Por Miguel Angel Ferrari
“En 2015, nosotros
anticipamos que las organizaciones estudiantiles y la oposición política van a
organizar protestas en los meses previos a las elecciones legislativas”, dijo textualmente
el general Vincent Stewart, director de la Agencia de Inteligencia
del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, en un informe presentado ante la Comisión de Asuntos Militares de la
Cámara de Representantes de su país.
El general Stewart se
refería puntualmente a la República
Bolivariana de Venezuela y agregaba “estamos un poco preocupados por las
elecciones que tienen previsto realizarse en Venezuela y lo que eso podría
significar en términos de violencia y de violaciones a los derechos humanos”.
“Con los Ojos
del Sur”, columna de opinión emitida en “Hipótesis” el sábado 7 de febrero de
2015.
A estar por la ola de
violencia ocurrida durante los primeros meses del año pasado, estas
declaraciones de un general tres estrellas de este país norteamericano, no solo
constituyen un abierto acto de intromisión en los asuntos internos de
Venezuela, sino que tienen todo el carácter de una profecía autocumplida.
A nadie se le escapa
que las guarimbas —como denominan los
venezolanos a los actos de violencia callejeros— ocurridos en 2014, formaban
parte de lo que se ha dado en llamar un golpe
suave.
"La
naturaleza de la guerra en el siglo XXI ha cambiado", manifiesta el
politólogo estadounidense Gene Sharp, y agrega "nosotros combatimos con
armas psicológicas, sociales, económicas y políticas".
Como se puede apreciar, estas son las armas
que en la actualidad se utilizan para derrocar gobiernos, antes de recurrir a
las armas convencionales. Sharp es autor de un polémico ensayo titulado “De la dictadura a la democracia”; en este trabajo describe
198 métodos para derrocar gobiernos mediante lo que se conoce como “golpes
suaves”.
El eje del pensamiento de Sharp radica en la consideración de que el poder no es monolítico. Para Sharp el poder de cualquier Estado —independientemente de su organización estructural interna— deriva de los individuos de ese Estado. Su idea-fuerza consiste en que toda estructura de poder se basa en la obediencia de los sujetos a las órdenes de los dirigentes. De esa forma, si el sujeto no obedece, los líderes no tienen poder.
El eje del pensamiento de Sharp radica en la consideración de que el poder no es monolítico. Para Sharp el poder de cualquier Estado —independientemente de su organización estructural interna— deriva de los individuos de ese Estado. Su idea-fuerza consiste en que toda estructura de poder se basa en la obediencia de los sujetos a las órdenes de los dirigentes. De esa forma, si el sujeto no obedece, los líderes no tienen poder.
Estos “golpes suaves”,
como lo demuestran los hechos acontecidos en distintos lugares del planeta, no
son las únicas herramientas para interrumpir determinados procesos políticos.
Si el gobierno al
que se quiere derrocar no ha construido una sólida y organizada base popular,
es probable que el llamado “golpe suave” sea suficiente; puesto que —incluso—
puede llegar a sumar a numerosos sectores de la población a sus maniobras,
facilitando de este modo la caída de ese gobierno.
Pero, si ello no
ocurre, en un segundo momento la suavidad se torna en dureza y comienzan a
funcionar los mecanismos militares, llegando a una intervención armada por
parte de una potencia extranjera o mediante la utilización de mercenarios.
Debemos recordar
que ya en diciembre el gobierno de los Estados Unidos —en otro acto de
inadmisible injerencia— implementó sanciones a Venezuela, con el pretexto de
que Caracas produjo violaciones a los derechos humanos.
Ante estas nuevas
intromisiones, el gobierno venezolano recurrió a la Comunidad de Estados Latinoamericanos
y Caribeños (CELAC) y a la Unión
de Naciones Sudamericanas (UNASUR), en las personas del presidente Rafael
Correa, presidente pro tempore de la
CELAC ; y al doctor Ernesto Samper, secretario General de la UNASUR , quien visitó
Venezuela esta semana para interiorizarse de esta situación.
Toda la
solidaridad con la democracia venezolana, con su pueblo y su gobierno, ante el
peligro de las acciones golpistas promovidas por Washington. Golpes suaves, que también promueve en
distintos países de la región —incluido el nuestro—, con la genuflexa
colaboración de la oposición derechista.
Durante el
transcurso de esta semana que está concluyendo, dos hechos de extrema
importancia han tenido como escenario el Medio Oriente.
Prosiguiendo con
su abyecta violencia, el autodenominado Estado Islámico, luego de la
decapitación de dos rehenes japoneses, procedió a quemar vivo —dentro de una
jaula metálica— al piloto jordano Moaz
al Kasasbeh. Este piloto que participaba de una escuadrilla jordana que
bombardeaba sobre territorio ocupado por el Estado Islámico, debió eyectarse de
su avión y fue capturado por los terroristas.
Este horrendo crimen ha puesto en vilo a numerosos países
musulmanes contra los terroristas del Estado Islámico, en su momento instruidos,
armados y financiados por Occidente e Israel, para derrocar al gobierno de
Siria.
Por su parte —ayer viernes— rebeldes shiítas, del clan de los
hutíes, tomaron el poder en Yemen y disolvieron el Parlamento.
