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“Cuando la hipocresía comienza a ser de muy mala calidad, es hora de
comenzar a decir la verdad”, señalaba el dramaturgo y poeta alemán Bertolt
Brecht, allá por los años de la Segunda
Guerra Mundial.
Eran años en los que otro alemán —pero de ideología
diametralmente opuesta a la
Brecht —, Paul
Joseph Goebbels, ministro de Propaganda
de la Alemania
nazi decía, con no poco cinismo, “una mentira repetida mil
veces se convierte en verdad”.
"Con los Ojos del Sur", columna de opinión emitida en "Hipótesis" el lunes 24 de marzo de 2014.
Por estos días la humanidad está asistiendo a una nueva ola de mentiras
mediáticas. De enormes mentiras. De brutales mentiras, relacionadas con el
accionar del gobierno de los Estados Unidos, tanto en Ucrania como en
Venezuela, para solo citar dos lugares de los más calientes del planeta.
Hoy —como en nuestro programa anterior— nos vuelve a ocupar Venezuela. Seguramente
por su pertenencia a la Patria Grande.
Entre las numerosas lecturas que suelen preceder la elaboración de esta
columna, nos impactó la sencillez, la franqueza y la contundencia de una nota
publicada el pasado jueves en el periódico británico “The Guardian”.
El título de la mencionada nota es: “La verdad sobre Venezuela. Una
revuelta de ricos, no una «campaña de terror»".
Su autor, Mark Weisbrot.
Mark Weisbrot es un economista estadounidense, columnista y
codirector, con Dean Baker, del Centro para la Investigación Económica
y Política, radicado en Washington D.C. Habitualmente colabora con el periódico
“The New York Times”, el británico “The Guardian” y el brasileño “Folha de São
Paulo”.
Escribe el economista estadounidense: “Las imágenes forjan la realidad,
la televisión, los videos y hasta las fotografías tienen un poder con el que
pueden cavar profundo en la mente de las personas, incluso sin que ellas se den
cuenta. Pensé que yo era inmune a los repetitivos retratos de Venezuela como
Estado fallido en medio de una rebelión popular. Pero no estaba preparado para
lo que vi en Caracas este mes: qué poco de la vida cotidiana parecía estar
afectado por las protestas, la normalidad que reina en la gran mayoría de la
ciudad. También yo había sido engañado por la imaginería mediática.
“Grandes
medios han reportado que los pobres en Venezuela no se han unido a las protestas
de la oposición de derecha, pero esto es un eufemismo: no es solamente que los
pobres se abstienen; en Caracas casi todos son pobres, excepto en pocas áreas
como Altamira, donde pequeños grupos de manifestantes se meten en batallas
nocturnas con las fuerzas de seguridad, lanzan piedras y bombas incendiarias y
corren por los gases lacrimógenos.
“Caminando
desde el barrio de clase trabajadora Sabana Grande hasta el centro de la
ciudad, no hay señales de que Venezuela esté al borde de una «crisis» que requiera
la intervención de la
Organización de Estados Americanos, a pesar de lo que John
Kerry diga. El Metro también trabajaba muy bien, aunque no pude bajarme en la
estación Altamira, donde los rebeldes habían puesto su base de operaciones
hasta que los sacaron esta semana.
“Logré
ver las barricadas por primera vez en Los Palos Grandes, área de clase alta
donde los manifestantes sí tienen apoyo popular y los vecinos gritarán a
cualquiera que trate de remover las barricadas, algo arriesgado de intentar (al menos cuatro
personas aparentemente han sido asesinadas a tiros por hacerlo). Pero incluso
aquí en las barricadas, la vida era bastante normal, excepto por algún tráfico
fuerte. El fin de semana, el Parque del Este estaba colmado de familias. Los
restaurantes siguen llenos por la noche”.
Para
quienes no escucharon el comienzo de esta nota, les decimos que quien escribió
lo que estamos leyendo es un economista estadounidense, codirector de un centro
de investigaciones radicado en Washington D.C.
“Viajar
—prosigue el economista norteamericano— ayuda a verificar la realidad un poco
más, por supuesto, y yo visité Caracas principalmente para obtener información
en el área económica. Pero vine escéptico respecto del cuento —reportado a
diario en los medios— de que el desabastecimiento de productos básicos era la
razón para las protestas. La gente a la que la escasez le crea más molestias son,
por supuesto, los pobres y las clases trabajadoras.
“Pero
los habitantes de Los Palos Grandes y Altamira, donde vi verdaderas protestas,
tienen sirvientes que hacen cola para lo que necesitan y tienen el ingreso y el
espacio para acumular algo de existencias.
