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El resultado de la segunda vuelta electoral en Chile confirmó los pronósticos. El abstencionismo, también.
Michelle Bachelet alcanzó la presidencia de la República con un poco
más del 62 por ciento de los sufragios. Al tiempo que concurrió a las urnas casi
el 42 por ciento de los ciudadanos inscriptos; recordemos que —a partir de las
pasadas elecciones— el voto no es obligatorio.
"Con los Ojos del Sur", columna de opinión emitida en "Hipótesis" el lunes 16 de diciembre de 2013.
En tanto que los pronósticos se tornan más difíciles
de confirmar en el terreno del accionar político de la nueva presidenta.
¿Cumplirá con todas las promesas preelectorales?
¿Satisfará las expectativas que la mayoría de la
ciudadanía expresó ayer en las urnas?
Si nos atuviéramos a su gestión presidencial anterior,
esas expectativas se cotizarían a la baja. Es bueno recordar que por entonces
las medidas adoptadas no diferían sustancialmente de las de sus anteriores
colegas de la llamada Concertación. Esa alianza —que ahora se denomina “Nueva
Mayoría”—, que con algunas modificaciones incluía al Partido Socialista, al
Partido Demócrata Cristiano y a otros partidos menores de centroizquierda,
continuó aplicando en lo económico las políticas neoliberales que heredó de la
dictadura pinochetista.
Pero debemos tomar nota que en la sociedad chilena de
hoy se han verificado importantes cambios. Las masivas movilizaciones
estudiantiles de 2011 y 2012, acompañadas por docentes, padres y organizaciones
sindicales, han generado nuevas exigencias ciudadanas que fueron mucho más allá
de las justas demandas en materia educacional.
El reclamo por una educación gratuita y de calidad en
todos los niveles, va mucho más allá de un tema estrictamente educativo. Romper
con el lucro en esta materia significa avanzar en las posibilidades de ascenso
social para amplias capas de la población. Esta exigencia tiene vasos
comunicantes con otras áreas, tales como las de la salud, la seguridad social,
el agua, entre otras.
Los estudiantes, con sus luchas, les abrieron las
mentes a las generaciones anteriores obnubiladas por la prédica neoliberal.
Prédica que transitó por los carriles mediáticos en manos de las clases
dominantes y por los carriles del terror implementados por una de las
dictaduras más perversas de nuestro continente.
Otro elemento que modifica el cuadro de situación
respecto de la etapa de al Concertación, tiene que ver con el ingreso de
legisladores más comprometidos con los cambios necesarios para sacar al país de
la profunda inequidad social. Cuatro dirigentes estudiantiles —entre ellos la
joven Camila Vallejo— se han consagrado como diputados, a los que se suman
representantes del Partido Comunista de Chile, que en estas elecciones
marcharon con “Nueva Mayoría”.
Bien podría decirse que el resultado de estas
elecciones tiene el carácter de un verdadero referéndum respecto de la
dictadura cívico-militar. Ayer, los chilenos expresaron la voluntad de sepultar
el totalitarismo pinochetista. Ahora, la presidenta deberá adoptar las medidas para
sepultarlo realmente. Una de las medidas más importantes para lograr ese
propósito será la de convocar a una Asamblea Constituyente que dé por tierra
con la caricatura de constitución impuesta por la dictadura en 1980, cuya
vigencia —con algunas modificaciones— ha llegado hasta el día de hoy,
condicionando severamente el funcionamiento democrático del hermano país.
En torno a este tema no hay una opinión unánime dentro
de “Nueva Mayoría”, la coalición triunfante. En este tema será crucial la
movilización ciudadana.
El crecimiento macroeconómico de Chile —su producto
interno bruto viene aumentando a más de un cinco por ciento anual— no puede
ocultar las tremendas desigualdades que anidan en la sociedad trasandina.
En Chile, con 17 millones de habitantes, la mitad de
los trabajadores ganan menos de 500 dólares mensuales según la Fundación Sol , especializada en
temas laborales y sociales.
Como contrapartida, las 4.500 familias más ricas
tienen un ingreso mensual de más de 40.000 dólares.
