Atilio Borón |
miguelferrari@gmail.com
En esta columna hemos abordado —desde su
nacimiento—, muchísimas veces, el tema de la Revolución
Bolivariana. Hemos saludado las iniciativas del Comandante
Hugo Chávez, que iniciaron una nueva época en América latina, a cuatro décadas
de la inaugural Revolución Cubana.
"Con los Ojos del Sur", columna de opinión emitida en "Hipótesis" el sábado 27 de mayo de 2017.
En esta columna hemos abordado —desde su
nacimiento—, muchísimas veces, el tema de la Revolución
Bolivariana. Hemos saludado las iniciativas del Comandante
Hugo Chávez, que iniciaron una nueva época en América latina, a cuatro décadas
de la inaugural Revolución Cubana.
Hemos apreciado las políticas
emancipatorias que Venezuela aplicó y que sirvieron de ejemplo para toda
Nuestra América.
También hemos advertido sobre los riesgos
que implicaba para este proceso transformador, la política imperial de los
golpes suaves.
Hoy la Revolución Bolivariana
está en su momento más difícil, más dramático. A este momento, el politólogo
Atilio Borón lo patentiza como “Venezuela sumida en la guerra civil”; este es
el título de su nota publicada ayer en La Jornada
de México.
Dado que compartimos en esencia su
contenido, consideramos conveniente darle difusión en nuestra columna de
Política Internacional.
Este es su texto…
“Siguiendo el guión pautado por los expertos y estrategas de
“Ya no se trata de guarimbas, de ocasionales refriegas o de violentos disturbios callejeros. Los ataques a escuelas, hospitales infantiles y maternidades; la destrucción de flotas enteras de autobuses; los saqueos y los ataques a las fuerzas de seguridad, inermes con sus cañones de agua y gases lacrimógenos ante la ferocidad de los mercenarios de la sedición y el linchamiento de un joven al grito de chavista y ladrón son síntomas inequívocos que proclaman a los gritos que en Venezuela el conflicto ha escalado hasta convertirse en una guerra civil que ya afecta a varias ciudades y regiones del país.
“Si algo faltaba para caer en cuenta de la inédita gravedad de la situación y de la determinación de las fuerzas sediciosas de consumar sus designios hasta sus últimas consecuencias, el emblemático incendio de la casa natal del comandante Hugo Chávez Frías pone doloroso fin a cualquier especulación al respecto.
“Sería ingenuo y suicida pensar que la dinámica de este enfrentamiento, concebido para generar una devastadora crisis humanitaria, puede ser otra cosa que el prólogo para una intervención humanitaria del Comando Sur de Estados Unidos. Esta amenaza exige de parte del gobierno bolivariano una respuesta rápida y contundente, porque a medida que pase el tiempo las cosas irán empeorando.
“El patriótico y democrático llamado del presidente Nicolás Maduro a una Constituyente sólo sirvió para atizar la violencia y el salvajismo de la contrarrevolución. La razón es bien clara: esta no quiere una solución política de la crisis que ella misma ha creado. Lo que pretende es profundizar la disolución del orden social, acabar con el
gobierno chavista y aniquilar a toda su dirigencia, propinando un brutal escarmiento para que en los próximos 100 años el pueblo venezolano no vuelva a tener la osadía de querer ser dueño de su destino. Los intentos de acordar con un sector dialoguista de la oposición fracasaron por completo. No por falta de voluntad del gobierno sino porque, y esa es la ominosa realidad, la hegemonía de la contrarrevolución ha pasado, en la coyuntura actual, a manos de su fracción terrorista y esta es comandada desde Estados Unidos.
“En Venezuela se está aplicando, con metódica frialdad y bajo el permanente monitoreo de Washington, el modelo libio de cambio de régimen, y sería fatal no tomar conciencia de sus intenciones y sus consecuencias.
“El gobierno bolivariano ha ofrecido en innumerables ocasiones el ramo del olivo para pacificar al país. No sólo su oferta fue desechada sino que la derecha golpista escaló sus actividades terroristas. Ante ello, la única actitud sensata y racional que le resta al gobierno del presidente Nicolás Maduro es proceder a la enérgica defensa del orden institucional vigente y movilizar sin dilaciones al conjunto de sus fuerzas armadas para aplastar la contrarrevolución y restaurar la normalidad de la vida social.
“Venezuela es objeto no sólo de una guerra económica, una brutal ofensiva diplomática y mediática sino que, ahora, de una guerra no convencional que ha cobrado más de medio centenar de muertos y producido ingentes daños materiales. Plan contra plan, decía Martí. Y si una fuerza social declara una guerra contra el gobierno se requiere
de éste una respuesta militar. El tiempo de las palabras ya se agotó y sus resultados están a la vista.
“Y esto es así —prosigue Atilio Borón— porque lo que está en juego no sólo es
“Desgraciadamente ahora le toca hablar a las armas, antes de que, como dijera en su tiempo Simón Bolívar, el chavismo tenga que reconocer que también él ha arado en el mar y que toda su esperanzadora y valiente empresa de emancipación nacional y social haya saltado por el aire y desaparecido sin dejar rastros. No hay que escatimar esfuerzo alguno para evitar tan desastroso desenlace”.
(Atilio Borón,
director del Centro Cultural de la Cooperación “Floreal Gorini”, de la ciudad de
Buenos Aires).