¡A LAS URNAS CIUDADANOS!, SI NO, PUEDE COSTARLES 30 EUROS…

Por Ester Stekelberg
stekelberg@gmail.com

El domingo próximo, el 22 de marzo, la France va a las urnas. Se trata de elecciones departamentales. Si bien la estructura administrativa francesa, la división política y demás, tienen poco que ver con la argentina, esta contra les propone la aventura de adentrarse en los vericuetos de las nuevas elecciones, que así se les llama. Nuevas elecciones. Y hay razones para hablar de “nuevas”, ya que efectivamente estas serán las primeras que se realicen con modificaciones que tienen que ver con la evolución demográfica y social del país.

Dice el modelo para armar en el sitio web del ministerio del Interior francés: “El mapa electoral y el calendario han sido reformados para organizar una representación más justa de los ciudadanos a nivel departamental”


Según la ley del 17 de mayo de 2013 relativa a las elecciones de consejeros departamentales, consejeros municipales y consejeros comunitarios (se refiere a las comunas): “se organizan las primeras elecciones departamentales con nuevas modalidades, como el cambio de nombre de la asamblea departamental y de sus componentes, las características de los candidatos, los límites del territorio sobre el que van a ejercer sus funciones y el modo de escrutinio”, concluye el texto explicativo.

Para dar una idea somera de cuáles son los cambios, lo primero a saber es que se redujeron los cantones en los que se realizan las elecciones, en realidad se reagruparon de tal manera que si antes eran 4.035, ahora son 2.054. Antes se elegía un candidato por cantón y ahora son dos, pero atención, no son dos cualesquiera, es un binomio, hombre-mujer. Este punto es interesante, porque expresa la flagrante desigualdad de género que reina en los poderes públicos (ya lo decíamos la contratapa pasada cuando hablábamos del día internacional de la Mujer), aún con la ley de cupo. Por eso a partir de ahora, los llamados consejeros departamentales serán un hombre y una mujer, cuyo mandato tendrá la misma duración de antes, 6 años. Respecto de los suplentes, es interesante lo que indica la ley. Ellos también deberán ser de diferentes sexos para que cada titular tenga un reemplazante de su mismo sexo. Pareciera medio antediluviano hablar de dos sexos, pero así lo expresa esta ley que avanza sobre la cuestión del cupo femenino.    


Con lo que, --y volvemos al principio de la contra--, el 22 de marzo se realizarán las elecciones llamadas por primera vez “departamentales”, (antes “cantonales”). Se elegirán “consejeros departamentales”, (antes consejeros generales).

Si bien – ya lo dijimos-- no es el objetivo de esta contra explicar la división política y administrativa del territorio francés, la faceta más interesante de este nuevo consejo departamental, su fundamento, es la solidaridad o expresado como lo indica el texto de ley: “las solidaridades”, entendiéndose con esta palabrita, las ayudas sociales, autonomía de las personas y las solidaridades interterritoriales. Ayudas sociales. Y créame, nadie va a salir a denostar la ayuda social, nadie va a salir a decir “estos inmigrantes de mierda tienen más hijos para cobrar más planes sociales”, no. Bueno decir “nadie” es un poco exagerado, siempre la extrema derecha, tendrá un horror a flor de labios para desmaravillarnos irreversiblemente y para alegría de los ultras y los xenófobos de siempre.

Justamente y a propósito de ultras y de elecciones.

Resulta que el grupo ecologista de la Asamblea Nacional, anunció que iba a presentar un proyecto de ley para que el voto vuelva a ser obligatorio en el territorio galo.

Como lo define el abogado y docente universitario Paul Alliès en su artículo “Y de nuevo el voto obligatorio”, se trata “del regreso del perro que se muerde la cola, que pretende tratar las consecuencias del mal sin antes tratar las causas”

Efectivamente, decimos, acá el voto no es obligatorio, lo que provoca grandes debates, discusiones, encendidos discursos, pelucas en llamas, cada vez que en las encuestas y a posteriori, en las cifras de la presencia (o de la ausencia) de votantes en las urnas, se ve, cada vez con más espanto, el porcentaje de abstencionistas.

