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"Con los Ojos del Sur", columna de opinión emitida en "Hipótesis" el sábado 5 de agosto de 2017.
AUDIO
El 29 de julio de 1945 el premier
japonés Kantaro Suzuki rechazó el pedido de rendición estadounidense, aunque el
Alto Mando nipón sabía esa rendición era inevitable. Ya se había rendido la Alemania nazi. El 3 de
agosto, el presidente Harry Truman dio la orden de arrojar las bombas atómicas
en Hiroshima, Kokura, Niigata o Nagasaki. El objetivo le era indistinto. La
suerte de cientos de miles de personas inocentes no le importaba demasiado al
gobierno de Washington.
El 6 de agosto despegó rumbo a
Hiroshima la primera formación de bombarderos B-29. Uno de ellos, llevaba el
artefacto nuclear a base de uranio que dejó caer. En minutos, una columna de
humo color gris-morado con un corazón de fuego (a una temperatura aproximada de
4.000 grados centígrados) se convirtió en un gigantesco “hongo atómico” de poco
más de un kilómetro de altura. Se escuchó una trepidación monstruosa, que fue
seguida inmediatamente por un viento de fuego que barría cuanto hallaba a su
paso. Los mismos científicos del Pentágono dijeron: "era una bola de fuego
con una temperatura igual a cuatro veces la que existe en el centro del
sol".
Las personas quedaban calcinadas.
Cien mil murieron en el acto, otras yacían retorciéndose en el suelo, clamando
en su agonía por el intolerable dolor de sus quemaduras. Quienes lograron
escapar milagrosamente de la onda expansiva, murieron a los veinte o treinta
días como consecuencia de los rayos gamma. Generaciones de japoneses debieron
soportar malformaciones en sus nacimientos por causa de la radiactividad. La
población civil había sido víctima del primer ataque atómico en la historia de
la humanidad.
El 9 de agosto otra bomba, esta vez
de plutonio, caía sobre la población de Nagasaki. Los efectos fueron menos
devastadores por la topografía del terreno, no obstante la aterradora cifra de
73.000 personas muertas y 60.000 heridas, decidieron al emperador japonés a
adelantar una rendición que ya era un hecho.
El terrorismo nuclear contra niños,
ancianos, mujeres y hombres inocentes en realidad, estaba dirigido al conjunto
de la humanidad. Era una advertencia acerca de que había comenzado una nueva
era en el mundo. Una advertencia muy especial a la entonces Unión Soviética,
que le indicaba que se encontraban en los umbrales de la Guerra Fría. La
decisión de los Estados Unidos de constituirse en potencia unilateral había
sido tomada.
Esta decisión, reforzada en la
actualidad con la totalitaria doctrina de la guerra preventiva; de la
utilización del espacio para fines bélicos; de la supuesta guerra
antiterrorista que va demoliendo día a día el propio concepto liberal de la
democracia; encuentra su correlato —una vez más— en el desarrollo del armamento
nuclear, como privilegio de las grandes potencias.
Se le cuestiona a Corea del Norte o a
Irán el enriquecimiento de uranio o plutonio, con el argumento de que puede ser
utilizado para la elaboración de armas nucleares, mientras se protege la
carrera atómica bloqueando y amañando todo tipo de acuerdos sobre la regulación
y la definitiva supresión global de estas armas de destrucción masiva.
Los gendarmes del mundo, consideran
que deben disponer de una tecnología militar superior a la del resto del
planeta para poder así cumplir el rol que se autoadjudican. Los Estados Unidos
tienen un presupuesto de “defensa” equivalente a la suma de los presupuestos de
las doce potencias que lo siguen en orden de importancia. Esa es la terrible
realidad de hoy en el planeta. El único país en el mundo que cometió genocidio
atómico, es la mayor potencia militar de la
actualidad. Felizmente ya no lo es en el plano económico (lo que preanuncia un
futuro debilitamiento) y muchísimo menos desde el punto de vista ético.
Algunos botones de muestra sobre la actitud del imperio sobre las armas
atómicas y su absoluta falta de autoridad moral frente a los países que se
proponen desarrollar la tecnología nuclear:
- El 13 de octubre de 1999 el Senado norteamericano, en una decisión de extraordinaria gravedad y con escasos precedentes, rechazó la ratificación del Tratado de Prohibición Completa de Pruebas Nucleares, que había sido suscripto por el presidente William Clinton en 1996.
- En marzo de 2002 Washington se negó nuevamente a ratificar este tratado. Para ese año 165 estados ya lo habían firmado, en tanto que 90 lo ratificaron.
- A pesar de la oposición de Rusia, Estados Unidos —en diciembre de 2001— se retiró formalmente del Tratado sobre Misiles Anti-balísticos, firmado en 1972 con la entonces Unión Soviética, conocido como ABM por sus siglas en inglés.
- En noviembre de 2004, se analizó en el Comité de Desarme de las Naciones Unidas el Tratado para la Reducción de Materiales de Fisión. Los científicos estiman que este acuerdo permitiría bloquear la amenaza de añadir más material para la fabricación de bombas nucleares a la vasta cantidad ya existente. Pero... ¿cuándo no?... los Estados Unidos votaron en contra. El resultado fue: 147 votos a favor de la reducción de material atómico y un voto en contra... ¡el del imperio! Esto implica, en los hechos, un veto.
- Otra de las acciones de la Casa Blanca respecto del armamento nuclear, es —junto a otras potencias atómicas— el desconocimiento del artículo 6º del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, que establece la reducción de armas atómicas por parte de los países poseedores de esta tecnología. Este artículo no solo que no se cumple, sino que se viola con la creación de armas nucleares de nueva generación.
Podríamos estar todo el programa hablando de estas actitudes belicistas
y genocidas por parte del gobierno norteamericano. Nuestro propósito fue,
simplemente, remarcar que la actitud asumida hace hoy setenta y dos años,
cuando arrojaron el primer artefacto atómico, no solo no ha cambiado sino que
—lamentablemente— se está profundizando con las atrocidades que cometen todos
los días en Afganistán, en Yemen y en Siria, en abierta violación del derecho
internacional.
Hoy, Washington está manejando con absoluta irresponsabilidad el tema
de la República Democrática
y Popular de Corea, poniendo a la humanidad al borde de un nuevo holocausto
atómico.
El imperio ha iniciado su declinación. Este es el momento más peligroso
de su existencia. El famoso tema de la fiera herida.