Miguel Angel Ferrari |
Miguel Angel Ferrari
miguelferrari@gmail.com
"Apertura" emitida en "Hipótesis" el sábado 09 de Febrero de 2019.
"Apertura" emitida en "Hipótesis" el sábado 09 de Febrero de 2019.
Para el
Fondo Monetario Internacional no solo la democracia es peligrosa para su modelo
neoliberal, también lo es la ancianidad.
La
semana pasada Alejandro Werner, responsable del
Departamento para el Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional,
dijo —y nosotros lo mencionamos en nuestra Apertura de Hipótesis del pasado
sábado— que “entre los riesgos internos para América Latina cabe mencionar una
menor confianza por la incertidumbre política en Brasil y México, así como la
incertidumbre relacionada con las elecciones en Argentina”.
Vale decir que las elecciones, uno de los pilares de la
democracia representativa, constituyen un riesgo para el modelo económico que
sustenta este organismo de crédito internacional, impuesto desde el año pasado
a nuestro país, a raíz de la inepcia gubernativa y la voracidad delictiva del
actual gobierno argentino.
En síntesis: el Fondo Monetario Internacional necesita que la
política (los intereses de la “polis”, de la ciudadanía) estén al servicio de
la economía, o para ser más claros… al servicio de los intereses de las clases
dominantes de la Argentina y de las empresas multinacionales.
Eso de que la economía debe estar al servicio de los pueblos,
algo que casi nunca se cumplió pero que estaba en el imaginario colectivo y en
algún precepto de la Constitución Nacional, ya no tiene encarnadura. Ahora las
elecciones, es decir la voluntad ciudadana, ponen en peligro a la economía.
Como consecuencia de ello, la ancianidad tan respetada
—aunque más no fuera en las palabras— ahora también constituye un peligro para
esa economía del dios mercado.
Las personas mayores son un “peligro” para el modelo
neoliberal. Para que el modelo funcione es necesario que quienes han llegado a
esa etapa de la vida, donde son merecedores de una recompensa por su trabajo y
sus aportes, deban sumar penurias y más ajustes. Por no decir que los más
conveniente es que deberían morirse.
Otra vez, la economía por encima de los derechos de los seres
humanos y no a su servicio.
Sí, ya sé… todos los economistas neoliberales y los medios de
desinformación que los sustentan, dirán: “la expectativa de vida ha aumentado y
a esta altura son más los pasivos que los activos y ello hace insustentable el
sistema previsional”.
Esa inversión en la pirámide demográfica todavía no es
cierta, en la actualidad se considera que hay cuatro activos por cada uno de
los pasivos.
De todos modos, es necesario decir que las personas que hoy
perciben una jubilación o una pensión —en su inmensa mayoría— han aportado
durante toda su vida laboral para que su actual percepción sea no solo
legítima, sino sustentable económica y financieramente.
El vaciamiento del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la
ANSES que está perpetrando el actual gobierno para satisfacer las exigencias
del Fondo Monetario Internacional, es una de las verdaderas razones de la
posible insustentabilidad del sistema previsional.
Pero sigamos el razonamiento demográfico de los gurúes del
neoliberalismo y —exagerando— pensemos que en 2050 hay cinco jubilados por cada
trabajador activo… aun así el sistema previsional debería ser sustentable.
¿Por qué?
Porque la productividad de los trabajadores activos —en los
últimos tiempos— ha aumentado considerablemente.
Escuchemos lo que señala el economista Andrés Asiain, en su
nota titulada “Subir la edad de la jubilación”, publicada en el suplemento
“Cash” de Página/12 del 3 de abril de 2016…
«Dado que la base de todo el sistema de jubilaciones es que los
trabajadores activos sostienen a los pasivos —apunta Asiaín—, el envejecimiento
poblacional implica un desafío importante en su sustentabilidad. La respuesta a
esa problemática desde las usinas del pensamiento neoliberal es clara: hay que
incrementar la edad jubilatoria.
«Ese planteo conservador tiene sus baches. El más evidente de todos es
haber “olvidado” que la productividad del trabajo ha avanzado con el desarrollo
de la tecnología. Así, un trabajador argentino promedio produjo el último año
un 161 por ciento más que en 1950 y un 57 por ciento más que en 1969 (calculado
en base a datos históricos de PBI sobre población ocupada de Cepal, Ferreres,
Ceso e Indec).
«Si se toma en cuenta esa evolución de la productividad, se observa que
4 trabajadores en el presente producen lo que 10,46 empleados en 1950 o 6,28 en
1969. Es decir, la capacidad de los trabajadores activos de sostener a los
pasivos es hoy en día levemente superior a la de 1950 y de 1969, ya que el
envejecimiento poblacional fue compensado por desarrollo de la productividad.
Por lo tanto, la “crisis” de los sistemas previsionales no puede atribuirse al
envejecimiento poblacional, mucho menos en sociedades “viejas” como la europea
y japonesa donde el desarrollo tecnológico ha sido mucho más avanzado.
«En realidad, el desfinanciamiento de los sistemas de la seguridad
social a nivel global fue el resultado del creciente empleo informal, el
incremento de los salarios reales por debajo de la productividad y la
disminución de los aportes patronales. En Argentina, esa tendencia se vio
parcialmente contrarrestada en la última década por el incremento del empleo
formal y la mejora de los salarios reales, que junto a los aportes del Estado
Nacional permitieron ampliar la cobertura a adultos mayores con aportes
incompletos.
«Hacia adelante, la sustentabilidad del sistema pasa por reducir la
informalidad laboral y recomponer los aportes patronales, y no por extender la
edad jubilatoria», finaliza.
Pero la voracidad del Fondo Monetario Internacional y sus secuaces del
gobierno de Mauricio Macri, no se queda en prolongar la edad para jubilarse,
ahora —mediante una decisión de la ANSES— se ha establecido que quienes cobran
una jubilación y una pensión, por las que antes (en el caso de corresponder)
pagaban impuestos a las ganancias por cada una de esas prestaciones, ahora
deberán sumar esos dos importes y abonar el mencionado impuesto por la suma de
ellos; lo cual incorpora a unas 50 mil personas más como contribuyente de
Ganancias.
“En mi gobierno los trabajadores y los jubilados no pagarán
impuesto a las Ganancias”, mentía Mauricio Macri.
El abogado y agente de la DEA y de la embajada estadounidense
en la Argentina, intermediario en la denunciada extorsión del fiscal Carlos
Stornelli al empresario Pedro Etchebest, en uno de los diálogos con su víctima
decía “me importa tres carajos la realidad. Lo que me importa es la percepción
de la realidad”.
A este siniestro personaje —como al presidente Macri— no le
preocupa la realidad; le interesa la posverdad, ese breve paso previo a la
posdemocracia.