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La epidemia de ébola desatada en tres
países del África occidental ha puesto al mundo en vilo.
El director general adjunto de la Organización Mundial de la Salud , doctor Bruce Aylward,
manifestó que si no se incrementan las medidas para contener la crisis en los
próximos sesenta días, "mucha más
gente morirá" y será necesario enfrentar en el terreno el aumento
veloz de las infecciones.
"Con los Ojos del Sur", columna de opinión emitida en "Hipótesis" el sábado 18 de octubre de 2014.
Los
grandes grupos mediáticos, que comenzaron a mencionar al ébola solo cuando sus
efectos mortales empezaron a rozar a Occidente, poco o nada dicen de las causas
profundas que permiten que esta enfermedad se convierta en un flagelo para la
población, especialmente de menores recursos. Tampoco difunden la labor de
solidaridad que personas, entidades y países realizan para —aunque más no
fuera— paliar esta terrible dolencia.
Uno de estos héroes anónimos ha
contado su experiencia. Se trata de José Luis Garayoa, un misionero agustino
español que lleva años en Sierra Leona y que incluso ha llegado a ser
secuestrado por defender a los más débiles.
El misionero explica cuáles son
las dificultades socio-políticas a las que se enfrenta la población de este
país africano y su directa relación con la enfermedad.
Amigo
de Manuel García Viejo, el misionero que falleció en Madrid por el ébola,
Garayoa dice que no vino “a hacer turismo humanitario como hacen algunos para hacerse
fotos y subirlas a Facebook" y destacó de él su entrega no porque fuera
misionero ya que según indicó "tengo un santoral completito de
ateos", gente que se ha quedado en África, médicos y enfermeros que siguen
jugándose la vida. "Son ateos declarados pero yo les digo... rogad por
nosotros".
Conociendo
como pocos el continente africano, Garayoa asegura: "llevamos mucho tiempo
desde la Conferencia
de Berlín, donde nos repartimos África y desde entonces nos la seguimos
repartiendo” y agrega que a este continente solo “se lo ve como una fuente de
ingresos".
A propósito de la Conferencia de Berlín,
celebrada en esta capital entre noviembre de 1884 y febrero de 1885, no podemos
dejar de recordar que en ella las grandes potencias europeas, especialmente el
Reino Unido de Gran Bretaña, Francia y la Alemania de Bismarck, abordaron los problemas que
planteaba la expansión colonial en Africa y dieron los pasos necesarios para perpetrar
su reparto.
Se estableció que todo el territorio del continente africano, era
susceptible de ser apropiado con el uso de la fuerza. Solo se respetaron dos
países: Etiopía y Liberia, a los que se consideró soberanos.
En los años sesenta del siglo pasado, en plena Guerra Fría, la
mayoría de los países lograron su independencia política, pero en casi todos
los casos continuó la real dependencia de las ex metrópolis.
Europa y los Estados Unidos se encargaron de derribar a los
gobiernos progresistas que se proponían una alternativa realmente soberana,
inclusive recurriendo al asesinato como en el caso de Patrice Lumumba en el
Congo.
Hasta llegar al día de hoy, con la mayoría de los países africanos
gobernados por élites corruptas que facilitan los negocios de las
corporaciones, adhiriendo a las políticas neoliberales.
Por
su parte, el Centro para el Control de Enfermedades del gobierno federal de los
Estados Unidos —uno de los centros de mayor prestigio
y reconocimiento internacional, perteneciente al Servicio de Salud Pública
estadounidense—, publicó en setiembre de este año un informe sobre la
epidemia creada por el virus del ébola en el que puntualizaba que “los casos de
ébola podrían expandirse en una cantidad que podría variar de 550 mil casos a un
millón 400 mil en los primeros cuatro meses”. El
mismo informe cuestionó las cifras proporcionadas por la Organización Mundial
de la Salud
sobre el número de casos de la enfermedad causada por el virus del ébola y el
número de muertos. Este centro señalaba que probablemente los números sean
mucho mayores, alrededor de 20.000 casos de afectados por la enfermedad. Y enfatizaba
que era probable que el número de nuevos casos de afectados y de muertos
aumentara exponencialmente, pasando de cientos de casos a miles por semana.
Este
informe también indicaba que hoy la epidemia se centra en tres países del oeste
de África: Liberia, Sierra Leona y Guinea; donde las infraestructuras de
higiene, salud pública y servicios sanitarios son muy deficientes.
A
ello, nosotros le agregamos que esas infraestructuras han empeorado en los
últimos años, como consecuencia de las políticas de ajuste del gasto público,
incluyendo el gasto público sanitario. Estas políticas neoliberales —que
involucran a los tres países africanos mencionados— fueron impuestas también a
la inmensa mayoría de los gobiernos de Africa por el Fondo Monetario
Internacional y el Banco Mundial.
