Por Miguel Angel Ferrari
miguelferrari@gmail.com
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Bajo
el título “Máxima
tensión en Irak por el avance de Al Qaeda”, el diario La Nación
en su edición de hoy da cuenta del crecimiento de las actividades
terroristas de esta organización en tierras iraquíes.
"Con los Ojos del Sur", columna de opinión emitida en "Hipótesis" el sábado 4 de enero de 2014.
"Con los Ojos del Sur", columna de opinión emitida en "Hipótesis" el sábado 4 de enero de 2014.
Aclaremos
que Nouri al-Maliki es el actual primer Ministro de Irak, de
confesión musulmana shiíta, elegido durante la intervención
militar estadounidense.
“El
aumento de los enfrentamientos y la vigencia de Al Qaeda —prosigue
el artículo— desató los temores de un regreso de la violencia
sectaria que puso a Irak al borde de la guerra civil en 2006-2007, en
un contexto donde continúan las protestas pacíficas contra
Al-Maliki en varias ciudades del país”.
“Según
la Misión de Asistencia de la ONU en Irak, que hace un recuento
mensual de las víctimas por la violencia, 2013 cerró con 7.818
civiles muertos, el peor balance de los últimos cinco años”,
finaliza el despacho desde Bagdad.
Recordemos
que antes de la criminal invasión a Irak por parte de Washington y
sus aliados, Al Qaeda no registraba ninguna actividad en ese país.
La
principal organización terrorista a la que alude La Nación,
denominada “Estado Islámico de Irak y Siria”, es uno de los
tentáculos de Al Qaeda en esa convulsionada región del planeta. Es
la misma que lidera la brutal ola de violencia en la República Arabe
Siria, en muy estrecha relación con los grupos de Al Nusra, cuyo
brazo político es el denominado Frente Islámico.
Estas
organizaciones de carácter takfirista, enfrentadas con el gobierno
de Damasco, están desplazando con inusitada violencia a las fuerzas
también opositoras al presidente Bashar el-Assad, nucleadas en
la llamada Coalición Nacional Siria, cuyo brazo armado es el
Ejército Sirio de Liberación.
Bien
se podría decir que el Ejército Sirio de Liberación, apoyado por
los Estados Unidos y la mayoría de los países de la Unión Europea,
se halla en desbandada como consecuencia de las derrotas sufridas
tanto a manos del gobierno sirio, como de los terroristas de Al Qaeda
que han ido ocupando los asentamientos estratégicos de este ejército
opositor.
Recién
hablábamos de organizaciones de carácter takfirista. El takfirismo
es una corriente mesiánica derivada del sunismo musulmán, que
considera a los —en su opinión— “malos musulmanes” como a
sus principales enemigos.
Es
tal el avance de los grupos vinculados a Al Qaeda en Siria, que la
Coalición Nacional Siria —apoyada política y militarmente por los
Estados Unidos en su lucha contra el gobierno de Damasco— ha
cambiado su férrea negativa a participar en cualquier negociación
mientras Bashar
el-Assad
esté en el poder.
Tras
la reunión de los “Países Amigos de Siria” (grupo creado por
Occidente) celebrada en Londres esta semana, Ahmad
Jarba,
presidente de la alianza opositora apoyada por los Estados Unidos,
Europa, Turquía, Arabia Saudita y Qatar, explicó que concurrirían
a la conferencia de Ginebra 2 —convocada para el 22 de este mes de
enero— si se “garantizaba” que, una vez formado un gobierno
provisional, Bashar el-Assad no tendrá papel político alguno en el
futuro.
Parece
solo un matiz pero, sin embargo, se trata de un cambio cualitativo
porque ahora acepta su participación en las negociaciones sin poner
como condición previa la desaparición de lo que ellos denominan “el
régimen”.
Los
Estados Unidos y Al Qaeda desde la época de la invasión soviética
a Afganistán —en 1979— han venido manteniendo una relación de
amor y odio. Transcurrida más de una década de la destrucción de
las torres gemelas en Nueva York, el odio se ha ido transformado en
connivencia, en colaboración, frente a necesidades coyunturales
comunes.
La
alianza de los terroristas de Al Qaeda y Occidente se patentizó en
la estrecha relación mantenida durante la agresión a Libia. Una vez
terminada la masacre de la OTAN en ese país, un terrorista de Al
Qaeda asumió la comandancia de Trípoli, la capital libia.
