ELECCIONES EN CENTROAMERICA Y LUCHAS EN PALESTINA


Por Miguel Angel Ferrari
miguelferrari@gmail.com 


El pasado domingo se realizaron elecciones presidenciales en Costa Rica y El Salvador.

En Costa Rica el resultado electoral sorprendió a propios y extraños. Las dos fuerzas de oposición dieron que hablar. El Partido Acción Ciudadana ganó las elecciones, sin alcanzar la mayoría necesaria para triunfar en primera vuelta. Esta organización partidaria —de orientación socialdemócrata— ha cuestionado sistemáticamente a los programas neoliberales aplicados por el gobierno de la presidenta Laura Chinchilla.

"Con los Ojos del Sur", columna de opinión emitida en "Hipótesis" el sábado 8 de febrero de 2014.

 
 Teniendo en cuenta que la fuerza política que se ubicó en el segundo lugar es el oficialista Partido Liberación Nacional, la segunda vuelta encontrará a estas dos agrupaciones enfrentadas por la obtención de la presidencia de este país centroamericano. El socialdemócrata Luis Guillermo Solís, confrontará — el 6 de abril— con el oficialista Johnny Araya.

Al comienzo de este comentario decíamos que dos fuerzas de la oposición dieron que hablar. Efectivamente, una de ellas es la que se ubicó primera en las preferencias del electorado. La otra, es el izquierdista Frente Amplio que —con la candidatura de José María Villalta— realizó la mejor elección de su historia, alcanzando casi el 20 por ciento de los votos y llevando su representación parlamentaria de un legislador a nueve.

Luego de seis años de la aprobación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, casi el 20 por ciento de los costarricenses vive en la pobreza, algo más de un millón 200 mil personas. Recordemos que Costa Rica era uno de los países con menor desigualdad de América latina. En la actualidad el desempleo es el segundo mayor de nuestra región.

El descontento social motorizó el ascenso en las mediciones del candidato del Frente Amplio. Las encuestas aventuraban una caída del gobernante Partido Liberación Nacional, del que se suponía que obtendría —no obstante— el primer lugar, en tanto que ubicaban a la izquierda en el segundo. Finalmente el socialdemócrata Solís dio la sorpresa.

El avance del Frente Amplio en las encuestas llevó a los medios de comunicación del establishment a desplegar una enorme campaña destinada a atemorizar al electorado sobre los “riesgos” de la eventual llegada de la izquierda al poder.

En síntesis, el resultado preanuncia una derrota en el balotaje del oficialismo neoliberal y una inédita presencia de la izquierda en el futuro escenario costarricense.

En El Salvador, entre tanto, los resultados marcan una muy probable continuidad del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional en el gobierno. El 49 por ciento de los sufragios no le alcanzaron para evitar el balotaje, pero preanuncian un triunfo sobre la ultraderechista Alianza Republicana Nacionalista (ARENA).

El ex jefe guerrillero Salvador Sánchez Cerén, del Frente Farabundo Martí, enfrentará el 9 de marzo a Norman Quijano, de ARENA, quien obtuvo el 39 por ciento de los votos. El Movimiento de Unidad, del ex presidente neoliberal Antonio Saca, que alcanzó solo el 11,4 por ciento, dejó en libertad a sus seguidores para la segunda vuelta.

Recordemos que hace cuatro años el Frente Farabundo Martí ganó por primera vez las elecciones en su país, con la candidatura de Carlos Mauricio Funes, un destacado periodista sin un pasado político en las filas del Frente.

La gestión de Funes estuvo muy por debajo de las expectativas, tanto de la sociedad salvadoreña como de los propios integrantes del Farabundo Martí. Su tibia política de cambios en materia económica, fue más una continuidad del gobierno anterior que una ruptura con esas recetas que llevaron a El Salvador por la pendiente neoliberal. Ahora —de triunfar— Sánchez Cerén, un dirigente histórico de la lucha guerrillera contra las dictaduras y la injerencia de Washington, pondrá en sintonía al país con los tiempos que corren en Latinoamérica y el Caribe.

Todo indica que el nuevo gobierno del Frente sumará al país a la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (ALBA); decisión que rechazó el presidente Funes, por la cual fue severamente cuestionado por los propios dirigentes del Frente Farabundo Martí.

