SIRIA, EL IMPERIO INSISTE EN LA BARBARIE

Por Miguel Angel Ferrari y Fernando Re
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Desde la crisis de los misiles en Cuba —en octubre de 1962— el mundo no ha vivido una situación tan grave como la que podría originarse ante una intervención militar estadounidense contra la República Arabe Siria.

Durante las guerras de agresión desatadas por Washington y sus aliados de la OTAN en las dos últimas décadas —ex Yugoslavia, Afganistán, Irak y Libia, para solo citar las más importantes—, primó la realidad de un mundo unipolar, donde los Estados Unidos de un modo u otro impusieron su voluntad.



"Apertura" emitida en "Hipótesis" el sábado 7 de septiembre de 2013.

En los casos de la ex Yugoslavia y de Irak, la voluntad del imperio se llevó por delante el Derecho Internacional, con la violación abierta de la Carta de las Naciones Unidas. Recordemos que en estos dos casos se creó el fatídico precedente de acciones militares al margen del Consejo de Seguridad de la ONU. Aún así, las actitudes de la Federación Rusa y de la República Popular China, fueron —por decirlo de algún modo— aquiescentes respecto del belicismo de las cúpulas gobernantes en la Casa Blanca.
En la actual crisis de Siria, se pone de manifiesto la aparición de una nueva correlación de fuerzas a escala internacional. El mundo unipolar está cediendo el paso —al compás de una interminable crisis económica del capitalismo en los países centrales— a una realidad multipolar, donde potencias emergentes junto a países que no llegan a ser potencias pero que aspiran a una política soberana no temen enfrentar a quienes, hasta hace muy poco tiempo, incidían rotundamente en sus decisiones.

Es así que en el final de la Cumbre de los 20, reunida en San Petersburgo, la mitad de los países asistentes condenaron la previsible agresión militar estadounidense a Siria. Entre esos países se contó felizmente la Argentina.

Reiterando la obsecuencia de aquellos días en que España, Francia e Italia impidieron al avión del presidente boliviano Evo Morales, surcar su espacio aéreo; estos países a los que se agregó Gran Bretaña (impedida por su Parlamento a sumarse a esta aventura bélica) respaldaron —con diferencias sutiles— los deseos guerreristas del Premio Nobel de la Paz, Barack Obama.

En una vergonzosa expresión de vasallaje al imperio, el presidente francés François Hollande —muy socialdemócrata él— llegó a decir que antes de tomar cualquier determinación sobre este conflicto aguardará la decisión del Congreso de los Estados Unidos. Hubiera sido menos cipayo aguardar la decisión del Parlamento francés, suponemos nosotros.

El Mar Mediterráneo se está poblando de naves de guerra. No solo se encuentra navegando hacia el oriente la flota estadounidense, ya están cruzando el estrecho de Bósforo naves rusas que provienen del Mar Negro, mientras navegan por el Mar Rojo hacia el Canal de Suez embarcaciones militares de la República Popular China. Recordemos que tanto Rusia como China impiden con su voto en el Consejo de Seguridad de la ONU cualquier decisión del imperio.

Que el negocio de la guerra liderado por el complejo militar-industrial, que ya se ha cobrado más de un millón de muertos en Irak y decenas de miles en la ex Yugoslavia, Afganistán y Libia, siga rigiendo la lógica —o por mejor decir, la locura— belicista de Washington y sus aliados, es la más patética expresión de que los valores de la democracia y de la paz, no son valores inherentes al capitalismo en su etapa de crisis.

O mejor, a secas… ¡no son valores del capitalismo!

Es por ello que están optando por la barbarie.


El equipo de Hipótesis condena rotundamente cualquier tipo de agresión a la República Arabe Siria, con el pretexto de la utilización por parte del gobierno de Damasco de armas químicas.