CLAROSCUROS: "ENCICLICA VERDE" • CRIMENES RACIALES EN EE.UU.

Por Miguel Angel Ferrari
miguelferrari@gmail.com

“La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería”, advierte el papa Francisco en su encíclica «Laudato si» (Alabado seas), sobre “el cuidado de la casa común”, difundida el pasado jueves en el Vaticano. 


“Con los Ojos del Sur”, columna de opinión emitida el sábado 20 de junio de 2015.

El texto de 192 páginas en su versión española, presenta un análisis de la situación ambiental en el mundo, hace severas críticas al modelo capitalista consumista, responsabiliza a los poderes económicos y a los países desarrollados de gran parte de los desastres ecológicos. En esta encíclica, el Papa vincula el tema central del cuidado del ambiente y de la naturaleza con la defensa de la vida y la dignidad de las personas, la pobreza y la exclusión en el mundo.

Este documento papal ha concitado elogios y severas críticas. Entre los primeros queremos destacar la nota titulada “Encíclica Verde”, publicada ayer por Frei Beto, fraile dominico brasileño, teólogo de la liberación, autor de más de cincuenta libros y uno de los principales  animadores del Foro Social Mundial de Porto Alegre.

Este es su texto.

“En homenaje a San Francisco de Asís, el Papa Francisco lanzó una encíclica holística, «Alabado Seas», en la cual asocia la degradación ambiental y el aumento de la pobreza mundial.  El texto constituye un llamamiento urgente a la humanidad para salir de la "espiral de autodestrucción".

El jefe de la Iglesia Católica condena el actual modelo de desarrollo centrado en el consumismo y en la obtención del lucro inmediato.  Denuncia «la incoherencia de quien lucha contra el tráfico de animales en riesgo de extinción, pero permanece completamente indiferente ante la trata de personas, se desentiende de los pobres o se empeña en destruir a otro ser humano que le desagrada».

Salvar el Planeta es salvar a los pobres, clama Francisco.  Ellos son las principales víctimas de las secuelas dejadas por invasiones de tierras indígenas, destrucción de los bosques, contaminación de ríos y mares, por uso excesivo de agrotóxicos y de energía fósil.

El texto rescata la interacción bíblica entre el ser humano y la naturaleza y hace mea culpa en cuanto al modo en que la Iglesia interpreta el mandato divino de «dominar» la Tierra.  También amplía el significado de «No matarás»: «Un veinte por ciento de la población mundial consume recursos en tal medida que roba a las naciones pobres y a las futuras generaciones lo que necesitan para sobrevivir».

No hay desarrollo social positivo y el progreso científico positivos, advierte el Papa, sin el respaldo de la ética y la centralidad del bien común en todo lo que se investiga y planifica.

El combate a la idolatría del mercado es enfático, al señalar que el hambre y la miseria no van a terminar simplemente con el crecimiento del mercado.  «El mercado por sí mismo no garantiza el desarrollo humano integral y la inclusión social».

Más allá de criticar como inocuas todas las reuniones importantes de la cumbre sobre el tema del medio ambiente, ya que las buenas intenciones no salen del papel, Francisco amplía el concepto de la ecología para resaltar la «ecología integral», la «ecología cultural» y la «ecología de la vida cotidiana».

Ninguna otra encíclica contiene tanta poesía.  Francisco destaca que «Todo el universo material es un lenguaje del amor de Dios... El suelo, el agua, las montañas, todo es caricia de Dios».  Y, por primera vez, una encíclica valora la contribución de la obra de Teilhard de Chardin, censurado por Roma durante toda la primera mitad del siglo pasado. 

Frei Betto
19 de junio de 2015

Recordemos que Pierre Teilhard de Chardin, religioso francés de la orden jesuita, paleontólogo y filósofo, realizó importantes aportes desde el pensamiento católico en relación con las tesis evolucionistas de Charles Darwin.

En 1958, tres años después de la muerte de Teilhard, el sacerdote Janssens informó a la Compañía de Jesús, que un decreto del Santo Oficio, dirigido por el cardenal Ottaviani, requirió a las congregaciones retirar de todas las bibliotecas las obras de Teilhard. El documento dice que los textos del jesuita "representan ambigüedades e incluso errores tan graves que ofenden a la doctrina católica" por lo que "alerta al clero para defender los espíritus, en particular los de los jóvenes, de los peligros de las obras de Pierre Teilhard de Chardin y sus discípulos".

En esta encíclica, el Papa Francisco señala: “El mercado por sí mismo no garantiza el desarrollo humano integral y la inclusión social”… ¡qué a la izquierda de algunos socialdemócratas, que —en pleno siglo XXI— todavía comparten la idea de Adam Smith sobre la “mano invisible del mercado”!

Por su parte, el gobierno boliviano calificó la encíclica como "avanzada y revolucionaria". "Por algo, la derecha conservadora internacional ha arremetido ahora y hablan de un papa marxista", dijo el viceministro de Coordinación con los Movimientos Sociales boliviano, Alfredo Rada.

Pero no todo es color de rosa…

Las críticas a la encíclica del Papa por parte de los sectores más conservadores no se han hecho esperar, y no han aguardado siquiera a la publicación de "Laudato Si".