No obstante estas equivocadas determinaciones de Funes, su gobierno deja al país con índices que marcan una disminución de la pobreza y de la pobreza extrema, como así también una reactivación de la producción agrícola, muy importante en una economía donde predomina sustancialmente la producción primaria.

Costa Rica y El Salvador: dos resultados alentadores en esta etapa de la región caracterizada por un fuerte embate del imperio y sus socios nacionales, contra las políticas que priorizan una justa distribución del ingreso y una necesaria integración regional sin la tutela de las transnacionales.

Más allá de nuestro continente, en la castigada Palestina, unidades del Ejército israelí desalojaron por la fuerza —en la madrugada de ayer— la aldea cisjordana de Ein Hijleh, situada en el disputado valle del Jordán, que activistas palestinos de un movimiento de resistencia no violento habían comenzado a repoblar hace una semana.

Un pelotón de unos 500 soldados israelíes penetró "de forma agresiva" en el antiguo pueblo cananeo y obligó a sus habitantes a subirse a una caravana de vehículos militares. Desde allí, todos ellos fueron traslados a la localidad de Jericó, donde se los desembarcó sin que se produjeran detenciones.

Al menos cuarenta y una, de las cerca de 300 personas que pasaban allí la noche, entre ellas familias con niños pequeños, resultaron heridas en los forcejeos con los soldados, que confiscaron los enseres y volvieron a dejar la aldea vacía.

Convocados por el Comité de Coordinación de la Lucha Popular — organización que engloba a diversos grupos de resistencia no violenta a la ocupación israelí—, los congregados tomaron posesión de las derruidas casas y se organizaron en cuadrillas para "volver a hacerlas habitables".

Según manifestó Mustafa Barghouti, uno de los líderes de la movilización, el objetivo era “proteger el área de los asentamientos israelíes ilegales y del Ejército israelí que está tratando de mantenerla" vacía.

El viernes de la semana pasada, varias decenas de familias se asentaron en el área, e intentaron cultivar la tierra y reconstruir los edificios demolidos por los bulldozers del ejército israelí.

Los activistas de Ein Hijleh, que el miércoles recibieron la visita de un grupo de diplomáticos europeos, se inscriben en un plan más ambicioso bautizado "Melh al-Ard" (la sal de la Tierra) en referencia a un conocido capítulo del Evangelio de San Mateo sobre la pérdida de las propiedades de la sal.

Según los organizadores, el objetivo del mismo es movilizar a los palestinos para que recuperen por medios pacíficos sus territorios y se conviertan "en la sal de sus tierras".

El miércoles también recibieron el apoyo "in situ" del ministro de Agricultura de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Walid Asaf, de un diputado árabe del Parlamento israelí, Hana Swaid, y de Teodoro III, representante en Tierra Santa de la Iglesia Ortodoxa.

El futuro del valle del Jordán es uno de los puntos de fricción del plan de paz emprendido por Kerry para lograr que palestinos e israelíes firmen un acuerdo marco de paz antes de que concluya el próximo mes de abril.

Israel se resiste a evacuar los asentamientos levantados tras la guerra de 1967 —ilegales según la normativa internacional— y pretende conservar una presencia militar prolongada en esta depresión que linda con Jordania, incluso después de un posible acuerdo de paz.

Esta no fue la única mala noticia en la Palestina ocupada. También las fuerzas represivas israelíes atacaron —ayer, viernes, día sagrado para el Islam— a los fieles que concurrieron a la mezquita de Al Aqsa, en Jerusalén, la tercera en importancia luego de La Meca y Medina. Los represores entraron a la mezquita dejando 28 heridos, tres de ellos de consideración.

Tanto la información sobre la aldea arrasada ayer en Cisjordania, como la represión —también ayer— en Jerusalén, no merecieron para los monopolios de la prensa de occidente ni siquiera una modesta cobertura.

Además de arrasar aldeas, demoler casas, desplazar habitantes palestinos, el gobierno ultraderechista de Israel se ve beneficiado por el secuestro de la verdad perpetrado por esa maquinaria de la desinformación.