Con lo que, --y volvemos al principio de la contra--, el 22 de marzo se
realizarán las elecciones llamadas por primera vez “departamentales”, (antes
“cantonales”). Se elegirán “consejeros departamentales”, (antes consejeros
generales).
Si bien – ya lo dijimos-- no es el objetivo de esta contra explicar la
división política y administrativa del territorio francés, la faceta más
interesante de este nuevo consejo departamental, su fundamento, es la
solidaridad o expresado como lo indica el texto de ley: “las solidaridades”,
entendiéndose con esta palabrita, las ayudas sociales, autonomía de las
personas y las solidaridades interterritoriales. Ayudas sociales. Y créame,
nadie va a salir a denostar la ayuda social, nadie va a salir a decir “estos inmigrantes
de mierda tienen más hijos para cobrar más planes sociales”, no. Bueno decir
“nadie” es un poco exagerado, siempre la extrema derecha, tendrá un horror a
flor de labios para desmaravillarnos irreversiblemente y para alegría de los ultras
y los xenófobos de siempre.
Justamente y a propósito de ultras y de elecciones.
Resulta que el grupo ecologista de la Asamblea Nacional,
anunció que iba a presentar un proyecto de ley para que el voto vuelva a ser
obligatorio en el territorio galo.
Como lo define el abogado y docente universitario Paul Alliès en su
artículo “Y de nuevo el voto obligatorio”, se trata “del regreso del perro que
se muerde la cola, que pretende tratar las consecuencias del mal sin antes
tratar las causas”
Efectivamente, decimos, acá el voto no es obligatorio, lo que provoca
grandes debates, discusiones, encendidos discursos, pelucas en llamas, cada vez
que en las encuestas y a posteriori, en las cifras de la presencia (o de la
ausencia) de votantes en las urnas, se ve, cada vez con más espanto, el
porcentaje de abstencionistas.
Siguiendo con el análisis del profesor Alliès, desde los ’70 existen iniciativas por la obligatoriedad del voto, proyectos
que van desde la ultra derecha hasta el socialismo. Los motivos siempre los
mismos, que se pueden resumir en las expresiones del autor de este nuevo
proyecto de ley, el diputado verde De Rugy, textual: “ya tengo bastante con
este asunto que después de cada elección se llore por las abstenciones”
Paul Alliès continúa su análisis: “Estos guardianes de la democracia
representativa, desprecian las enseñanzas que nos dejan los resultados de
investigaciones sobre la abstención. Todos estos estudios demuestran dos cosas:
primero, que la abstención ha adquirido un sentido muy político, es cada vez
más la expresión de una protesta global
contra la oferta electoral, contra el sistema político, contra la impotencia de
los candidatos electos. Por eso no sirve para nada evocar la conquista del
derecho al voto del siglo XIX. Imaginamos que el ‘pueblo de izquierda’ no
olvida ese pasado y que es contra la traición de las promesas de 2012, que se
abstienen en masa. La moral de la historia no tiene nada que ver”
Cuando Alliès habla sin sutilezas de la traición a las promesas de 2012 y
le habla al que él llama “el pueblo de izquierda”, se refiere claramente a las
promesas de campaña que el socialismo fue rompiendo una detrás de la otra desde
que ganara las elecciones presidenciales.
Y en segundo lugar, --continúa el analista--, “la abstención tiene un
perfil sociológico. Si bien es verdad que ha aumentado entre las categorías
medias (él las llama ‘diplomadas’), es masiva y en expansión entre los más
jóvenes, los más empobrecidos, los habitantes de barrios marginales.
Indiferentes a estos sectores, nuestros legisladores del voto obligatorio,
ironiza el catedrático, prevén una sanción de entre 30 y 35 euros, con una
rebaja posible a 22 euros, como pasa con las multas por estacionamiento”.
“Nos deja consternados por la inconsciencia de los efectos de la puesta
en funcionamiento de la medida: el aumento de la estigmatización social, sin
hablar de lo ineficiente de un dispositivo estrictamente de castigo”. Y se
pregunta siguiendo con ironía el autor del artículo, “¿hasta donde podrán
llegar para obligar a los recalcitrantes a pagar esa multa?”
Tras describir algunos ejemplos de países en los que el voto obligatorio
se abandonó hace mucho tiempo, como en Bélgica y en otros, Chile por ejemplo,
en los que existe el voto obligatorio y donde las disidencias son cada vez
mayores, sobre todo entre los jóvenes, el profesor Paul Alliès concluye: “Que
un grupo político, Europa Ecología, los Verdes, recurra a una medida de fuerza,
de obligatoriedad, de coerción, dice mucho sobre la evolución de esta ‘familia’
política atrapada en las redes de la política profesional. El voto obligatorio,
así como la laicidad punitoria, son las
dos caras de una república que está cada vez más lejos de la democracia real a
la que aspira la sociedad.
Habría montones de detalles más para contar de
esta próxima contienda electoral francesa, cosas que como en una pesadilla, nos
hacen pensar en algunos de nuestros precandidatos deseosos de sentar sus desagradables
nalgas en el viejo sillón de Rivadavia.
Los dejaremos para la próxima contra, ya que
entre la primera y la segunda vuelta electoral, hay sólo una semanita.
Por ahora les propongo para cerrar esta contra y
este Hipótesis de hoy, una nueva versión de la Marsellesa, usted sabe,
el canto patriótico adoptado luego como himno nacional, compuesto por Claude Joseph Rouget de Lisle para el
ejército del Rhin, tras la declaración de guerra a Austria. La versión que les
propongo es la de Graeme Allwright, cuya letra, lejos de llamar “a las armas
ciudadanos, para formar un batallón, antes que una sangre impura riegue
nuestros campos”, brega por la justicia, por la paz, contra la guerra y por la
solidaridad. Usted podrá decir que es un soñador, no es el único…