El exgobernador de Florida y posible candidato a la presidencia de los Estados Unidos, Jeb Bush, arremete contra Francisco por sus referencias al cambio climático.

En un mensaje en plena campaña electoral en el estado de New Hempshire, el hijo y hermano de presidentes, afirmó el pasado martes: "No me dejaré dictar la política económica por mis obispos, mis cardenales o mi Papa", en clara referencia a las implicaciones económicas que pueden tener medidas contra el cambio climático como la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono.

Jeb Bush se convirtió al catolicismo hace 25 años pero en este caso no parece dispuesto a seguir las indicaciones del Pontífice.

Las críticas a la postura del Papa Francisco en temas ambientales como la lucha contra el cambio climático reafirman la postura de Jeb Bush y muchos otros líderes republicanos de los Estados Unidos, que se alinean claramente con la denominada corriente de negacionistas del cambio climático.

En concreto, Jeb Bush ha declarado en diversas ocasiones que considera, efectivamente, la Tierra está registrando un cambio del clima pero que —en su opinión— no existen evidencias de que los seres humanos sean los culpables de este cambio.

"Es una arrogancia sostener que con relación a los cambios climáticos exista una ciencia exacta", ha declarado el nuevo candidato de la dinastía Bush. A la espera del texto oficial de la encíclica, Jeb Bush afirmó en New Hempshire que la religión debería ocuparse de "hacer mejores a las personas y menos de cuestiones que tienen que ver con aspectos políticos".

La postura negacionista de Jeb Bush y muchos otros miembros de su partido ha recibido durante los últimos años importantes apoyos de lobbys y empresas relacionadas con sectores como los hidrocarburos.

La mayoría republicana en el Senado y la Cámara de Representantes pone en serias dificultades las actuaciones del actual gobierno de los Estados Unidos en la lucha contra el cambio climático y pueden condicionar la postura de la Casa Blanca en las negociaciones del tratado que debería ser aprobado en el Cumbre del Cambio Climático, que se celebrará el mes de diciembre en París bajos los auspicios de la ONU.

De más está decir que esta encíclica será un importante aporte a esta cumbre de París.


En otro orden, no podemos dejar pasar en esta columna de política internacional el salvaje atentado terrorista perpetrado en la ciudad estadounidense de Charleston, en el estado de Carolina del Sur.

Dylann Roof, un joven blanco de 21 años, asesinó a balazos a 9 fieles afroestadounidenses que se hallaban orando en una iglesia metodista.

Una vez más, como en tantísimas oportunidades anteriores, muchos medios de desinformación acentúan el origen de esta matanza en el desequilibrio psíquico del asesino, cuestión que —por supuesto— no es de descartar. Pero, una lectura sensata de este acto criminal, de neto corte racista, no puede menos que llevarnos a enhebrarlo con las reiteradas muertes de jóvenes afroestadounidenses perpetradas por agentes policiales de diversos estados.

Este brote neofascista no obedece a factores casuales o individuales. ¿No hemos visto —acaso— fotografías o filmaciones de soldados estadounidenses torturando a prisioneros iraquíes en la Prisión de Abu Ghraib?

¿No hemos visto fotos de marines orinando cadáveres de ciudadanos árabes, riéndose socarronamente?

¿No hemos escuchado innumerables noticias de bombardeos con drones sobre asistentes a fiestas de casamiento en Afganistán?

¿No fue muerto sin juicio previo —habiendo sido capturado— el terrorista Osama Bin Laden en Pakistán, mientras Barak Obama y Hillary Clinton reían en la Casa Blanca?

¿No fue asesinado como un perro por esbirros funcionales a la OTAN el gobernante libio Muhammar Gadafi?

¿No fueron quemados con napalm o nafta gelatinosa, millares de vietnamitas en los años sesenta y setenta por las fuerzas militares del Pentágono?
¿No tiene nada que ver con esta matanza la libre circulación de armas en los Estados Unidos, fomentada por la derechista Asociación Nacional del Rifle?

¿No ha contribuido en la manipulación de la opinión pública el trabajo de Samuel Huntington, “El choque de civilizaciones”?

A propósito de este libro, repasemos este fragmento…

“Occidente, y particularmente los Estados Unidos, que siempre han sido una nación misionera, cree que los pueblos no occidentales deben comprometerse con los valores occidentales de democracia, mercados libres, gobierno limitado, derechos humanos, individualismo, imperio de la ley, y deben incorporar dichos valores a sus instituciones. En otras civilizaciones hay minorías que aceptan y promueven estos valores, pero las actitudes dominantes hacia ellos en las culturas no occidentales vas del escepticismo generalizado a la oposición radical. Lo que para Occidente es universalismo, para el resto del mundo es imperialismo”.

Dylann Roof, el asesino de los nueve afroestadounidenses del templo metodista, comenzó quejándose de que los "negros estaban tomando el mundo" y mencionó que "alguien tenía que hacer algo al respecto para la raza blanca". Luego, precisó que "quería iniciar una guerra racial”.

Decía el escritor, humanista y economista español José Luis Sampedro, crítico profundo de la decadencia de occidente, del neoliberalismo y de las consecuencias del capitalismo salvaje…

“¿La gente está loca? No, la gente está manipulada”.