PRESENCIA MILITAR RUSA EN SIRIA, UN PUNTO DE INFLEXION

El presidente Vladimir Putin, con jefes militares rusos,
el segundo día de los bombardeos en Siria.
Por Miguel Angel Ferrari
miguelferrari@gmail.com

Antes de comenzar con nuestro tema de hoy, referido a la abierta participación de la Federación Rusa en el combate a los terroristas que están actuando en Siria, no podemos dejar de condenar la feroz represión de las tropas de ocupación israelíes contra el pueblo palestino.


“Con los Ojos del Sur”, columna de opinión emitida el sábado 10 de octubre de 2015.


Es ocioso detenernos en cómo comenzó esta nueva escalada de violencia. Hace décadas que venimos señalando que a “este incendio solo lo apagará la justicia”.

Mientras el gobierno terrorista del Estado de Israel continúe violando sistemáticamente todas y cada una de las resoluciones de las Naciones Unidas, con la complicidad de los Estados Unidos, toda la responsabilidad sobre la violencia padecida tanto por palestinos como por israelíes, caerá sobre los gobernantes de Tel Aviv y sus protectores de Washington.

Decenas de muertos y heridos en estos últimos días, dan testimonio del absoluto desprecio del gobierno israelí respecto del Derecho Internacional.

A las ocupaciones ilegales en territorio palestino por parte de colonos israelíes, prohibidas terminantemente por las Naciones Unidas, se suman las perversas demoliciones de casas de ciudadanos palestinos cuyo delito es luchar por la existencia legítima de su Estado, aprobado por la Resolución 181/2 del 29 de noviembre de 1947… ¡hace nada menos que 68 años!

Reiteramos, a este incendio solo lo apagará la justicia. Es torpe y  perverso pretender apagarlo con fuego.


La irresponsable e ilegal política del Pentágono y sus socios de la OTAN en el norte de Africa y en el Medio Oriente, está dando sus trágicos resultados. Estados desmembrados, aumento exponencial del terrorismo, inestabilidad crónica, emigraciones masivas, son algunas de las consecuencias de la llamada “guerra preventiva”, esa pérfida doctrina acuñada por los neoconservadores en los tiempos de la unipolaridad.

Hoy sábado el terrorismo estalló en el centro de Ankara, la capital de Turquía, con un resultado macabro: 86 muertos y decenas de heridos provocadas por dos fuertes explosiones en las proximidades de la más importante estación de ferrocarril de esa ciudad.

Si bien, en el momento de realizar este comentario, todavía no se conoce la paternidad de este trágico hecho, la mayoría de los analistas lo atribuyen al denominado Estado Islámico o Daesh (según la expresión árabe).

Recordemos que Turquía, integrante de la OTAN, ha tenido —y tiene— una actitud sinuosa en este espinoso tema. Por un lado, ratificando una histórica actitud, ataca militarmente a los combatientes kurdos que se enfrentan al Daesh; y por el otro, se suma formalmente a la lucha contra los terroristas de ese supuesto califato.

En cuanto a la irrupción de Rusia, el pasado 30 de setiembre en el escenario sirio, las últimas noticias dan cuenta que en las últimas 24 horas los aviones rusos han realizado 64 nuevos vuelos desde la base aérea Jmeimim en Siria y han atacado 55 objetivos del Estado Islámico en ese país.

A raíz de estos ataques, fueron destruidos 29 campamentos del grupo yihadista, 23 fortificaciones, dos mandos de control y un depósito con municiones en la provincia de Hama.

Las fuentes militares rusas destacaron que entre los objetivos alcanzados, se encuentra una gran fortificación del Estado Islámico en la provincia de Alepo, donde "el impacto directo de la bomba BetAP-500 provocó la explosión de municiones y elementos de la infraestructura de los terroristas".
Según las mismas fuentes, los bombardeos rusos han reducido de manera considerable el potencial de combate de los yihadistas, su movilidad y capacidad de realizar ofensivas. "Los combatientes experimentan una grave escasez de armamento, municiones y combustible. Una parte de ellos está desmoralizada y abandona activamente las zonas de combate, dirigiéndose hacia el este y el noreste".

El prestigioso analista francés Thierry Meyssan, director de la Red Voltaire, reflexiona de este modo sobre esta presencia rusa en la República Arabe de Siria: los dirigentes de Rusia “están convencidos de que la CIA estimuló a los grupos terroristas islamistas desde los años ’50, grupos que hoy amenazan no sólo la estabilidad regional sino incluso los intereses de los propios Estados Unidos. Como ya explicó Vladimir Putin el año pasado, ante el Club de Valdai, es por lo tanto conveniente que todos trabajen juntos en aras de resolver el actual conflicto”.

“Pero los dirigentes rusos —prosigue el analista francés— también están convencidos de que Washington sólo escucha a sus socios si estos son fuertes. Por eso el Parlamento ruso debatió y aprobó una intervención militar contra los grupos terroristas que operan en Siria. Se trata de la segunda intervención exterior de la Federación Rusa desde 1991, la primera fue la guerra de Osetia del Sur, en 2008”. 

Sin dejar de reconocer que el Estado Islámico y demás grupos terroristas fueron promovidos por Washington, con participación del Estado de Israel, Thierry Meyssan agrega un detalle muy original: “esta intervención es muestra de la voluntad rusa de asumir un papel en el Medio Oriente, no en contra de los Estados Unidos sino junto a esa potencia. Lejos de desafiar al presidente Obama, Rusia intenta —por el contrario— prestarle la asistencia militar de la que el inquilino de la Casa Blanca ha estado careciendo debido a los enfrentamientos internos que hoy se registran en el Pentágono”.

Más allá de la exactitud de estas apreciaciones, estamos en presencia de un hecho que marca un punto de inflexión: la Federación Rusa ha resuelto jugar un rol de gran potencia en el escenario internacional.

Su alianza con la República Popular China y el vertiginoso avance tecnológico en terreno militar y espacial, ha generado este resultado que —de algún modo— equilibra toda la geopolítica mundial.

A pesar del enorme despliegue militar del imperio norteamericano, ahora la multipolaridad no solo se está dando en el plano económico,  comercial y financiero; sino también a escala bélica.

Esta nueva atmósfera internacional, compleja, entrecruzada por alianzas contradictorias, seguramente ocupará nuestros análisis durante los próximos años.