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Durante la
madrugada del jueves 2 de abril, una vez más se desencadenó la aberrante
violencia terrorista. En este caso, sobre estudiantes de la Universidad de
Garissa, en el este de Kenia,
El grupo
fundamentalista somalí Al Shabab, ligado a los terroristas de Al Qaeda, asesinó
a 147 personas —en su mayoría jóvenes— en una acción que trataron de justificar
por la presencia de tropas kenianas en la vecina Somalia.
“Con los Ojos
del Sur”, columna de opinión emitida en “Hipótesis” el sábado 4 de abril de
2015.
En rigor de
verdad, las tropas de Kenia han invadido en reiteradas oportunidades territorio
somalí; en todos los casos acatando las directivas militares de los Estados
Unidos. Del mismo modo que también lo hicieron las tropas etíopes en dos
oportunidades: una —en 2006— bajo la presidencia de George W. Bush y la otra
—en 2011— durante el actual gobierno de Barack Obama.
Estas acciones
militares coordinadas por Washington y apoyadas por París, fueron respaldadas
en numerosas oportunidades por bombardeos estadounidenses, inclusive con la
participación de drones.
Esta perversa
actitud de la primera potencia de Occidente, no justifica en lo absoluto el
accionar criminal de Al Shabab contra inocentes estudiantes kenianos. Recordemos
una vez más que Al Qaeda, los mentores de este grupo terrorista, fueron
considerados por el gobierno de Ronald Reagan como los “luchadores por la
libertad” y contaron con ayuda económica, logística y militar de Washington
durante varias décadas. Inclusive fueron aliados del imperio en Libia en 2010 y
2011.
Los terroristas
que se dicen musulmanes y los terroristas de la OTAN que se dicen cristianos, se alían y se
pelean una y otra vez, dejando millares de muertos, heridos y desplazados en
los pueblos que eligen para ejercer su dominio.
Nunca mejor que
en estos casos, se aplica el famoso refrán africano que dice “cuando los
elefantes se pelean, es la hierba la que sufre”.
Otro escenario
de la guerra global desatada por los intereses del complejo militar-industrial
de los Estados Unidos y sus aliados europeos y árabes, lo constituye el sufrido
Yemen en el extremo sur de la península arábiga.
Por estos días
se está desarrollando un sistemático ataque de la coalición liderada por Arabia
Saudita, contra el pueblo yemenita y sus dirigentes hutíes, de creencia shiíta,
con la luz verde de Washington.
UNICEF (la
organización de las Naciones Unidas para la Infancia ), alertó el pasado martes que al menos
62 niños fueron asesinados y 30 resultaron heridos durante los bombardeos a
Yemen por parte de Arabia Saudita.
Un poco más al norte,
en la castigada Palestina —en horas de la madrugada del
jueves 2 de abril— docenas de soldados de ocupación israelí rodearon la casa de
la diputada palestina Khalida Jarrar, líder en el Frente Popular para la Liberación de Palestina,
una prominente dirigente de izquierda, feminista y defensora de los derechos
humanos; arrestándola, luego de derribar la puerta de su casa.
Un atropello más por parte del Estado
sionista que, según un informe de la
ONG “Vigilancia de los Tribunales Militares” —encargada de
observar la conducta de las autoridades ocupantes respecto de los menores de
edad— mantiene encarcelados a 182 niños
palestinos, algunos de ellos en prisiones fuera de los territorios ocupados,
lejos de los lugares de residencia de sus familiares.
Una conmovedora
noticia, por su enorme contenido positivo, da cuenta que Palestina se convirtió este 1º abril en miembro de pleno derecho
de la Corte Penal
Internacional, después de la entrada en vigor de su adhesión al Estatuto de
Roma, lo que permitirá la posibilidad de que se juzguen crímenes de guerra
cometidos en los territorios palestinos ocupados.
El pasado 1º de enero, la Autoridad Nacional
Palestina presentó ante la Corte
la documentación a través de la cual se acogía a 16 tratados multilaterales,
entre ellos el Estatuto de Roma.