“Esta
gente no está sufriendo, les está yendo muy bien. Sus ingresos han aumentado a
buen paso desde que el gobierno de Chávez tomó control de la industria
petrolera hace una década. Incluso tienen un gran apoyo del gobierno:
cualquiera con una tarjeta de crédito tiene derecho a comprar tres mil dólares
por año, a una tasa de cambio subsidiada. Después, pueden vender los dólares
seis veces más caros de lo que pagaron, en lo que suma un subsidio anual
multimillonario en dólares para los privilegiados. Estos son los que abastecen
a las tropas de la sedición.
“En
lo que se refiere a Venezuela, John Kerry sabe de qué lado de la guerra de
clases está. La semana pasada, justo cuando me iba, el Secretario de Estado de
los Estados Unidos duplicó su descarga de retórica contra el gobierno, acusando
al presidente Nicolás Maduro de fomentar una «campaña de terror contra su propio
pueblo». Kerry también amenazó con invocar la Carta Democrática
Interamericana de la OEA
contra Venezuela, así como de aplicar sanciones.
“Alardear
sobre la Carta
Democrática contra Venezuela es casi como amenazar a Vladimir
Putin con un voto de la ONU
sobre la secesión en Crimea. Quizás Kerry no se dio cuenta, pero apenas unos
días antes de sus amenazas, la OEA
votó una resolución que Washington introdujo contra Venezuela, resolución que
se le volvió en contra declarando la «solidaridad» del organismo regional con
el gobierno de Maduro.
“Veintinueve
países la aprobaron y sólo los gobiernos de derecha de Panamá y Canadá se
aliaron con los Estados Unidos para votar en contra.
“El
artículo 21 de la
Carta Democrática de la OEA se aplica ante la «interrupción
inconstitucional del orden democrático de un Estado miembro» (como el golpe
militar de 2009 en Honduras, al que Washington ayudó a legitimar, o el golpe
militar de 2002 en Venezuela, que tuvo aún más colaboración del gobierno
estadounidense). Debido a este voto reciente, la OEA podría invocar la Carta Democrática
más en contra del gobierno de Estados Unidos, por las muertes que causan sus
drones a ciudadanos estadounidenses sin juicio, de lo que podría hacerlo contra
Venezuela”.
Una
nueva reunión de la OEA
—ahora agregamos nosotros— se realizó el pasado viernes, donde los Estados
Unidos sufrieron una nueva derrota, cuando pretendió hablar la diputada
venezolana golpista María Corina Machado, desde el sitio destinado a la
representación de Panamá, pidiendo la intervención de la OEA en la situación venzolana.
“De
acuerdo a las muertes reportadas por el Centro de Investigación en Economía y
Política —retoma el economista estadounidense— durante el último mes, además de
los asesinados por tratar de remover las barricadas puestas por los
manifestantes, por lo menos siete aparentemente han muerto debido a las
obstrucciones creadas por los manifestantes —incluyendo un motociclista que se
degolló con un cable colocado de lado a lado en la carretera—, más cinco oficiales
de la Guardia
Nacional han sido asesinados.
“Respecto
a la violencia por parte de cuerpos de seguridad, presuntamente tres personas
podrían haber sido asesinadas por la Guardia Nacional
u otras fuerzas de seguridad, incluyendo dos manifestantes y un activista que
apoyaba al gobierno. Algunas personas acusan al gobierno de otras tres muertes
por civiles armados; en un país con un promedio de más de 65 homicidios por
día, es completamente posible que esta gente actuara por su cuenta.
“Un
total de 21 miembros de las fuerzas de seguridad están bajo arresto por
supuestos abusos, incluyendo por algunos de los asesinatos. Esto no es una «campaña
de terror».
“Según
datos de diversas encuestas, las protestas son rechazadas en gran medida en
Venezuela, aunque se ven mejor afuera cuando son promovidas como «protestas
pacíficas» por gente como Kerry. Las encuestas también sugieren que la mayoría
de los venezolanos ven estos disturbios como lo que son: un intento de derrocar
un gobierno elegido”.
En
ese marco cabe recordar —apuntamos desde Hipótesis— el brutal atentado sufrido
por la sede de la Universidad Nacional
Experimental de la Fuerza Armada
Nacional Bolivariana, con sede en el estado de Táchira, cuyo resultado fue la pérdida total de las instalaciones.
Igual destino tuvo la delegación de la misma Universidad en Los Teques, capital
del estado de Miranda; y la biblioteca de la mencionada Universidad en la
ciudad de San Cristóbal. Todos estos aberrantes atentados, fruto del accionar
fascista de los sectores más radicalizados de la oposición.
La estrategia
insurreccional de la oposición, tutelada por los Estados Unidos, “no está
ayudando a su propia causa: parece que han dividido a la oposición y unido a
los chavistas”.
“El
único lugar donde la oposición parece estar ganando amplio apoyo es en
Washington”, concluye Mark Weisbrot en su artículo publicado en “The Guardian”.
“Cuando la hipocresía comienza a ser de muy mala calidad, es hora de
comenzar a decir la verdad”, Bertolt Brecht.