“El
primer caso que se conoce del ébola, según el Centro para el Control de
Enfermedades del gobierno federal de los Estados Unidos —señala el especialista
Vicenç Navarro—, se detectó en el antiguo Zaire, en el año 1976, donde se inició su transmisión como consecuencia de las
condiciones muy poco higiénicas de los servicios hospitalarios en aquel país,
con la utilización de jeringas pobremente esterilizadas. Un nuevo brote se
registró en Sudán en 1979, con 34 enfermos y 22 muertos. Y más tarde, hubo uno
en Zaire de nuevo. El escaso conocimiento del comportamiento y la
naturaleza del virus explica que no se hayan elaborado fármacos que puedan
curar la enfermedad, una situación muy común en enfermedades que se presentan
con mucha mayor frecuencia en los países llamados pobres. La industria
farmacéutica no presta atención a enfermedades y pacientes que no son
rentables. Hay muchos casos como este. Y la bien conocida insensibilidad de los
Estados de los países ricos hacia el bienestar de las poblaciones de los países
llamados pobres explica la escasa atención hacia este tipo de enfermedades, al
considerar erróneamente que no les afectarán. El SIDA demostró, sin embargo, el
error de estos supuestos”, concluye Navarro.
Pero
esta tremenda insensibilidad de la industria farmacéutica internacional —ahora
decimos nosotros— no es la única responsable de esta enfermedad. El factor más
importante, sin lugar a ninguna duda, es la existencia y la prolongada permanencia
en el tiempo de la extrema pobreza en estos países. Países condenados por la Conferencia de Berlín
en el siglo XIX, como decíamos, al saqueo y la violencia por parte de los
“civilizadores” europeos.
La mayoría de las economías de estos países africanos están, en gran medida, en manos de grupos financieros y económicos que obtienen su riqueza sin derramar ni un centavo hacia el resto de la población.
Liberia,
Sierra Leona y Guinea alcanzan aproximadamente a 20 millones de habitantes.
Como se podrán imaginar la casi totalidad de estos seres humanos viven en
la pobreza y en la indigencia.
Los
habitantes de estos países forman parte de la mitad más pobre de la población
mundial; de esa población mundial que posee la misma riqueza que las 85
personas más ricas del mundo.
Sí,
escucharon bien… según Oxfam, una confederación internacional que trabaja en 90
países, para combatir la pobreza… las 85 personas más ricas del mundo, sumadas,
poseen la misma riqueza que la mitad más pobre de todo el planeta.
¿Les
parece absurdo (además de tremendamente injusto)?
Esto
no es otra cosa que la tan promocionada globalización capitalista. El
capitalismo no es solo el sistema que se halla dentro del perímetro de los
países más desarrollados. El capitalismo es todo.
La
acumulación originaria surgida del saqueo de las riquezas de nuestra América
desde la conquista, contribuyó a dar origen a ese nuevo sistema que se estaba
gestando en Europa, al que posteriormente se llamó capitalismo.
Del
mismo modo que sería impensable un capitalismo europeo sin el saqueo de
nuestras tierras. En la actualidad, también es impensable el capitalismo
asentado en el Occidente político, sin el permanente saqueo de las riquezas de
los países periféricos a ese centro desarrollado.
Esta
idea ha sido magistralmente desarrollada por el geógrafo marxista británico,
David Harvey, quien acuñó el concepto de acumulación
por desposesión.
Esta
nueva forma de acumulación, consiste en el uso del método de la acumulación
originaria para mantener el sistema capitalista, mercantilizando ámbitos hasta
entonces cerrados al mercado.
Mientras
la acumulación originaria supuso una etapa, más o menos prolongada, que —como
decíamos— sentó las bases materiales de la nueva sociedad capitalista. La
acumulación por desposesión es permanente. Opera todos los días.
Este
capitalismo senil —que no está dispuesto a morir— necesita para su
sobrevivencia despojar permanentemente tanto a los países dependientes o de
menor desarrollo, como a su propia población (casos de varios países de la Unión Europea ).
Los
tres países africanos mencionados, epicentro de la epidemia de ébola, junto a
Bangla Desh y Haití, constituyen —gracias a las recetas neoliberales— los cinco
países cuyos gastos públicos sanitarios, por habitante, son los más bajos del
planeta.
Las
privatizaciones en materia de salud y salubridad, y la disminución de los
presupuestos para esas áreas, impuestas por el Fondo Monetario Internacional y
el Banco Mundial, para acceder a refinanciar sus deudas externas (seguramente
fraudulentas), son las llamadas condicionalidades exigidas por la usura
internacional.
Nada
de esto se dice a través de los grandes medios manipuladores de la información.
También
se retacea la noticia de que Cuba envió a los tres países africanos —por estos
días— 165 médicos y paramédicos.
Ah…
pero quédense tranquilos… el presidente Barack Obama acaba de designar a Ron
Klain, como el “zar” de la lucha contra esta terrible enfermedad… que se sumará
a los 3.000 soldados que Washington
enviará al Africa a para combatir el ébola… suponemos que no será a
tiros.