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A Eduardo
Galeano no le interesaba conocer el futuro. Él prefería construirlo. Y lo construyó hasta en los
últimos momentos de su vida.
“Homenaje”,
columna de opinión emitida en “Hipótesis” el lunes 13 de abril de 2015.
El presidente
Nicolás Maduro acaba de revelar que este “patriota de muchas patrias”, hace
pocos días estampó su firma entre los millones de mujeres y hombres que le
solicitaron al presidente estadounidense, que derogue el decreto de intromisión
en los asuntos internos de Venezuela.
Su escritura,
sencilla y profunda a la vez, se derramó por América latina. Circuló por sus
venas abiertas. Su calidez mitigó el dolor de nuestros pueblos. Su claridad
iluminó las conciencias de muchos compatriotas de la Patria Grande. Su ingenio
asombró a varias generaciones. Su identificación con el ciudadano común, llenó
de goles el camino de la liberación. Su valentía obró como ejemplo en la lucha
contra el opresor.
Por esas
travesuras de la historia, su obra emblemática llegó a las manos del presidente
Barack Obama. Fue el presidente Hugo Chávez quien —en la Cumbre de las Américas de
Trinidad y Tobago— le entregó “Las venas abiertas de América latina”.
El habitante de
la Casa Blanca ,
llegó a Washington, lo colocó en un estante de su biblioteca y nunca lo leyó.
Quienes saben perfectamente
que los gobernantes de su país, cometieron atroces violaciones a los derechos
humanos a lo largo de siglos, no les interesa la Historia. Solo hablan del
futuro, porque en él todavía no mancillaron a ningún pueblo.
Ese gesto de Chávez
y la enorme carga simbólica de las “Venas abiertas…”, obraron el milagro. Nuestra
América, la América
de Galeano dejó de ser el patio trasero. Las actuales cumbres ya no son lo que
eran.
El “Libro de
los abrazos” nos enseñó a los habitantes de estas tierras a estrecharnos como
hermanos. También nos enseñó el valor de la palabra.
En el breve capítulo
“Celebración de la voz humana / 1” ,
Eduardo Galeano nos dice “los indios shuar, los llamados jíbaros, cortan la
cabeza del vencido. La cortan y la reducen hasta que cabe en un puño, para que
el vencido no resucite. Pero el vencido no está del todo vencido hasta que le
cierran la boca. Por eso le cosen los labios con una fibra que jamás se pudre”.
En su momento
Eduardo Galeano supo decir del Comandante Ernesto Guevara que el “Che” tenía
esa “peligrosa costumbre de seguir naciendo”.
Este lunes 13
de abril, Eduardo Galeano comenzó a nacer y —seguramente— lo seguirá haciendo.
Todo depende de nosotros. De la maravillosa tarea de difundir sus ideas y su
ejemplo.