MUERTES DE MIERDA II



Por Ester Stekelberg 
stekelberg@gmail.com

 Hace 8 años escribíamos una contra con tanta rabia, como sentíamos una pena infinita.


24 personas, 9 mujeres, 11 niños y 4 hombres, habían perecido la noche anterior en un incendio.



"Contratapa", emitida en "Hipótesis" el sábado 16 de noviembre de 2013.  

Cosas que pasan, se podría decir, parafraseando a don José Larralde. Pero no, no son cosas que pasan, sobre todo cosas que pasan sin dejar huellas, porque ese incendio, que seguramente no fue accidental, podría haberse evitado. Esas muertes podrían haberse evitado. La miseria, causante de muertes, podría haberse evitado, ayer. Y hoy también.



Paris, hotel Paris-Opéra, 15 de abril de 2005. Noche en la ciudad luz.



Un hotel de mala muerte, como suelen ser esos alojamientos de emergencia que reciben a extranjeros pobres, sin recursos, sin papeles o a la espera de ellos. Hoteles de mala muerte que se transforman en el business por excelencia, negocio redondo para los propietarios cuyo único norte es justamente ése, hacer negocio redondo. A costa de los más débiles, los expulsados del sistema, los sin techo, los pobres.  



Así como los pasadores, contrabandistas de seres humanos, en el Mediterráneo o en la frontera mexicana, lucrando con la vida, viviendo a costa de la vida (o de la muerte) de los otros.



Paris, ciudad luz, 15 de abril de 2005, 2 de la mañana. En el número 76 de la calle Provence, en el distrito noveno, un violento fuego sorprende el sueño de los habitantes del hotel de mala muerte (nunca mejor adjetivado) Paris-Ópera. El incendio se cargará a 24, 11 de los cuales eran niños, otras cincuenta personas sufrirán heridas de mayor o menor grado. Hotel llamado “social” para recibir esencialmente familias en situación desesperada a cargo del SAMU Social, el Servicio de Ayuda Médica de Urgencia, organismo no gubernamental que se ocupa de los llamados casos sociales, tanto en lo concerniente a la salud como a la asistencia en general, en este caso, el techo provisorio.



La crónica se contó de la siguiente manera: una mujer, la entonces pareja del nochero del hotel, despechada porque el hombre prefería compartir tragos y cocaína con los clientes, que estar con ella, furiosa decide partir y al salir tira unas prendas sobre velas encendidas del comedor del establecimiento. Se produce el incendio. Los bomberos describieron la escena como “apocalíptica”.



Después de 8 larguísimos años de período de instrucción, el jueves último se abrió el proceso. Cuatro personas tendrán que comparecer frente al Tribunal Correccional de Paris por homicidio involuntario hasta el 22 de noviembre, fecha en que se prevé la finalización. El testimonio más importante y esperado, el de la mujer pareja del portero tuvo lugar el jueves de la apertura. Los otros tres convocados, son el mismo portero y sus padres, gerentes del establecimiento. Sin embargo las asociaciones que nuclean a los familiares de las víctimas, a los sobrevivientes del incendio y las víctimas colaterales, como el comercio de la planta baja del hotel, se preguntan por qué quienes ubicaron a las familias en ese hotel, el SAMU social y la prefectura de Paris, encargada de los controles, no están también en el banquillo de los acusados.



En este sentido las versiones son variadas, hay quienes dicen que el hotel lejos estaba de ser un tugurio, por el contrario había sido controlado un mes antes de la catástrofe y había pasado satisfactoriamente la inspección: alarmas y sistemas de detección de incendios funcionando perfectamente.



Otras voces contradicen la versión anterior, el hotel tenía capacidad para 62 personas y estaba ocupado por 77, la mayoría familias extranjeras y algunos turistas. El portero no había hecho ninguna formación anti-incendio obligatoria por ley. Al punto tal que según testigos, el hombre nunca pudo hacer funcionar el extinguidor. Escuchando a los sobrevivientes, el lugar no estaba adaptado para recibir familias.



El incendio del Paris-Opera, fue el primero de una serie de hoteles y amueblados de la capital francesa, que alojaban en su gran mayoría a extranjeros pobres. El saldo, 52 víctimas en el término de pocos meses, 33 de ellos eran chicos.



Los llaman “mercaderes de sueños”. Son los propietarios que en Paris y aglomeración han hecho del mercado negro del alojamiento su medio de vida. Los crápulas.



Según el periódico La Croix, “con la crisis, prospera la explotación de la miseria por parte de propietarios inescrupulosos. Sótanos, refugios de jardines, casas o departamentos divididos al infinito, alojamientos considerados como indignos, son propuestos para alquiler”. Según el semanario L’Express, se estima que en Francia existen 600 mil de estos tugurios, de los cuales 175 mil, están en la región parisina.



La foto muestra una enorme pancarta en blanco y negro que atraviesa la calle, de una vereda a la otra. En la parte superior, en letras negras sobre fondo blanco se lee: “52 muertos, 33 de ellos, niños. Asociaciones de víctimas de los incendios del Paris-Opera, del Vincent Auriol, del Roi Doré. En la parte inferior en grandes letras blancas sobre fondo negro, una expresión, familiar, dolorosa: “Nunca más”.