GUERRA, CAOS Y BARBARIE EN EL LARGO FINAL DEL IMPERIO

Por Miguel Angel Ferrari
miguelferrari@gmail.com


Durante la madrugada del jueves 2 de abril, una vez más se desencadenó la aberrante violencia terrorista. En este caso, sobre estudiantes de la Universidad de Garissa, en el este de Kenia,


El grupo fundamentalista somalí Al Shabab, ligado a los terroristas de Al Qaeda, asesinó a 147 personas —en su mayoría jóvenes— en una acción que trataron de justificar por la presencia de tropas kenianas en la vecina Somalia.


“Con los Ojos del Sur”, columna de opinión emitida en “Hipótesis” el sábado 4 de abril de 2015.


En rigor de verdad, las tropas de Kenia han invadido en reiteradas oportunidades territorio somalí; en todos los casos acatando las directivas militares de los Estados Unidos. Del mismo modo que también lo hicieron las tropas etíopes en dos oportunidades: una —en 2006— bajo la presidencia de George W. Bush y la otra —en 2011— durante el actual gobierno de Barack Obama.

Estas acciones militares coordinadas por Washington y apoyadas por París, fueron respaldadas en numerosas oportunidades por bombardeos estadounidenses, inclusive con la participación de drones.

Esta perversa actitud de la primera potencia de Occidente, no justifica en lo absoluto el accionar criminal de Al Shabab contra inocentes estudiantes kenianos. Recordemos una vez más que Al Qaeda, los mentores de este grupo terrorista, fueron considerados por el gobierno de Ronald Reagan como los “luchadores por la libertad” y contaron con ayuda económica, logística y militar de Washington durante varias décadas. Inclusive fueron aliados del imperio en Libia en 2010 y 2011.

Los terroristas que se dicen musulmanes y los terroristas de la OTAN que se dicen cristianos, se alían y se pelean una y otra vez, dejando millares de muertos, heridos y desplazados en los pueblos que eligen para ejercer su dominio.

Nunca mejor que en estos casos, se aplica el famoso refrán africano que dice “cuando los elefantes se pelean, es la hierba la que sufre”.

Otro escenario de la guerra global desatada por los intereses del complejo militar-industrial de los Estados Unidos y sus aliados europeos y árabes, lo constituye el sufrido Yemen en el extremo sur de la península arábiga.

Por estos días se está desarrollando un sistemático ataque de la coalición liderada por Arabia Saudita, contra el pueblo yemenita y sus dirigentes hutíes, de creencia shiíta, con la luz verde de Washington.

UNICEF (la organización de las Naciones Unidas para la Infancia), alertó el pasado martes que al menos 62 niños fueron asesinados y 30 resultaron heridos durante los bombardeos a Yemen por parte de Arabia Saudita.

Un poco más al norte, en la castigada Palestina —en horas de la madrugada del jueves 2 de abril— docenas de soldados de ocupación israelí rodearon la casa de la diputada palestina Khalida Jarrar, líder en el Frente Popular para la Liberación de Palestina, una prominente dirigente de izquierda, feminista y defensora de los derechos humanos; arrestándola, luego de derribar la puerta de su casa.

Un atropello más por parte del Estado sionista que, según un informe de la ONG “Vigilancia de los Tribunales Militares” —encargada de observar la conducta de las autoridades ocupantes respecto de los menores de edad— mantiene encarcelados a 182 niños palestinos, algunos de ellos en prisiones fuera de los territorios ocupados, lejos de los lugares de residencia de sus familiares.

Una conmovedora noticia, por su enorme contenido positivo, da cuenta que Palestina se convirtió este 1º abril en miembro de pleno derecho de la Corte Penal Internacional, después de la entrada en vigor de su adhesión al Estatuto de Roma, lo que permitirá la posibilidad de que se juzguen crímenes de guerra cometidos en los territorios palestinos ocupados.