Regresando
a Siria, es tal el rechazo que producen los brutales actos de
terrorismo takfirista, que crecientes sectores de la oposición a
Bahsar el-Assad se están uniendo al gobierno para enfrentar al
denominado “Estado
Islámico de Irak y Siria”, cuyos milicianos no reparan en ningún
tipo de ignominia.
Todos
recordamos cuando uno de esos terroristas comió un trozo del corazón
de un solado sirio que había sido asesinado minutos antes.
Este
avance de los enemigos y la vez aliados del imperio, le ha complicado
las cosas a Washington en vísperas de la conferencia de Ginebra 2.
La
Coalición Nacional Siria, creada con el auspicio de los Estados
Unidos y Europa, era una de las fichas más importantes de la Casa
Blanca en dicha conferencia. Pero —como decíamos— está cada día
más desguarnecida por el avance de Al Qaeda.
El
Frente Islámico, otra pieza dispuesta a jugar a favor de Occidente
en Ginebra, se ha sacado la careta de islámico moderado y mostrado
su verdadero rostro terrorista.
En
consecuencia, de manera creciente, los sectores moderados de la
región se inclinan por la mediación ejercida por la Federación
Rusa, que ya dio muestras de sensatez y fortaleza durante la crisis
del frustrado ataque misilístico norteamericano contra Siria del año
pasado.
En
medio de todo esto, el pasado 27 de diciembre, fue asesinado en el
Líbano, el ex ministro y dirigente del Movimiento 14 de Marzo,
Mohammad Chatah. La prensa pro-occidental acusa del atentado contra
este político libanés de orientación antisiria a la organización
Hizbulah. Esta versión también fue echada a rodar por el gobierno y
los servicios israelíes.
Aunque,
con el correr de los días y las investigaciones, se va afirmando la
pista que involucra al grupo Fatah al-Islam, funcional a los
terroristas de Al Qaeda.
Desestabilizar
al Líbano es una tarea que comparten tanto Arabia Saudita, principal
sostenedor de Al Qaeda, como el Estado de Israel enemigo acérrimo de
Hizbulah, Siria e Irán.
A
propósito del Estado de Israel, digamos que la fuerza aérea de este
país
bombardeó,
en
la madrugada de ayer, la Franja de Gaza
en represalia por el lanzamiento de un cohete contra el sur de
Israel.
Esta
acción que los medios occidentales muestran como legítima defensa
del Estado hebreo, en rigor —como bien lo sabe la opinión pública
mundial— es el resultado de la política colonial y de apartheid
que practica Tel Aviv sobre el pueblo palestino, impidiendo la
creación del Estado de Palestina, tal como lo establecen las
resoluciones de las Naciones Unidas.
Es
bueno recordar que este ataque se produjo cuando el secretario de
Estado de los Estados Unidos, John
Kerry, realiza una visita en la región
para
impulsar las negociaciones de paz en Oriente Medio. ¡Qué
casualidad!
No
podemos concluir esta nota sin antes mencionar las explosivas
declaraciones del ex embajador del Estado de Israel en nuestro país,
Itzhak Avirán.
El
funcionario israelí dijo sin pelos en la lengua que “la
mayoría de los responsables del atentado contra la AMIA ya están en
el otro mundo y eso lo hicimos nosotros (los israelíes)”.
La
respuesta de nuestro canciller, Héctor Timerman, no se hizo esperar;
afirmó
que las declaraciones del ex embajador Avirán "son de una
extrema gravedad" porque demuestran que se "ocultó la
información a la Justicia argentina, impidiendo que surjan nuevas
evidencias al esclarecimiento del caso".
De
confirmarse estos dichos —ahora decimos nosotros—, estaríamos en
presencia de flagrantes actos de terrorismo del gobierno de Israel en
suelo argentino, realizando asesinatos como los que suelen hacer los
servicios secretos israelíes en Irán, Siria, Líbano y otros países
del medio oriente.
La
soberanía nacional incluye el pleno ejercicio de la Justicia
argentina en todo el territorio de la Patria.
¿O
tendremos que acostumbrarnos al accionar de los drones y sus misiles
en nuestro territorio?