Portada del diario Libération del 11/02/2019 |
"Contratapa", columna de opinión emitida en "Hipótesis" el sábado 16 de Febrero de 2019.
Había una vez… pero no, nada que ver… no es un lindo
cuentito de aventuras para contar a nenas y nenes para que se duerman felices,
no, porque ni tiene final feliz, ni es un lindo cuentito, tampoco tiene, por
ahora, final. Es más inmundo y vomitivo que otra cosa. Es la historia de los
modernamente y –disculpando la mesa—pelotudamente llamados “influencers”.
Y si bien todo empezó hace 10 años, recién hoy, esta
semana comenzó a salir a la luz, 10 años después. Por suerte, hoy conocemos “el
caso de la liga de la carcajada”, en francés “L’affaire de la ligue du LOL”.
Empecemos, por el principio.
Y en el principio fueron las redes sociales, tan benditas
y tan malditas, pero por sobre todo el poder, el machismo, el miedo, el
oprobio, la impunidad, la perversión, la misoginia.
La liga de la carcajada, la ligue du lol, (LOL por sus siglas en inglés Laufing out loud ) nació de la mente
enfermita, de un grupo de periodistas parisinos, “jóvenes machos blancos y
sexistas” (como describe el sitio Mediapart) y otros profesionales ligados a la comunicación. Mientras que en el medio on line bretón
Breizh-Info, los definen como “un poco el Mister Hyde de periodistas de moda.
Un “desahogo para gente bien” sabiamente escondida bajo seudónimos que
garantizaran el anonimato”, bah, unos cobardes, decimos.
En 2009 nace en la red social Facebook, un grupo
llamado “La Liga de la carcajada” (en francés, La ligue du LOL), creado por el
periodista especializado en temas de internet del diario francés Libération,
Vincent Glad y su colega Alexandre Hervaud, también de Libération. Con el
tiempo una treintena de periodistas de diversos medios, entre ellos Les
Inrockuptibles y comunicadores de la prensa “que da lecciones”, organizó una
verdadera empresa masiva de acoso, de asedio, de hostigamiento, de intimidación
que tuvo su máximo desarrollo en la --en ese entonces-- naciente Twitter. Cabe
consignar que fue el mismo diario Libération el que reveló el 8 de febrero este
deplorable affaire. Cabe consignar también que en el grupo había algunas
mujeres.
Las víctimas de este acoso, muchas veces de extrema
violencia y que durara años, fueron fundamentalmente mujeres, también se atacó
a hombres, pero sobre todo mujeres de la profesión. Periodistas feministas y/o
defensoras del feminismo, que militaban y sostenían la causa de la mujer,
contra el racismo, por el matrimonio igualitario, contra la homofobia, entre
algunos de sus compromisos. Jóvenes periodistas con empleos precarios, blogueras
sobre temas de sociedad aún poco mediatizados. O el caso de la periodista Daria
Marx, que como ella misma cuenta, “yo era gorda, mujer, feminista y eso era
suficiente para hacerles reír. No debatían ideas. Era un concurso de vergas. No
argumentaban. Ni ideas tenían, prosigue la colega. Solo violencia. Insultos,
bromas, fotos robadas y traficadas, tentativas de intimidación, amenazas de
violación, amenazas de muerte, amenazas de divulgar mi dirección, en
definitiva, las cabezas de la manada se lanzaban contra mí y el resto seguía.
Algunas y algunos que no formaban parte del grupo, no decían nada, no hacían
nada para ayudarme, aún expresando en voz baja un cierto repudio, no se exponían por miedo a ser descubiertos.
Se vivía en el terror y es terrible admitirlo. En el miedo y en el odio. Yo
tenía miedo”
Volvemos. En materia de acoso, las bajezas de la Liga
de las Carcajadas, no tuvo límites. Los hechos relatados por las víctimas, son,
en su mayoría penados por la ley: injurias, difamaciones y acoso en todas sus
formas, usurpación de identidad. Sin olvidar los propósitos racistas y
antisemitas y menos olvidar que provinieron de dos empleados de la
municipalidad de Paris que por ahora no han sido separados de sus cargos.
Otra de las víctimas de esta mafia virtual y no tanto,
la youtuber científica Florence Porcel, contó que en su caso, el desastre
comenzó cuando recibió un llamado telefónico de un supuesto jefe de redacción
de un programa televisivo, proponiéndole un puesto de cronista. Días después la
grabación de esa conversación estaba en Twitter y la propuesta de trabajo, era
mentira. La perversión al límite. La depresión de la periodista, también.
¿Porqué, --nos preguntamos--, estos hechos no fueron
denunciados en su momento? Las víctimas
relatan que por el miedo que tenían a la venganza de quienes, en su mayoría, ocupaban
puestos de jerarquía en sus respectivos medios. El miedo a la venganza era peor
que el dolor a que eran sometidas. Un joven periodista, que en ese entonces
tenía unos 20 años, Christophe Ramel, cuenta que se decidió a hablar, lo hizo
esta última semana a través de su cuenta twitter, “para aportar mi piedra al
edificio, para poder dar vuelta la página de un periodo muy complicado de
angustia por causa de la liga”, manifestó.
Todas las víctimas que desde esta semana han podido
dar testimonio, utilizan los mismos términos para definir las situaciones
vividas durante años: paranoia, angustia; depresión, aislamiento. Hay quienes
dejaron la profesión. Humillación fue la definición de Florence Porcel, víctima
de la falsa propuesta de empleo que no solo era una trampa sino que esa trampa
se transformaba en una broma pública. Las víctimas sabían que la liga, la mafia
comunicacional, sabía todo sobre ellas.
Hoy muchos de estos cobardes, fueron separados de sus
cargos en sus respectivos medios, algunos definitivamente, otros puestos en
stand-by hasta que la justicia se expida sobre cada caso. Otros se retiraron
por propia voluntad, otros hicieron débiles mea culpa… siempre a través de la
red social del pajarito.
Daria Marx dice, casi al fin de su exposición: “Se
calmaron cuando el feminismo se transformó en tendencia. Cuando hubo
empoderamiento y sororidad. Se calmaron cuando ciertas mujeres se transformaron
en mujeres con poder. Se calmaron porque accedieron a puestos importantes. Cuando
te transformas en jefe de redacción de un medio importante ya no temes más
tiempo para andar tirando mierda por el camino.” Y da los nombres de cada uno,
su seudónimos twitter, sus cargos en los medios. Daria dice: He aquí los
nombres de mis acosadores, los que me han particularmente perseguido y
lastimado. Los demás me han insultado, pero no tengo el recuerdo del acoso, apenas
se han burlado regularmente de mi.
Vincent Glad: trabaja
para Libération ( decimos que está separado del cargo)
Vadim Poulet : agencia JWT Paris.
Guillaume
Livolsi: los peores recuerdos.
Guilhem Malissen : Nouvelles Ecoutes – me
presentó sus excusas.
Stephen des
Aulnois : Le Tag Parfait – ha enviado fotos porno con mi rostro, lo
denuncié, lo enfrenté, no se disculpó.
Gautier Gevrey
Julien Le
Rouvreur : Sigue siendo un horror.
Epílogo.
Todavía no se
tiene idea del alcance que va a tener el affaire de la liga. La justicia
trabaja. Los movimientos de Mujeres no descansan.
Y antes de
cerrar esta contra con nuestra música que amamos, una frase de un twittero a
propósito del affaire de la liga de la carcajada: “Las redes sociales no te
transforman en pelotudo. Solo permiten demostrar a una enorme cantidad de
gente, lo pelotudo que sos”