El pasado 1º de enero, la Autoridad Nacional Palestina presentó ante la Corte la documentación a través de la cual se acogía a 16 tratados multilaterales, entre ellos el Estatuto de Roma.

Según esta documentación, el Gobierno de Palestina acepta la jurisdicción del alto tribunal internacional por supuestos crímenes cometidos "en el territorio palestino ocupado, incluida Jerusalén oriental, desde el 13 de junio de 2014".

Un trascendental paso en la dirección de mellar la impunidad, que el gobierno de los Estados Unidos le garantiza invariablemente al gobierno de Tel Aviv.

Otro hecho de suma trascendencia ocurrido durante esta semana, tiene que ver con el acuerdo alcanzado entre los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas más Alemania (los Cinco más Uno), por un lado, y la República Islámica de Irán por el otro.

Estos son los cuatro puntos clave de este acuerdo:

·        Control internacional de los programas de enriquecimiento de uranio iraníes.

·        Suspensión de dos tercios de las capacidades de Irán para el enriquecimiento de uranio.

·        Almacenamiento de la mayor parte de las reservas de uranio iraníes fuera del país.

·        Levantamiento de las sanciones a los sectores petrolero y bancario iraníes.

Estas exigencias a Irán, que se plantean como algo totalmente natural y lógico, encierran no solo una tremenda injusticia, sino también encubren un grave desconocimiento del derecho internacional.

La mayoría de los “Cinco más Uno”, incurre sistemáticamente en la abierta violación del artículo 6º del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, que establece la reducción de armas atómicas por parte de los países poseedores de esta tecnología. No solo que no reducen este tipo de armamento, sino que lo amplían cuantitativa y cualitativamente.

¿Qué autoridad moral tienen —por ejemplo— los Estados Unidos para sancionar a Irán, si no han suscripto aún el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, que ha sido adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de septiembre de 1996?

Mientras tanto el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu —que todavía se haya realizando negociaciones para conformar su nuevo gabinete— manifestó que “Israel no aceptará un acuerdo que permita que un país que quiere aniquilarnos desarrolle armas nucleares". Un desafío más al presidente estadounidense, al que el dirigente israelí lo corre por derecha.

Finalmente, entre el próximo jueves 9 y el sábado 11 de abril se realizarán en Panamá dos cumbres importantes. Una de ellas será la Cumbre de las Américas, que reunirá a gobiernos y jefes de Estado de todo el continente. Cabe recordar que desde la expulsión de Cuba de la OEA —en 1962—, esta será la primera cumbre continental que sentará a la misma mesa a los Estados Unidos y a la República de Cuba.

Otro ingrediente no menor estará dado por la actitud injerencista de Washington respecto de la República Bolivariana de Venezuela, y la ola de adhesiones hacia el gobierno y pueblo venezolano de la inmensa mayoría de los países del continente y del mundo.

Por su parte, Ernesto Samper —secretario General de la UNASUR—propuso que la Cumbre de las Américas sirva para replantear las relaciones entre Estados Unidos y Latinoamérica, y que “un buen punto de la nueva agenda de relaciones sería que no haya bases militares norteamericanas en Sudamérica”, algo que “pertenece a la época de la Guerra Fría”.

La otra cumbre será la “de los Pueblos”, que reunirá a sindicatos y numerosos movimientos sociales de nuestra América. Allí se analizarán las demandas sociales, económicas, democráticas, de derechos humanos y de los pueblos del continente.

Las organizaciones populares que participarán en Panamá en la Cumbre de los Pueblos, paralela a la Cumbre de Las Américas, exigirán al presidente estadounidense, Barack Obama, derogar el decreto que califica a Venezuela como una "amenaza", informó uno de los coordinadores.

Las cumbres continentales de Panamá del próximo fin de semana, serán un excelente escenario para confrontar argumentos con los gobernantes de Washington, que parecen empeñados en propiciar las guerras, el caos y la barbarie para tratar de impedir el inexorable desmoronamiento —en este siglo XXI— del imperio del “destino manifiesto”.