UN 25 DE MAYO SIN HEROES DE BRONCE

Por Ester Stekelberg
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25 de Mayo de 1810. Llueve en Buenos Aires. Bajo los paraguas hay una multitud, se reparten escarapelas celestes y blancas. Reunidos en lo que hoy se llama Plaza de Mayo, los señores de levita claman “¡viva la patria!”.

"Conmemoración" emitida en "Hipótesis" el sábado 24 de mayo de 2014.


En la realidad real, no maquillada por las historiografías escolares, no hubo sombreros de copa, ni escarapelas, ni levitas; y parece que ni siquiera hubo lluvia ni paraguas. Hubo un coro de gente reclutada por apoyar desde afuera a los pocos que, dentro del Cabildo, discutían la independencia. Esos pocos: tenderos, contrabandistas, ilustrados doctores, jefes militares, fueron los próceres que dieron nombre a las avenidas y calles principales. No bien declararon la independencia, implantaron el comercio libre: y así, el puerto de Buenos Aires asesinó en el huevo a la industria nacional que estaba ya naciendo en las hilanderías, tenedurías, talabarterías y demás talleres (…)
Pocos años después, el canciller británico brindó celebrando la libertad de las colonias españolas en América. Hispanoamérica es inglesa. Inglesas eran hasta las piedras de las veredas.
Las grandes fortunas en pocas manos, creía Mariano Moreno, son aguas estancadas que no bañan la tierra. Para no mudar de tiranos sin destruir la tiranía, había que expropiar los capitales parasitarios amasados en el negocio colonial.
(…) Del extranjero había que traer máquinas y semillas en vez de pianos y jabones (…). El Estado, creía Moreno, debía convertirse en el gran empresario de una nueva nación independiente. La Revolución, creía, debía ser terrible y astuta; implacable con los enemigos y vigilante con los espectadores. (…) “Gracias a dios”, suspiran los mercaderes de Buenos Aires, “Mariano Moreno, el demonio del infierno, ha muerto en alta mar”. Sus amigos, French y Beruti, marchan al destierro y se dicta orden de prisión contra Castelli. Cornelio Saavedra manda a recoger los ejemplares del Contrato Social de Rousseau que Moreno había difundido y advierte que “no hay lugar para ningún Rosberspiere en el Río de la Plata”.
"Espejos, una historia casi universal" (Eduardo Galeano)