ESTADO ISLAMICO, UN DEMONIO FUNCIONAL

Camionetas Toyota 0 K provistas al Estado Islámico
Por Miguel Angel Ferrari
miguelferrari@gmail.com

El Presidente francés, François Hollande, despliega por estos días una enorme actividad destinada a conformar esa “gran y única coalición” contra el Estado Islámico que los brutales atentados de París le han inspirado. 


“Con los Ojos del Sur”, columna de opinión emitida el sábado 28 de noviembre de 2015.


El lunes recibió a David Cameron en París, el martes se encontró con Obama en Washington, el miércoles cenó con Merkel en el Elíseo y ayer recibió al italiano Matteo Renzi antes de salir para Moscú a entrevistarse con Vladimir Putin.

Esta “guerra” que el socialdemócrata Hollande ha pergeñado, carece de seriedad por cuanto no ataca el problema de fondo; esto es, la ayuda de las “petromonarquías” del Golfo —aliadas a Occidente— y de la propia OTAN hacia los terroristas del autoproclamado Estado Islámico.

¿O es que el gobierno francés tiene objetivos ocultos que los disfraza con el combate al terrorismo?

Por lo pronto, un estado de guerra supone el debilitamiento de las garantías de los ciudadanos, en este caso de los ciudadanos franceses. Todos recordamos el Acta Patriótica impuesta por la administración Bush luego del derribo de las Torres Gemelas y el consiguiente recorte de los derechos de la ciudadanía estadounidense.

Pero todo indica que hay algo más, especialmente relacionado con la situación en Siria y en Irak, países donde ha sentado sus reales este Estado terrorista supuestamente islámico.

Es un secreto a voces que el gobierno de los Estados Unidos, tutelado por el complejo militar-industrial, se propone rediseñar la geopolítica del medio oriente. Lo viene haciendo desde hace décadas y lo ha profundizado desde la invasión a Irak en 2003, país al que destruyó, causó casi un millón de víctimas fatales, desmembró y atizó los conflictos intrarreligiosos e interétnicos.

Hace casi cinco años, tras una política de desgaste, los ideólogos del imperio pusieron en la agenda del caos a la República Arabe Siria. Para alcanzar los mismos objetivos que en Irak ya lograron.

A diferencia de la invasión a Irak, cuya punta de lanza fue la ilegal coalición internacional creada al margen de las Naciones Unidas, integrada en un principio por los Estados Unidos, el Reino Unido y España, y sus tropas regulares; en el caso de Siria se utilizaron interpósitos protagonistas: civiles sirios opuestos al gobierno de Bashar al-Assad, provistos de la logística necesaria, y terroristas extranjeros también asistidos por Occidente y las “petromonarquías”.

Regresando a la “guerra” del presidente Hollande, debemos recordar que —el pasado 20 de noviembre— se aprobó por unanimidad en el Consejo de Seguridad de la ONU la Resolución 2.249, que legaliza toda intervención militar contra el Emirato Islámico en Siria y en Irak.

Aunque puede interpretarse de varias maneras, esa resolución viola de facto la soberanía nacional de Irak y de Siria ya que autoriza la injerencia de las grandes potencias, a condición de que aparenten luchar contra el Emirato Islámico.

En realidad las potencias occidentales, con esta Resolución se proponen liberar el norte de Siria del Estado Islámico, pero no para restituir ese territorio a la República Árabe Siria, sino para proclamar allí un Estado independiente bajo control kurdo.

Este objetivo contaría con la adhesión del Estado de Israel, que vería con buenos ojos la creación de este Estado kurdo, que funcionaría como parte de una pinza (la otra parte es la propia Israel) que dejaría a lo que queda de Siria atrapada en un territorio menor al heredado luego de la caída del Imperio Otomano.

Rusia no solo que no se opuso a esa resolución, sino que votó a favor. Al parecer, Moscú prefiere, por el momento, aprovechar el plan franco-israelí para expulsar de Siria el Emirato Islámico, sin aceptar por ello el principio de un seudo Kurdistán.

La creación de un Estado así no tendría ninguna legitimidad a la luz del derecho internacional ya que los kurdos de Siria no están oprimidos sino que gozan de los mismos derechos que los demás sirios. 

La situación del Medio Oriente —como se podrá apreciar— es bastante enredada. Pero, más allá de este caleidoscopio de frágiles alianzas y cruzados enfrentamientos, queda absolutamente en claro que los grupos del poder concentrado tienen objetivos de corto, mediano y largo alcance, destinados a garantizar un tablero funcional a sus intereses económico-financieros.

Si para garantizar esos intereses es necesario que el Estado Islámico —con sus crucifixiones y decapitaciones— sea funcional… lo será.

O, mejor dicho, lo está siendo.