Siguiendo con el análisis del profesor Alliès, desde los ’70 existen  iniciativas por la obligatoriedad del voto, proyectos que van desde la ultra derecha hasta el socialismo. Los motivos siempre los mismos, que se pueden resumir en las expresiones del autor de este nuevo proyecto de ley, el diputado verde De Rugy, textual: “ya tengo bastante con este asunto que después de cada elección se llore por las abstenciones”

Paul Alliès continúa su análisis: “Estos guardianes de la democracia representativa, desprecian las enseñanzas que nos dejan los resultados de investigaciones sobre la abstención. Todos estos estudios demuestran dos cosas: primero, que la abstención ha adquirido un sentido muy político, es cada vez más la expresión de una protesta global contra la oferta electoral, contra el sistema político, contra la impotencia de los candidatos electos. Por eso no sirve para nada evocar la conquista del derecho al voto del siglo XIX. Imaginamos que el ‘pueblo de izquierda’ no olvida ese pasado y que es contra la traición de las promesas de 2012, que se abstienen en masa. La moral de la historia no tiene nada que ver”

Cuando Alliès habla sin sutilezas de la traición a las promesas de 2012 y le habla al que él llama “el pueblo de izquierda”, se refiere claramente a las promesas de campaña que el socialismo fue rompiendo una detrás de la otra desde que ganara las elecciones presidenciales.      

Y en segundo lugar, --continúa el analista--, “la abstención tiene un perfil sociológico. Si bien es verdad que ha aumentado entre las categorías medias (él las llama ‘diplomadas’), es masiva y en expansión entre los más jóvenes, los más empobrecidos, los habitantes de barrios marginales. Indiferentes a estos sectores, nuestros legisladores del voto obligatorio, ironiza el catedrático, prevén una sanción de entre 30 y 35 euros, con una rebaja posible a 22 euros, como pasa con las multas por estacionamiento”. 

“Nos deja consternados por la inconsciencia de los efectos de la puesta en funcionamiento de la medida: el aumento de la estigmatización social, sin hablar de lo ineficiente de un dispositivo estrictamente de castigo”. Y se pregunta siguiendo con ironía el autor del artículo, “¿hasta donde podrán llegar para obligar a los recalcitrantes a pagar esa multa?”

Tras describir algunos ejemplos de países en los que el voto obligatorio se abandonó hace mucho tiempo, como en Bélgica y en otros, Chile por ejemplo, en los que existe el voto obligatorio y donde las disidencias son cada vez mayores, sobre todo entre los jóvenes, el profesor Paul Alliès concluye: “Que un grupo político, Europa Ecología, los Verdes, recurra a una medida de fuerza, de obligatoriedad, de coerción, dice mucho sobre la evolución de esta ‘familia’ política atrapada en las redes de la política profesional. El voto obligatorio, así como la laicidad  punitoria, son las dos caras de una república que está cada vez más lejos de la democracia real a la que aspira la sociedad.

Habría montones de detalles más para contar de esta próxima contienda electoral francesa, cosas que como en una pesadilla, nos hacen pensar en algunos de nuestros precandidatos deseosos de sentar sus desagradables nalgas en el viejo sillón de Rivadavia.
Los dejaremos para la próxima contra, ya que entre la primera y la segunda vuelta electoral, hay sólo una semanita.

Por ahora les propongo para cerrar esta contra y este Hipótesis de hoy, una nueva versión de la Marsellesa, usted sabe, el canto patriótico adoptado luego como himno nacional, compuesto por  Claude Joseph Rouget de Lisle para el ejército del Rhin, tras la declaración de guerra a Austria. La versión que les propongo es la de Graeme Allwright, cuya letra, lejos de llamar “a las armas ciudadanos, para formar un batallón, antes que una sangre impura riegue nuestros campos”, brega por la justicia, por la paz, contra la guerra y por la solidaridad. Usted podrá decir que es un soñador, no es el único…