El economista Gonzalo Durán, de la Fundación Sol ,
explicó que la desigualdad es “tan profunda que las personas que pertenecen al
cinco por ciento de los hogares más pobres poseen una brecha por persona que
llega a 270 veces respecto a quienes pertenecen al cinco por ciento más rico”.
“Hablamos de una brecha que se duplicó entre 1990 y 2011 y, por lo
tanto, según este indicador, la desigualdad en Chile ha aumentado el 100 por
ciento en los últimos 20 años”, precisó. Este período comprende a todos los
gobiernos de la Concertación
y un breve período del gobierno de Sebastián Piñera.
Durán citó un estudio de la Universidad de Chile
que revela que el uno por ciento más rico acumula 30 por ciento de los ingresos
totales del país, un grado de concentración inédito que supera incluso al de los
Estados Unidos, cercano a 22 por ciento.
La reforma tributaria —tal lo prometido— es otro de los ítems que
deberá abordar el nuevo gobierno, si realmente se propone avanzar en una
profunda transformación educacional garantizando la gratuidad de la enseñanza
en los tres niveles, en el marco de los establecimientos oficiales. Sobre este
y otros temas, es probable que encuentre dificultades en el Parlamento por no
contar el nuevo oficialismo con una cómoda mayoría.
Un tema crucial, particularmente en el marco de la actual
situación en América latina, tendrá que ver con la actitud del nuevo gobierno
en torno a la denominada Alianza del Pacífico, pergeñada por los Estados
Unidos, de la que forman parte México, Perú, Colombia y Chile.
Víctor Hugo de la
Fuente , director de Le Monde Diplomatique, edición chilena,
opinó tanto sobre este tema como sobre los diversos organismos latinoamericanos
“creo que van a seguir en la Alianza
del Pacífico pero que le pueden poner algún freno a hacer de eso un frente anti
ALBA. Creo que Bachelet va a jugar un rol en UNASUR, donde lo jugó hasta Piñera
y que ninguno de los dos debilitó a UNASUR como se pensó y creo que buscará un
equilibrio más que un enfrentamiento. Pero eso no quiere decir que en Chile
haya un gobierno latinoamericanista, sino mucho más neutro, que será algo menos
reaccionario que la derecha. Entonces seguirá Chile en la Alianza del Pacífico pero
no como referente político e ideológico ya que por otra parte, en lo económico,
no habrá cambio porque Bachelet es neoliberal y buscará Tratados de Libre
Comercio”.
Una síntesis provisoria podría arrojar esta conclusión: en las
elecciones de ayer comenzó un proceso que puede llevar a la derrota definitiva
de la dictadura de Pinochet, cuyo fantasma sigue sobrevolando al hermano país.
Este proceso deberá tener su punto final en una Asamblea Constituyente que le
proporcione a Chile una Carta Magna acorde con los tiempos de corren. Una
democracia no solo representativa, sino también participativa y protagónica.
La tarea más difícil —si es que Michelle Bachelet se la propone—
será la de desterrar las políticas neoliberales heredadas de la dictadura.
Nada se podrá lograr sin una decidida acción de la ciudadanía. La
abstención del 58 por ciento de los votantes no es el mejor escenario para
estos cambios… pero vale la pena luchar por ellos.
d
Antes de concluir con esta nota, no podemos dejar de mencionar el
brutal crimen cometido por el gobierno de los Estados Unidos en la República de Yemen: un
avión no tripulado arrojó misiles sobre una caravana de automóviles que
regresaban de la celebración de una boda. Las víctimas fatales fueron 17 y los
heridos ascienden a 21 personas, todos civiles.
En nuestra nota de homenaje a Nelson Mandela, emitida en Hipótesis
el lunes pasado, decíamos respecto de la participación del presidente Barack
Obama en los funerales…
“Ahora, con una
hipocresía rayana en el cinismo, el presidente Barack Obama dejará por unos
días de matar hombres, mujeres y niños en Pakistán con sus aviones no
tripulados, para hacerse un lugar en la agenda que le permita fingir un
homenaje a nuestro querido Nelson Mandela, ese arquetipo africano y mundial en
la lucha por los Derechos Humanos”.
Pedimos disculpas a
la audiencia, porque nos faltó decir que luego de asistir a las exequias de
Mandela, el premio Nobel de la Paz
iba a proseguir inmediatamente con los asesinatos. En este caso en la República de Yemen.