado de Lancaster House firmado entre
Londres y París en noviembre de 2010”, puntualiza Meyssan.
El Tratado de Lancaster House
—aclaramos nosotros— que fue firmado en la capital británica, por los gobiernos
del Reino Unido y Francia, establece la cooperación entre las fuerzas armadas
británicas y francesas, el intercambio de materiales y equipos militares,
incluyendo la construcción de instalaciones comunes, el acceso mutuo a cada uno
de los demás mercados de la defensa y la cooperación tecnológica, incluso en
temas de armamento nuclear.
“En mayo de 2013, el senador John McCain
estuvo ilegalmente cerca de la ciudad de Idleb, en territorio sirio, donde
llegó a través de Turquía para reunirse con líderes de la llamada «oposición armada». El viaje sólo se hizo público a
su regreso a Washington”.
“El objetivo de su estancia ilegal
en territorio sirio era reunirse con el estado mayor del Ejército Sirio Libre
(ESL). Según McCain, el ESL se componía «exclusivamente de sirios» que luchan por «su libertad»
contra la «dictadura alauita»”.
Como prueba del encuentro, los
organizadores del viaje publicaron una fotografía en la que aparecen ocho
personas y se puede ver claramente al senador McCain dialogando con Ibrahim
al-Badri, el actual líder del terrorista Emirato Islámico, quien ahora —en
su carácter de califa— se autodenomina como Abu Bakr al-Baghdadí.
Es muy importante remarcar que Ibrahim al-Badri, alias Abu Du’a, el
actual al-Baghdadí, figuraba desde el 4 de octubre de 2011 en la lista de los
cinco terroristas más buscados por la justicia estadounidense, con una
recompensa de hasta 10 millones de dólares para quien contribuyese a su
captura. Y desde el 5 de octubre de 2011, su nombre había sido incluido en la
lista del Comité de Sanciones de la
ONU como miembro de al-Qaeda.
Vale decir que el actual jefe del
sanguinario Califato Islámico, estuvo reunido con John McCain un año y medio
después de haber sido catalogado como terrorista por los Estados Unidos y las
Naciones Unidas. McCain estuvo reunido a sabiendas con un calificado terrorista
para dar cumplimiento a los planes del imperio y de sus aliados británicos,
franceses e israelíes, en esta región del Medio Oriente.
“Pero eso no es todo —agrega el
investigador francés—. Un mes antes de su encuentro con el senador
estadounidense John McCain, Ibrahim al-Badri, bajo el nombre de
guerra de Abu Bakr al-Bagdadi, había creado el Estado Islámico en Irak y el
Levante (EIIL), siendo todavía miembro del estado mayor del «moderado» Ejército Sirio Libre”.
Ahora, como ocurrió con Al Qaeda, los
aliados del imperio cortan el cordón umbilical con sus progenitores y
desarrollan políticas no acordadas con Washington. Es allí cuando los
“combatientes de la libertad” que se proponían derrocar al gobierno sirio, se
convierten en los terroristas que hay que bombardear, como lo está haciendo en
estos momentos Obama en Irak y la
OTAN se propone hacerlo en Siria, para “defender la
democracia”.
Esto es solo la punta del iceberg.
En sucesivos programas hablaremos acerca
de: cómo Arabia Saudita comienza a soltarle la mano a los terroristas del
Califato, mientras Turquía e Israel comercializan el petróleo robado por los
yihadistas en Irak.