CHILE A CUARENTA AÑOS DEL GOLPE DE ESTADO FASCISTA

Por Miguel Angel Ferrari
miguelferrari@gmail.com


Dentro de dos meses, se cumplirán cuarenta años del golpe de Estado fascista perpetrado en Chile por las fuerzas armadas, con el total respaldo del gobierno de los Estados Unidos.

Se cumplirán cuarenta años de la muerte de Salvador Allende, ese enorme presidente, ejemplo para toda América y el mundo, que decidió perder la vida en el cumplimiento de su compromiso con las mujeres y los hombres de su país.


"Con los Ojos del Sur", columna de opinión emitida en "Hipótesis" el sábado 20 de julio de 2013.
Allende no eligió una embajada para refugiarse cuando los genocidas avanzaban sobre el palacio de La Moneda, permaneció allí, emitió por radio Magallanes un mensaje a los trabajadores y al pueblo chilenos. A minutos de su muerte profetizó que “mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor”.
Y las alamedas se abrieron al paso de los jóvenes estudiantes que una y mil veces manifiestan por una educación sin fines de lucro, por el funcionamiento de una democracia sin los condicionamientos heredados del régimen militar.
Se abrieron a los trabajadores que irrumpieron —como el pasado 11 de julio, en el marco de un multitudinario Paro Nacional— para exigir por sus reivindicaciones y por una sociedad sin la tutela del neoliberalismo impuesto a sangre y fuego por el dictador Augusto Pinochet.
Este año se recordará —en Chile y en toda nuestra América— el martirio del compañero presidente Salvador Allende y el nefasto golpe, como un hito que no deberá repetirse nunca más en el hermano país, ni en ningún país de la Tierra.
En nuestra ciudad de Rosario nuestros amigos, los residentes chilenos, ya están preparando distintas actividades para esta conmemoración, que iremos difundiendo en Hipótesis con el correr de los días.
En este año tan emblemático, la ciudadanía chilena concurrió las urnas, el pasado 30 de junio, para decidir en elecciones primarias quiénes serán los candidatos para las elecciones presidenciales del 17 de noviembre del año en curso.
El resultado —como sabemos— fue ampliamente favorable a la candidatura de Michelle Bachelet dentro de la coalición denominada Nueva Mayoría, con más del 73 por ciento de los sufragios y
una significativa participación de votantes, que sobrepasó los dos millones cien mil electores.
En tanto que en el tinglado de la derecha, el candidato de la UDI (Unión Democrática Independiente) Pablo Longueira, superó a su único contrincante —Andrés Allamand, de Renovación Nacional, el partido del presidente Sebastián Piñera— por un escaso margen y con una cantidad de sufragios que alcanzó solo a la tercera parte de quienes acudieron a votar a las formaciones de centroizquierda.
A pocos días de este resultado electoral, la renuncia de Longueira a su candidatura presidencial conmocionó al mundo político del país trasandino. El hijo mayor de Longueira informó que su padre, de 54 años de edad, estaba afectado por un "una depresión",
Esta situación inesperada abrió un abanico de probabilidades que algunos observadores califican como relativamente beneficiosa para la derecha, en tanto que otros consideran que potencia aún más las chances de Michelle Bachelet, a quien las consultoras de opinión dan por ganadora en la primera vuelta.
Una encuesta efectuada este año por la Universidad Diego Portales sobre qué es lo que quieren los chilenos, revela algunos datos que alcanzan mucha más consistencia luego de observar los resultados de los comicios primarios. En ella se concluye que el 82,2 por ciento de los consultados desea farmacias estatales; el 76,3 por ciento más bancos del Estado; el 75,6 por ciento prefieren administradoras de Fondos de Pensión estatales (nuestras ex AFJP); el 63,6 por ciento aspira a un transporte público en manos del Estado; el 59,9 por ciento que todas las universidades sean estatales; el 54,5 por ciento que todos los colegios subvencionados particulares pasen a manos del Estado, entre otros datos.
Para finalizar, digamos que por estos días visitó Chile el candidato presidencial que perdió las elecciones en Venezuela, Henrique Capriles Radonski.
Este político golpista (recordemos su activa participación en el golpe de Estado fallido de 2002) cosechó algunos desaires durante su permanencia en el país hermano. En primer lugar la ex presidenta Bachelet decidió no recibirlo por un problema de agenda. Por su parte el presidente Piñera manifestó que lo recibiría, pero fuera del palacio de La Moneda. En tanto que numerosísimas organizaciones políticas, gremiales, estudiantiles y sociales en general manifestaron su más enérgico repudio a la visita del dirigente derechista venezolano.
En un gesto que se parece más a un abrazo de oso, fue calurosamente recibido por dirigentes pinochetistas de la UDI y de Renovación Nacional, poniendo de manifiesto el verdadero carácter totalitario de este representante de las clases dominantes y pro-estadounidenses de Caracas.
La visita de este personaje, a cuarenta años del golpe de Estado fascista de Pinochet, es una afrenta al pueblo de Chile que —en su gran mayoría— aspira a recuperar una verdadera democracia.
“Una democracia que no tenga contenido popular —señalaba el comandante Hugo Chávez— no es democracia, es como si al agua le quitáramos el oxígeno y alguien siguiera llamándola agua”.