Según esta documentación, el
Gobierno de Palestina acepta la jurisdicción del alto tribunal internacional
por supuestos crímenes cometidos "en el territorio palestino ocupado,
incluida Jerusalén oriental, desde el 13 de junio de 2014".
Un trascendental paso en la
dirección de mellar la impunidad, que el gobierno de los Estados Unidos le
garantiza invariablemente al gobierno de Tel Aviv.
Otro hecho de suma trascendencia
ocurrido durante esta semana, tiene que ver con el acuerdo alcanzado entre los
cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas más
Alemania (los Cinco más Uno), por un lado, y la República Islámica
de Irán por el otro.
Estos son los cuatro puntos
clave de este acuerdo:
·
Control internacional de los programas de enriquecimiento de
uranio iraníes.
·
Suspensión de dos tercios de las capacidades de Irán para el
enriquecimiento de uranio.
·
Almacenamiento de la mayor parte de las reservas de uranio iraníes
fuera del país.
·
Levantamiento de las sanciones a los sectores petrolero y bancario
iraníes.
Estas
exigencias a Irán, que se plantean como algo totalmente natural y lógico,
encierran no solo una tremenda injusticia, sino también encubren un grave
desconocimiento del derecho internacional.
La mayoría
de los “Cinco más Uno”, incurre sistemáticamente en la abierta violación del
artículo 6º del Tratado de
No Proliferación de Armas Nucleares, que establece la reducción de armas
atómicas por parte de los países poseedores de esta tecnología. No solo que no
reducen este tipo de armamento, sino que lo amplían cuantitativa y
cualitativamente.
¿Qué autoridad moral tienen —por
ejemplo— los Estados Unidos para sancionar a Irán, si no han suscripto aún el Tratado de Prohibición Completa de los
Ensayos Nucleares, que ha sido adoptado por la Asamblea General
de las Naciones Unidas el 10 de septiembre de 1996?
Mientras
tanto el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu —que todavía se haya
realizando negociaciones para conformar su nuevo gabinete— manifestó que
“Israel no aceptará un acuerdo que permita que un país que quiere aniquilarnos
desarrolle armas nucleares". Un desafío más al presidente estadounidense,
al que el dirigente israelí lo corre por
derecha.
Finalmente,
entre el próximo jueves 9 y el sábado 11 de abril se realizarán en Panamá dos
cumbres importantes. Una de ellas será la Cumbre de las Américas, que reunirá a gobiernos y
jefes de Estado de todo el continente. Cabe recordar que desde la expulsión de
Cuba de la OEA
—en 1962—, esta será la primera cumbre continental que sentará a la misma mesa
a los Estados Unidos y a la
República de Cuba.
Otro
ingrediente no menor estará dado por la actitud injerencista de Washington respecto
de la República Bolivariana
de Venezuela, y la ola de adhesiones hacia el gobierno y pueblo venezolano de
la inmensa mayoría de los países del continente y del mundo.
Por su
parte, Ernesto Samper —secretario General de la UNASUR —propuso que la Cumbre de las Américas
sirva para replantear las relaciones entre Estados Unidos y Latinoamérica,
y que “un buen punto de la nueva agenda de relaciones sería que no haya
bases militares norteamericanas en Sudamérica”, algo que “pertenece a la época de
la Guerra Fría ”.
La otra
cumbre será la “de los Pueblos”, que reunirá a sindicatos y numerosos movimientos
sociales de nuestra América. Allí se analizarán las demandas sociales,
económicas, democráticas, de derechos humanos y de los pueblos del continente.
Las organizaciones populares
que participarán en Panamá en la
Cumbre de los Pueblos, paralela a la Cumbre de Las Américas,
exigirán al presidente estadounidense, Barack Obama, derogar el decreto que
califica a Venezuela como una "amenaza", informó uno de los coordinadores.
Las cumbres
continentales de Panamá del próximo fin de semana, serán un excelente escenario
para confrontar argumentos con los gobernantes de Washington, que parecen
empeñados en propiciar las guerras, el caos y la barbarie para tratar de impedir
el inexorable desmoronamiento —en este siglo XXI— del imperio del “destino
manifiesto”.