Partidarios de los
hutíes llenaron la plaza central en Saná, la capital yemení, para celebrar la
culminación de su golpe de Estado. Lanzaron fuegos artificiales y ondearon
banderas y carteles en los que condenaron a los Estados Unidos y al Estado de
Israel.
Estos milicianos
shiíes, por afinidad religiosa, contarían con el respaldo del gobierno iraní y
de la formación político-militar Hezbollah, de origen libanés.
Estos acontecimientos
nos motivaron a difundir fragmentos de un trabajo del analista francés Thierry Meyssan,
titulado “Drástico cambio en los intereses de los Estados Unidos en el
Levante”.
“La situación en el Levante —señala Meyssan— pudiera
evolucionar rápidamente gracias a la crisis de autoridad en Washington y
también al ascenso del príncipe Salman al trono de Arabia Saudita. Un
posible traspaso del poder en Israel facilitaría esa evolución.
“En primer lugar, la crisis
de autoridad que paraliza a los Estados Unidos sigue movilizando a la clase
dirigente de ese país. Después del llamado del presidente honorario del Council
on Foreign Relations (el Consejo de Relaciones Exteriores) exhortando al
presidente Obama a que se rodee de personalidades experimentadas de ambos
partidos, el New York Times dedicó un editorial a
un informe publicado en octubre por la Rand Corporation.
“En un año, el principal
tanque pensante dedicado a los temas militares ha dado un giro de
180 grados. Según ese instituto, la victoria de la República Árabe Siria
es ahora «la opción más conveniente» para
Estados Unidos mientras que su caída sería «el peor de los
desenlaces». Los grupos armados han perdido todo apoyo entre la
población urbana, las deserciones cesaron desde hace más de un año y
el Ejército Árabe Sirio prosigue la liberación del territorio nacional.
“En todo caso —prosigue la Rand Corporation —
la victoria de Siria no beneficiará a Irán mientras el Emirato
Islámico siga presente en Irak. También pronostica que los países que
hasta ahora habían estado alimentando a los yihadistas van a dejar de hacerlo. En
efecto, esos países ya no pueden seguir abrigando esperanzas
de vencer a Siria por esa vía y ahora temen que los yihadistas
se vuelvan contra ellos. Por consiguiente, concluye la Rand Corporation ,
no habrá solución negociada con los países que apadrinaron la agresión
yihadista sino una clara victoria del «régimen» (denominación occidental
respecto del gobierno sirio de Bashar al-Assad), victoria a la que
Estados Unidos debería tratar de asociarse.
“Obsérvese
el cambio radical de posición del complejo militar-industrial. Hace un año, la Rand Corporation
aconsejaba bombardear Siria, como se hizo en Libia, y emprender
una acción terrestre con carácter limitado para crear zonas protegidas,
administradas por los «revolucionarios». Pero ahora reconoce
implícitamente que nunca hubo revolución en Siria y que, luego de un
largo momento de vacilación sobre su futuro, la mayoría sunnita apoya
nuevamente la República laica.
“En segundo
lugar, en Arabia Saudita, el nuevo rey Salman trató primeramente de deshacerse
de todos los antiguos partidarios de su predecesor, llegando incluso a despedir
al príncipe Miteb y al secretario de palacio, dos horas después de la
muerte del rey Abdallah. Pero luego dio marcha atrás a esas decisiones, después
de reunirse con su amo estadounidense. Finalmente, Miteb será el único
sobreviviente de la era anterior, mientras que el príncipe Bandar ha sido
descartado. Es que Bandar alimentaba el Emirato Islámico, con ayuda de la CIA , para mantener al rey
Abdallah bajo presión a favor de los intereses del clan de los Sudairis.
“En tercer
lugar —prosigue el analista francés—, el ataque de Israel contra Hezbollah,
seguido de la respuesta de Hezbollah contra el ejército israelí,
paradójicamente pone de relieve la debilidad de Benyamin Netanyahu en pleno
periodo electoral. El primer ministro saliente creía que la resistencia
libanesa sería incapaz de responder a la agresión y que este enfrentamiento
favorecería su propia posición con vista a las elecciones. Este error de
cálculo puede costarle el puesto, lo cual provocará gran satisfacción en la Casa Blanca , que hace
tiempo ha dejado de disimular la exasperación que le inspira el fanatismo
de Netanyahu.
“Con
cambios concretos en Washington, en Riad y posiblemente en Tel Aviv,
es posible concluir razonablemente que en los próximos meses los Estados Unidos
concentrarán sus esfuerzos en sacar al Emirato Islámico
del Levante y proyectarlo fuera de su zona de influencia,
contra Rusia y China”, concluye nuestra cita de la nota de Thierry Meyssan.
Una vez
más, reiteramos nuestro análisis de años atrás, el gobierno de los Estados
Unidos —luego de groseros errores— adhiere al pensamiento del teórico Zbigniew
Brzezinski, cuyo eje está puesto en la confrontación de Washington con Moscú y
con Pekín, mucho más allá del Medio Oriente.
Es por ello
que hoy el centro del conflicto este-oeste está focalizado en la guerra
desatada, luego del golpe apoyado por la OTAN en Ucrania, que permitió incorporar a
sectores fascistas al gobierno de ese país.
Ayer
estuvieron en Moscú la canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés
François Hollande, negociando con el presidente ruso Vladimir Putin un acuerdo
de paz. Pero éste, será tema de otro análisis.