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Si esta semana la Argentina fue atravesada
por ciertos fallos de la justicia, que nos dejan sin aliento, que nos
desmoronan, que nos desinflan, que nos indignan, que nos enfurecen, esta misma
semana acá en Francia, no fue muy diferente.
“Contratapa”,
columna de opinión emitida en “Hipótesis” el sábado 23 de mayo de 2015.
Ilustración: Zyed Benna y Bouna Traoré.
Hace 10 años, el
27 de octubre de 2005, en Clichy-sous-Bois, suburbios del noreste de Paris, dos
jóvenes de 15 y 17 años, Bouna Traoré et Zyed Benna, morían electrocutados en
un transformador de la empresa EDF, Electricidad de Francia. Allí se habían
refugiado para escapar de la policía. La policía los perseguía porque el sereno
de un cementerio cercano, había visto varias siluetas dando vueltas por una
zona de obras en construcción e imaginando que se trataba de malhechores, había
dado aviso a la policía.
Bouna y Zyed murieron
electrocutados por portación de barrio, de cara, de nombre, de color de piel,
porque eran culpables antes de ser inocentes.
8 adolescentes volvían temprano
a sus hogares tras haber jugado un partido de futbol en un terreno cercano.
Volvían temprano porque en el mes de ramadán, al caer la noche, se suspende el
ayuno y cada familia se reúne a celebrar el rito musulmán.
Uno de los pibes, David, es
fácilmente reducido por los efectivos policiales, quienes tras esposarlo, se
introducen en la zona de obras en construcción en busca de los otros. Armados
de pistolas Flashball y otras armas, al no poder encontrarlos, avisan por radio
que siguen en la persecución y piden refuerzos. Suben nuevamente al auto
encienden la sirena, y como en una de esas series yanquis, tan de moda hoy, comienzan
el seguimiento. Los neumáticos derrapan en las calles, chirrían, atraviesan un
parque de la zona, el parque de los Enamorados, algunos de los pibes pueden
escapar. Por su parte Bouna, Zyed y Muhittin, escalan primero el enrejado y
luego el muro perimetral de la empresa de la energía y ya adentro se encuentran
con grandes carteles que indican el peligro de muerte que están corriendo. Los
chicos escuchan que en el exterior las sirenas de los autos policiales siguen
sonando y tratan de entrar en el edificio de la administración, pero no lo
logran. Terminan refugiándose en el fondo del transformador.
Según lo relata puntillosamente
la periodista Elsa Vigoureux, que reconstruye minuto a minuto los hechos en un
artículo aparecido en L’Obs de octubre 2006, un año después, los efectivos
policiales, que ya tenían 6 pibes controlados, vuelven a los puestos e informan
que quedan al menos dos que no han podido capturar que han entrado en la
central transformadora y que --palabras más palabras menos-- “no les dan muchas
esperanzas de vida ahí dentro” Los
vehículos se van del lugar unos 45 minutos más tarde. Sólo uno de los autos
policiales, sigue recorriendo la zona.
A las 6 de la tarde con 12
minutos, la comisaría de Clichy sufre un corte de energía que la dejará unos
segundos en el oscuro.
Adentro piensan que se trata
de un banal corte de energía.
La realidad es que en ese
mismo instante, a las 6 de la tarde con 12 minutos del 27 de octubre de 2005,
tres pibes, Bouana, Zyed y Muhittin reciben una descarga eléctrica de
20 000 voltios.
Muhittin, incinerado pero vivo,
alcanza a levantarse, escala el muro y como puede corre hasta el barrio para
avisar al hermano de Bouna lo que ha ocurrido en la central transformadora.
Tiene que ir urgente. La situación es grave.
El muchacho, junto con otros,
llega hasta la central eléctrica y no pueden acercarse por las altas
temperaturas. Llaman a los bomberos.
Llegan los bomberos, los
servicios médicos y nuevamente la policía, la misma. Tras entrar al
transformador y ver lo ocurrido, uno de los policías, comunica por radio al
puesto central: “Tenemos dos personas Delta Charlie Delta” (DCD, por las
iniciales de cada palabra, “décédé”, en francés, muertos en castellano).
10 años después, el lunes 18
de mayo, esta semana, los dos policías que habían perseguido a los
adolescentes, fueron dejados en libertad por el tribunal correccional de la ciudad
de Rennes. El abogado de las familias de las víctimas Jean-Pierre Mignard,
denuncia “apartheid judicial” y en reportaje radial expresa que “la palabra de
dos policías blancos prevalece por sobre cualquier otra consideración”,
confirma que va a apelar el fallo judicial y lanza un último concepto que si
bien no sorprende, no deja de ser estremecedor: “en este país hay fracturas
raciales, en algún momento habrá que despertarse”
Traducimos una parte del fallo
(aparecido en el diario Le Monde) de la fiscal que considera que “dado que el
agente de policía Sebastien Gaillemin, (acusado junto con los otros efectivos
de no asistencia a persona en situación de peligro) no era consciente del
peligro que corrían los jóvenes, no se le pueda reprochar el no haber procedido
para remediarlo”
Un diputado de la derecha
sarkozysta, Christian Estrosi, vomita su odio de clase en un programa de
televisión: “La justicia resolvió y le dio la razón a los policías” y continuó:
“Las familias tienen que ocuparse de educar a sus hijos para que no sean
delincuentes…”
Zyed, Bouna, Muhittin y los
demás adolescentes, buscaban escapar de la policía, por reflejo, por el hábito
de ser tratados de culpables sin causa, son culpables antes de ser inocentes, son
estigmatizados, por pertenecer a categorías tradicionalmente acusadas por los
medios como fuente de problemas sociales (por origen étnico, por religión, por
habitar en las cités)
Para los menos memoriosos, recordamos
que cuando estos dos pibes murieron electrocutados, en 2005, Francia entera
estalló, durante semanas, los suburbios de las grandes ciudades ardieron. Las
crónicas de la época detallan que más de 10 000 vehículos fueron
incendiados, como así también edificios públicos, escuelas, guarderías, el
gobierno declaró la emergencia social el 8 de noviembre. Las tres semanas que
siguieron son consideradas como las de mayor agitación social urbana después de
mayo del 68.
Y para no olvidar tampoco, Nicolás
Sarkozy, que era en esos momentos ministro del interior, declaró casi al instante
que “excluía que se hubiese tratado de una falta policial”
Al grito de “Policía asesina, estado
racista” los grupos de manifestantes que acompañaban y sostenían a los
familiares de Zyed y Bouna, el lunes pasado frente a los tribunales, fueron
reprimidos por la policía anti disturbios, apostada en las puertas del
edificio. Los CRS – la
Compañía de Seguridad Republicana--, pistolas flashball en
mano, gases lacrimógenos y “palitos de abollar ideologías” según la definición
de Mafalda, deciden que es el momento de actuar y avanzan con sus escudos
delante. Los organizadores de la manifestación se interponen entre la policía y
los manifestantes que portaban un cartel en donde se leía: “de Zyed a Remy,
desarmemos a la policía”, Remy, otro caso de joven muerto por el gatillo fácil
francés.
De estar en Argentina, se habría
escuchado el tristemente clásico: “yo sabía, a Zyed y a Bouna los mató la
policía”.